viernes, 29 de mayo de 2015

Misericordia (Los casos del Departamento Q): el thriller que viene del frío



En los países del norte de Europa la noche invernal es dura, áspera, muy fría y sobre todo interminable. Durante seis meses los escandinavos entran y salen del trabajo siendo noche cerrada y con más de doce horas por delante para pasarlas, a falta de nada mejor, encerrados en casa. Antes de que hubiera radio, cine, televisión o Internet, noruegos, suecos, daneses, finlandeses (que a ratos eran rusos) e islandeses, transcurrían la larga noche contándose historias, hermosas historias en las que aparecen los tradicionales personajes de nuestros cuentos (hadas, princesas, animalitos simpáticos, casitas en los bosques, buscadores de frutillas, inventores fantásticos…) y también elfos, trolls, genios que se convierten en árboles, árboles que tienen brazos y piernas, barcos de madera que cruzan los océanos… La invención, repetición y transformación de interminables relatos que allí se llaman sagas (y prestan su nombre a los cuentos de otras latitudes), ha convertido a los habitantes de esos pueblos del Norte en magníficos narradores, tanto orales como en escritos. La moderna manifestación del fenómeno es esta última generación de autores de novelas policíacas, “negras”, thrillers, que parecen convertir en oro todo lo que tocan: sus libros alcanzan tiradas de millones de ejemplares en todo el mundo, y muy diversas lenguas, cuando la edición en occidente pasa por la enésima y peor crisis de su historia y las tiradas apenas se cuentan en unos cientos de ejemplares (cuando no son ediciones de autor, hechas prácticamente para los amigos y los puestos de lance).

¿Hasta dónde puede llegar la venganza de un psicópata? ¿Hasta dónde es capaz de llegar el autor de un guión de cine negro, sobre todo si es de la nueva escuela nórdica iniciada en el cine con Millenium, en la literatura mucho antes con Asa Larsson, Henning Mankell, Camilla Läckberg o Mari Jungstedt, y en Dinamarca con la saga del Departamento Q (seis libros hasta la fecha escritos por Jussi Alder-Olsen), inaugurada precisamente con La mujer que arañaba las paredes que ha servido de base para la adaptación de “Misericordia”, salvo que pese al título la mujer tenía muy difícil arañar las paredes de un tanque blindado?

Para amantes de series televisivas como True Detective o Cold Case, “Misericordia. Los casos del Departamento Q”, thriller truculento producido por Lars von Trier, dirigido por el danés Mikkel Norgaard (Borgen, espléndida serie sobre política y poder) e interpretada por Nikolaj Lie Kaas (Brothers, Open Hearts, una cara totalmente cinematográfica, un único gesto adusto y media sonrisa final) y Fares Fares (Zero Dark Thirty, la nota de humor, escaso, en el relato; el musulmán sosegado que rebaja la tensión) –que con el tiempo acabará siendo la primera entrega de una saga nacida con el propósito de alcanzar la aureola inaugurada con Millenium; ya se ha estrenado la segunda titulada Profanación- es la clásica e incluso tópica “buddy movie” (*), historia protagonizada por una pareja de investigadores policiales más parecida en su resolución a un capítulo de cualquiera de esas series –buenas series, pero series- que a un largometraje al uso, con sus personajes herméticos y sin claroscuros, sus secuencias sincopadas atrás y adelante en el tiempo, su montaje, su estética y su más que previsible final, “a pesar de que el cineasta ha confesado sentirse influenciado por la obra de David Fincher (Seven, Zodiac, Millenium)… (está) muy lejos de la maestría formal y narrativa del genio del thriller moderno».

Tras la clásica “metedura de pata” profesional que consiste en asaltar una vivienda de sospechosos sin esperar la llegada de los refuerzos solicitados, lo que termina con un agente muerto y otros dos heridos, al inspector de policía Morck le castigan a clasificar casos cerrados sin resolver, en un despacho situado en los sótanos y ayudado por un colega procedente de la inmigración, Assad (¿un guiño a la actualidad?), que no parece muy espabilado. El inspector es incapaz de resistir su instinto de sabueso y decide investigar, primero más o menos a escondidas y después en abierta rebeldía frente a sus superiores, el caso de una joven política desaparecida cinco años antes, que se cerró considerándolo un suicidio en el mar pese a que nunca apareció el cuerpo.

Dura, violenta y con pocos matices, “Misericordia” es una película para incondicionales del género.





(*) “Película de colegas”. Género cinematográfico que funciona desde principios de los años 1980, articulado en torno a un dúo de héroes compuesto por dos personalidades muy diferentes, normalmente policías obligados a trabajar en equipo muy a su pesar. La colaboración, en principio difícil, se transformará poco a poco en sólida amistad, y la pareja conseguirá siempre remontar las adversidades frente al adversario. Accesoriamente, el contraste entre los dos personajes puede servir para darle un aspecto cómico a la historia que se cuenta.

jueves, 28 de mayo de 2015

Matar el tiempo, el americano bueno que salva a la puta engañada



Robert Walton (Ben Temple, conocido actor de series, El tiempo entre costuras) un anodino ciudadano estadounidense viudo, auditor de un banco multinacional, que recorre el mundo prestando sus servicios en las diferentes oficinas y filiales de la compañía, se encuentra en un hotel madrileño conectado a través de su webcam con la casa donde vegeta una madre afectada de demencia senil, acompañada de alguien que le cuida, y con una hija joven adolescente a la que le resulta muy difícil controlar en la distancia.

La soledad de la habitación y el aparente nulo interés por ningún otro tipo de actividades, le lleva a utilizar también el ordenador para echar un vistazo a algunas páginas de contactos y finalmente contratar los servicios de una prostituta de nombre Sara (Esther Méndez, quien con este papel hace su ingreso en la gran pantalla).

A partir de aquí el ejecutivo entrará voluntariamente en una serie de situaciones desagradables y peligrosas, como un caballero andante dispuesto a lo que sea para salvar a su dama: situación ciertamente naif, pero en todos los tiempos ha habido quijotes y redentores.

Los candentes y gravísimos problemas de la inmigración, las mafias de trata de mujeres y, ya puestos, de órganos y a saber de cuantas cosas más, aparecen en un thriller, prácticamente contado como una sucesión de capítulos de un odioso “reality”, dirigido por el salmantino Antonio Hernández, que no ahorra en el relato palizas, torturas, chantajes…ni tampoco dependencia de Internet, uno de los graves males de la época, donde las cosas nunca se presentan tal y como son en realidad y donde la gente navega muchas veces para matar el tiempo y se encuentra con sorpresas gigantescas.