miércoles, 27 de enero de 2016

Giusi Nicolini, alcaldesa de Lampedusa, Premio Simone de Beauvoir 2016


Giusi Nicolini, alcaldesa de la isla de Lampedusa y Linosa, conocida como “la leona de Lampedusa” por su valiente actitud en favor de los refugiados que llegan diariamente a la isla, ha recibido el Premio Simone de Beauvoir –destinado a mujeres que se distinguen por su defensa de los valores humanos y la libertad- por su actitud en favor de los refugiados que llegan diariamente a la isla”. El Premio que se entrega el 9 de enero, fecha del nacimiento de la escritora francesa, asciende a la suma de 15.000 euros.

En su discurso de aceptación, Giusi Nicolini no se ha mordido la lengua a la hora de criticar la política migratoria europea: “Delante de los ataúdes del naufragio del 3 de octubre de 2013, los políticos dijeron “nunca más un muerto en el mar”; pero después, en lugar de activar canales humanitarios seguros, en lugar de hacer gestos de paz al menos dejando de facilitar armas a los países en guerra, han pedido el cierre de la Mare Nostrum, la operación humanitaria que llevaba a cabo la marina italiana, a la que consideran culpable de salvar “demasiado rápidamente” y de incentivar las llegadas (…) También en los últimos meses la UE ha demostrado una enorme hipocresía: por una parte ha dicho que ponía en marcha un plan de acogida de migrantes, estableciendo cuotas igual que hace con la leche, y luego ni siquiera ha sido capaz de acogerlos (…) Dedico el premio a las mujeres que han llegado violadas y pienso invertirlo en un proyecto concreto que al menos pueda salvar a algunas del abismo de la depresión y la desesperación”.

En un comentario en twitter, recuerdan que Giusi Nicolini recibió en 2015 el Premio al ciudadano europeo, que entrega el Parlamento Europeo, como reconocimiento a todos los habitantes de la isla por su comportamiento durante el naufragio del 3 de octubre de 2013, que costó la vida a 366 migrantes.

Francia: Una obra de arte por inmueble


Trece pesos pesados de la inmobiliaria francesa han firmado con el Ministerio de Cultura galo el compromiso “1 inmueble, 1 obra”, por el que se comprometen a adquirir una obra de arte por cada construcción o renovación de inmuebles, y a instalarla en el edificio, según la información publicada por Culturebox, el resumen cultural diario del canal internacional France 24.

Con la firma del documento, las empresas inmobiliarias se comprometen a encargar una obra a un artista, o comprar alguna existente, “para los inmuebles que construyen o restauran”, siempre de unas dimensiones y valor acorde con las características del edificio. El ministerio pone a disposición de estos empresarios un servicio de expertos que pueden aconsejarles; las empresas se encargarán de los costes de producción e instalación de la obra, así como de que el artista reciba “una justa remuneración”.

Según la ministra de cultura Fleur Pellerin, cuyo objetivo es “llevar el arte a la vida”, de cumplirse el compromiso se instalaran anualmente un millón de obras de arte en edificios nuevos o remodelados, ya sean residencias, lugares de trabajo o sitios de paso (oficinas, etc.). Los primeros proyectos se expondrán, a comienzos de 2017, en una gran exposición, en el parisino Palais de Tokyo.

Respira de Christian Zübert

Dos Europas enfrentadas

Tras su presentación mundial en la Sección Oficial del Festival Internacional de cine de Toronto TIFF40 (*) y tras clausurar la edición 2015 del Festival de Gijón, Respira (One Breath), sexto largometraje del realizador alemán Christian Zübert (Tour de Force, Three Quarter Moon), es un thriller, con mucho de psicológico, que reflexiona sobre la situación de los trabajadores en la Europa actual y la necesidad cada vez mayor de tener que emigrar en busca de oportunidades. Por lo mismo, también es una dramática reflexión social sobre las dos Europas, del norte y del sur, rica y pobre, centrada en dos protagonistas femeninas a las que el azar cruza.

Elena (Chara Mata Giannatou) es una joven griega cualificada que ante la falta de perspectivas en su país decide seguir los consejos de una amiga y emigrar a Frankfurt en busca de trabajo. Tessa (Jördis Triebel), casada con Jan (Benjamin Sadler), marido controlador y padre obsesivo y angustiado, es una mujer profesional que intenta hacer compatible su reciente maternidad con el trabajo. Tras pasar varios meses cuidando a la pequeña Lotte, contrata a Elena como niñera. Unos iniciales desencuentros no impiden que las dos mujeres terminen sintiendo un cierto grado de empatía. Hasta que un día la pequeña Lotte desaparece del cochecito mientras Elena entra a comprar en una tienda. Asustada huye, regresa a Grecia. Desesperada, Tessa culpa a la niñera, decide seguirla y termina encontrándola, y enfrentándose a ella.

