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Imagen Unsplash |
En los últimos meses el
mundo entero está asombrado ante el confinamiento impuesto en algunas ciudades
chinas, como la metrópolis de Shanghai, donde viven nada menos que 26 millones
de habitantes.
El digital estadounidense
Vice se hace eco de algunas de las anécdotas chocantes que se están produciendo
en una situación tan extrema como la mencionada, recordando la historia –que hemos
podico ver en lso informativos de la televisión- del hombre al que dieron por
muerto y se despertó encerrado en el saco mortuorio cuando le trasladaban a la
morgue.
El caso que ahora nos ocupa
es el de una mujer sin techo fijo, trabajadora inmigrante en torno a los
cincuenta años, que tras el decreto de confinamiento estricto de la ciudad ha
permanecido durante un mes encerrada con su perro en una cabina telefónica, de
la que solo salía para pasear al animal y para airear la manta con que se
cubría por las noches.
Las lamentables condiciones
en que se ha visto obligada a vivir se han conocido gracias al vecino de un
inmueble cercano que colocó en las redes sociales chinas varias fotografías dc
la desventurada mujer a quien, en plena noche, la semana pasada desalojaron unos
policías “que arrojaron sus pocos enseres a la calle y clausuraron la cabina
con cinta adhesiva”. Según el diario estatal Youth Daily, tras dejarla en plena
calle sin tener a donde ir, las autoridades del barrio ofrecieron alojamiento a
la mujer, que está asustada y lo ha rechazado.
Cero Covid y Cero protección social
Como señala Vice, esta
mujer es una más de los numerosos trabajadores inmigrantes que residen en China
y representan un tercio de la mano de obra del país, sin seguridad social ni
garantía en el empleo, y duramente afectados por la última ola de Covid-19.
Como la mayor parte de ellos han perdido el trabajo a causa del confinamiento,
y sin el salario no pueden pagarse un lugar donde vivir, son muchos los que se
han visto obligados a buscar refugio en lugares insospechados, siempre
amenazados con el desalojo policial
Según el profesor Pun Ngaim de la Universidad
Lingnan de Hong Kong, “muchos trabajadores inmigrantes viven al día y cuentan
con que sus patrones les darán cama y comida. Con la mayoría de las fábricas y
los almacenes cerrados, se encuentran solos”
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