El realizador estadounidense Garry
Marshall, que alcanzó su momento de gloria con “Pretty Woman” y tiene la
especialidad de ir recorriendo el calendario y elegir las fiestas “más
entrañables” para dedicarles una película, llega ahora a los cines españoles con
“Feliz día de la Madre” (anteriormente fueron “Historias de San Valentín” y
“Noche de fin de año”) justamente en vísperas de esa fiesta creada por los
grandes almacenes y de la que tantas madres reniegan exactamente hasta el
momento en que su pequeño llega de la guardería con el consabido marco de
macarrones pintados; entonces todo es emoción y buen rollo en casa, aunque
sigue siendo igual de kitsch y hortera.
Y así exactamente, como un trabajo
manual de papier maché o macarrones, es la película en la que Garry Marshall
repite experiencia por cuarta vez con Julia Roberts, su actriz fetiche, la que
le asegura un éxito de taquilla. Para añadir papeletas al bombo de la suerte,
en la película intervienen igualmente Jennifer Aniston y Kate Hudson, dos
rubias con gancho que, en este caso, son el contrapeso colorista de una Roberts
pelirroja. Jason Sudeikis -pareja de éxito con Aniston desde “Somos los
Miller”, repiten por quinta vez- completa el reparto de esta agridulce comedia
de amores, desamores, rupturas y recomposiciones, mujeres luchadoras y torpes,
profesionales y amas de casa que, al acercarse el Día de la Madre cruzan sus
destinos; también con el de un hombre, al que todas consideran encantador, y
quieren volver a emparejar.
En ese momento la pantalla se llena
de globos de colores y niños encantadores en una gran fiesta. En suma, el tipo
de películas a que nos tiene acostumbrados Jennifer Aniston desde que se hizo
mayor y se acabó la serie “Friends”, y Julia Roberts a lo largo de toda su
carrera (salvo honrosas excepciones como “Magnolias de acero” o “Erin
Brockovich”). Por cierto, que en el terreno del cotilleo, las dos actrices no
han coincidido ni un minuto en el rodaje de “Feliz día de la madre”. La única
secuencia en que se dan la réplica la rodaron por separado, utilizando dobles
para el contracampo.
“Mamá se merecía más” titula la
reseña de El periódico de Catalunya. O quizás menos, digo yo. Mamá no necesita
confeti y serpentinas, ni absurdos gorritos y matasuegras.
“No
hubo ni héroes ni traidores, todos fuimos víctimas” (Dalton
Trumbo al recoger el premio Writers Guild of America Awards en 1961, tras el
éxito mundial de “Espartaco”, dirigida por Stanley Kubrick).
Hollywood, años 1947. La guerra
fría ha empezado. Dalton Trumbo forma parte de los guionistas respetados: su
talento y rapidez le convierten en el favorito de muchos realizadores. Justo en
el mismo momento, el senador Joseph McCarthy y el Comité de Actividades
Antiamericanas inician una caza de brujas, persiguiendo a los artistas
relacionados, de una manera u otra, con el partido comunista. Dalton Trumbo
está afiliado entre 1943 y 1948; después se mantiene como simpatizante.
Mientras algunos se preguntan si no sería mejor colaborar con McCarthy, Trumbo
se niega categóricamente, manifestándose como un firme defensor de la libertad
de expresión. Rechaza responder a las preguntas del Comité, que le impone once
meses de cárcel y le incluye en su “lista negra”, lo que oficialmente le
condena al ostracismo y le imposibilita para encontrar trabajo. Gracias a su
talento, y al apoyo de una familia que permaneció unida cuando el viento
soplaba de espaldas, logró eludir la prohibición y acabar rehabilitado, al cabo
de varias décadas de clandestinidad que contribuyeron a forjar su leyenda.
Con el pseudónimo Robert Rich
escribió, entre otros, los guiones de “Vacaciones en Roma” (1953, un primer
Oscar, la película de William Wyler que lanzó al estrellato a Audrey Hepburn) y
“El bravo” (1956, segundo Oscar, dirigida por Irving Rapper). Kirk Douglas (que
le reclamó para el guión de “Espartaco”) y Otto Preminger (para quien escribió
“Exodo”), le contrataron oficialmente en 1960 escribiendo, de paso, el epitafio
de la lista negra.
Recreación del aspecto más abyecto
del Hollywood dorado, la película “Trumbo”, dirigida por Jay Roach (“En campaña
vale todo”, “Los padres de ella”), está basada en la biografía del guionista
escrita por Bruce Cook y protagonizada por Bryan Cranston (“Godzilla”,
“Breaking Bad”), Helen Mirren (“Eye In The Sky”, “The Queen”, “RED”), Diane
Lane (“La tormenta perfecta”, “Infiel”), Elle Fanning (“Maléfica”, “Super 8”),
John Goodman (“Los Picapìedra” “El vuelo”), Louis C.K. (“La gran estafa americana”,
“Blue Jasmine”), Michael Stuhlbarg (“La invención de Hugo”, “Siete sicópatas”) y
Adewale Akinnuoye-Agbaje (“Pompeya”, “El caso Bourne”).
Delaciones, caza de brujas,
interrogatorios, torturas, cárcel, vidas destrozadas. “En nombre de una
libertad que nunca estuvo amenazada, los perros guardianes de la derecha más
conservadora acosaron a personas como Trumbo”.
“Hay algunas preguntas a las que
solo un imbécil o un esclavo podrían responder con un sí o un no” (respuesta de
Dalton Trumbo al Comité de Actividades Antiamericanas).