Sin saber que la pequeña ha reaparecido en Alemania tras haber sido secuestrada por una enferma mental, las dos mujeres viven en Atenas el último episodio de esta larga pesadilla, en la que son víctimas todos los personajes.

Rodada en Frankfurt y Atenas, Respira es una alegoría de esta Europa de ricos y pobres, cuyas causas hay que buscarlas no solo en la reciente crisis mundial del capitalismo más salvaje, sino también en la mala gestión y la corrupción endémica que algunos de sus países arrastran desde hace prácticamente el último siglo. La historia está bien contada, a pesar de que en algunos momentos adquiere un desagradable tinte de moralina y de que la resolución final parece un tanto precipitada, y más débil que el resto de la narración (en mi opinión, el hecho de que la niñera descubra que está embarazada no añade ni quita nada a la historia, pero evidentemente perjudica los últimos minutos). Al parecer, el título, que resulta un tanto incomprensible, se explica por el hecho de que la palabra tiene varios significados en griego.


(*) TIFF, Tagged Image File Format, formato de archivo de imágenes etiquetadas. Un formato de imagen de alta resolución basado en etiquetas. TIFF se utiliza para el intercambio universal de imágenes digitales.

martes, 26 de enero de 2016

El gran día de Pascal Plisson

Cuatro niños, en cuatro países pobres, en el día más importante de sus vidas

El gran día, documental de producción francesa dirigido por Pascal Plisson es como una continuación de su anterior obra, Camino a la escuela, un himno a la educación, al esfuerzo por conseguir un sueño, protagonizado en este caso por cuatro adolescentes que se preparan para lograr una victoria, en distintos terrenos; una victoria que puede suponer el cambio no solo de su vida, también de la de su familia, y que en este caso depende de un momento: una prueba, un examen, un combate…

Albert tiene 11 años y vive en un barrio obrero de La Habana, en una casa bastante destartalada, y su sueño es convertirse en el boxeador que su padre no llegó a ser, a causa de una lesión. Deegi, 11 años, vive en Mongolia y sueña con convertirse en contorsionista profesional y formar parte de uno de los mejores circos del mundo, en Singapur. El ugandés Tom, de 19 años, aspira a convertirse en guarda forestal y cuidar del medio ambiente y la fauna de su país. Nihi, 15 años, quiere estudiar ingeniería en la universidad pero su familia no tiene dinero para pagárselo. Si consigue quedar entre las 30 mejores en una prueba oficial que se organiza cada año en India, Nihi dispondrá de lo necesario para preparar durante un año su ingreso en la facultad.

En la misma línea que Camino a la escuela, Pascal Plisson sigue dedicándose, en otro documental cargado de poesía, a elogiar a una juventud que, en distintos lugares del mundo, pone todo cuanto está a su alcance para conseguir el objetivo de alcanzar un sueño largamente acariciado. El director se empeña en recordar en todo momento el papel de la educación en unas infancias que son auténticas epopeyas personales, y los espectadores nos vemos transportados de un país a otro –y de un a otro sueño-, descubriendo el papel que la familia juega en las distintas culturas que visitamos. No se trata de casos excepcionales, sino de chicos y chicas normales en su entorno: todos son pobres, todos encuentran grandes dificultades para alcanzar la meta que se han propuesto, pero todos poseen esa decisión que puede con las barreras. No olvidemos que, en la mayoría de los países pobres, el éxito escolar es un elemento indispensable para intentar después consolidar un futuro y ascender en la escala social (en este aspecto, el documental de Plisson tiene momentos que rozan la telerealidad y le restan fuerza).

Todas las coloridas y vibrantes imágenes de las distintas historias –desde la gente que se baña en el Ganges hasta la fauna del Parque Queen Elizabeth, pasando por los coches de antiguos modelos estadounidenses que los habaneros reparan y reparan para seguir usándolos hasta el infinito- nos muestran unas vidas llenas de contrastes, de experiencias ignoradas, que emocionan. Para el resto de las familias, esos niños que alcanzan su cuota de éxito serán siempre un ejemplo y el acicate necesario.