Después del triunfo de « Parásitos », la película de Bong Joon-ho que arrasó con todos los premios, nacionales e internacionales, en 2019, el cine coreano es recibido por lo menos con expectación, y en muchos casos con aplausos. Así
es como nos hemos dispuesto a ver “Nido de víboras” (“Beasts Clawing at Straws”), debut en el largometraje de Kim Yong-hoon,
una historia coral llena de registros distintos por la que desfilan personajes muy diversos que van
componiendo el puzle de la narración,
unidos tan solo por la avaricia. Todo parece indicar que ganará el más
fuerte. Una bolsa de Vuitton llena de billetes,
aparentemente olvidada, es el objeto
del deseo en torno al cual gravitan una camarera, el empleado de una sauna,
un prestamista, una mujer maltratada, un funcionario de aduanas poco
escrupuloso…personajes aparentemente ordinarios que no estaban destinados a
conocerse, capaces de convertirse en
monstruos crueles cuando se trata de dinero en cantidades insospechadas. La
bolsa va de mano en mano dejando un rastro de sangre reluciente y cadáveres Comedia negra,
negrísima, thriller cargado de un humor que consigue atenuar la violencia de
los asesinatos que acaban salpicando de rojo
toda la historia, interpretada de forma muy convincente por Jeon Do
Yeon (“The
Housemaid”, “Secret
Sunshine”), Jung Woo Sung (“Steel Rain”, “Asura”)
y Bae Sung-woo (“Metamorphosis”, “La gran batalla”), entre
otros y donde destaca Youn Yuh Jung, la abuela ganadora de un Oscar a la
Mejor actriz de reparto en 2020 por su papel en “Minari”, de Lee Isaac Chung
(perteneciente a esa otra nueva ola de realizadores coreanos procedentes de
la inmigración, crecidos en Estados Unidos). En tono cínico, como
cínico es el mundo en que transcurre esta historia (en algún sitio he leído
que podría parecer una película de unos hermanos Cohen coreanos, yo la emparento
más con Tarantino), “Nido de víboras” –una expresión que en estos pagos
entendemos muy bien en toda su metafórica complejidad-, es un rosario de
situaciones violentas, en ocasiones absurdas, protagonizadas por una tropa de
desgraciados, que corren tras el espejismo de un dinero que, evidentemente,
no se ha ganado en un oficio decente, pero que es el rey y la madre de todos
los excesos. “Nido de víboras” no es
tanto una crítica social como un divertimento, una buena película de serie
negra con protagonistas que ni siquiera son malos de libro, solo gente
ordinaria poco escrupulosa que pone
de manifiesto las costumbres de una sociedad dual en una historia cargada de humor para entretener a
la galería.
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