Suena una máquina de escribir y se
escucha ruido de agua: Dalton Trumbo, con su inseparable colilla en los labios
y las gafas en la punta de la nariz, trabaja sobre una plancha de madera en
difícil equilibrio en la bañera. Así es como conocemos al personaje del relato,
así es como le veremos en muchas otras ocasiones: escribiendo a marchas
forzadas, estajanovista todoterreno…La película no lo dice, pero Trumbo estaba
exiliado en México donde hacía un calor sofocante.
Terrible y apasionante, la película
“Trumbo” tiene un tono cáustico e irónico y Bryan Cranston (el héroe de la
afamada serie Breaking Bad), divertido, irascible y siempre elegante, consigue
un trabajo impecable al meterse en la piel del personaje: una figura histórica
del Hollywood de los grandes estudios, “un auténtico resistente dispuesto a
sacrificar todo por sus ideas, un currante superdotado y, en definitiva,
victorioso sobre sus adversarios y la adversidad” (Cécile Mury, Télérama). Y,
en torno a él, con el humor de una comedia, todo un mundo de celebridades de la
época: el ultraconservador John Wayne, la perversa Hedda Hopper (“la pasionaria
del anticomunismo”), un Edward G. Robinson obligado a traicionar a sus colegas,
un Kirk Douglas que al ofrecerle “Espartaco” inicia el camino de la rehabilitación.
Dalton Trumbo nació el 9 de
diciembre de 1905 en Clorado y murió, a los 70 años, el 10 de septiembre de
1976 en Los Angeles. En 1971, una década después de salir de la lista negra del
maccarthysmo, escribió y realizó la película “Johnny cogió su fusil” -a partir
de la novela del mismo título que había escrito en 1939, mucho antes de
alcanzar la fama como guionista- que consiguió el Gran Premio del Jurado en el
Festival de Cannes. Posteriormente dirigió “Papillon” (1973) y Executive Action
(basada en distintas teorías conspirativas sobre el asesinato de John F.
Kennedy).
En 2007, su hijo Christopher
Trumbo, como guionista, y el realizador Peter Askin (Lío en La Habana) le
rindieron homenaje con el documental “Trumbo y la lista negra”. En él,
estrellas del Hollywood actual, como Michael Douglas, Dustin Hoffman, Donald
Sutherland, Liam Neeson o Josh Lucas, ponen voz a las cartas y fragmentos
escritos por Dalton, considerado por muchos como el mejor guionista de su
ápoca.
"Muchos tunecinos piensan que los homosexuales
deberían esconderse en lugar de expresarse en los medios de comunicación”.
Este comentario, de la asociación que lucha contra la
homofobia Shams, lo ha provocado el hecho de que distintos comercios de la
capital de Túnez hayan colocado en sus escaparates y puertas carteles
prohibiendo la entrada a los homosexuales, cuenta Mohammed Shams (un
pseudónimo, por razones de seguridad, tras el cual se encuentra un miembro de
dicha asociación,), que ha denunciado los hechos al programa Les Observateurs,
del canal internacional France 24. En este espacio, que se repite varias veces
al día, aparecen noticias enviadas por ciudadanos de todo el mundo, que
denuncian casos de abusos, torturas, discriminación…, previamente confirmadas
por los periodistas del canal. El corresponsal dice que Shams está muy
preocupada por el aumento de mensajes de odio contra los gays del país.
Un restaurante, una tienda de comestibles, un café de
Internet, dos bazares que venden ropa y teléfonos móviles, un taxi…, y en todas
partes la misma advertencia: «Prohibido a los homosexuales». Los primeros
avisos aparecieron el 21 de abril, al día siguiente de que el presidente de la
organización Shams apareciera en el programa "Klem Ennes", que emite
el canal El Hiwar Ettounsi. Una semana antes, y en el mismo programa, el actor
tunecino Ahmed Landolsi había calificado la homosexualidad de «enfermedad», una
definición que generó muchas protestas pero también numerosos mensajes de
apoyo. En Shams aseguran que reciben decenas de amenazas de muerte diarias.
Es la primera vez que vemos este tipo de amenazas en los
comercios. En uno de ellos, se prohíbe incluso la entrada a los ateos. Estas
fotos nos las envían los internautas, pero algunas de ellas las han colgado en
Internet los propios comerciantes- dicen en la asociación de defensa de la homosexualidad.
Mucha gente en Túnez está de acuerdo con ellos, aunque otra parte de la
población los condena. Por nuestra parte, hemos llamado a boicotear estos
establecimientos, apoyándonos en el artículo 24 de la ley nº 64 de 1991, que
prohíbe expresamente negarse a vender productos o proporcionar servicios a un
cliente. Además, nos preguntamos de que instrumentos disponen esos comerciantes
para distinguir si un cliente es homosexual o heterosexual”.
El corresponsal del canal
francés asegura que en los últimos días han aparecido otras fotos en Internet
con mensajes que piden que se mate a los homosexuales, subidas probablemente
por miembros de la policía, la guarda nacional, protección civil o el ejército,
instituciones que se distinguen desde siempre por su homofobia declarada. El
canal France 24 no ha podido verificar la autenticidad de las imágenes, por lo que no
las incluye en el reportaje..
En Túnez sigue existiendo un rechazo de la homosexualidad
muy generalizado. Mucha gente piensa que es una “actitud contra natura” y
contra la religión. Algunos toleran a los gay pero piensan que deben esconderse
y no aparecer en los medios. El código penal tunecino considera la
homosexualidad un delito. El artículo 230 establece una pena de tres años de cárcel
para las personas culpables de “prácticas homosexuales.
“Afortunadamente -finaliza la información- la mentalidad
va evolucionando: según los sondeos, en 2013, el 94% de los tunecinos decían
estar en contra de la homosexualidad, frente al actual 64%”.