Desde
que se presentara internacionalmente en la pasada Berlinale, obteniendo el Premio a la Mejor Opera Prima, la película
mexicana Güeros no ha parado de cosechar premios, entre ellos el
Premio Horizontes Latinos en el Festival de San Sebastián 2014, que lleva
aparejada una ayuda de económica de 35.000 euros. “No es solo una road
movie urbana, sino también un retrato generacional y un íntimo acercamiento a
esos instantes de pasión y rebelión que acontecen en los intersticios de la
adolescencia y la madurez. Y, sobre todo, narra una hermosa historia,
elegantemente filmada en B/N, que provoca emociones y adhesiones”. (http://periodistas-es.com/62-festival-san-sebastian-premio-horizontes-latinos-para-la-mexicana-gueros-41530).
“Güeros”,
primer largometraje de Alonso Ruispalacios (México DF, 37 años, procedente del teatro
y la televisión, donde ha trabajado como guionista) narra el encuentro entre
Sombra y su hermano menor, Tomás, quien lo visita en la Ciudad de México tras
algunos sucesos desafortunados en casa de su madre. La llegada del joven Tomás
imprime energía a la monótona vida de Sombra y su amigo Santos (un ligero
parecido con el Cantiflas más joven), “en pausa” tras la huelga de la Unam (la
huelga de la UNAM 1999-2000 fue un movimiento estudiantil que se inició en
abril de 1999 en contra de la modificación del Reglamento General de Pagos
(RGP) de la Universidad Nacional Autónoma de México, la más importante
institución de educación media-superior, superior y de posgrado del país). Los
tres deciden emprender juntos un viaje para encontrar a un legendario músico
que escuchaban de niños, y cuyo paradero se desconoce desde mucho tiempo atrás.
Una búsqueda que, atravesando las fronteras invisibles de la Ciudad de México,
les llevará a descubrir que no pueden huir de sí mismos.
Comedia,
pues, de iniciación y un poco de homenaje a la “nouvelle vague” francesa de los
años sesenta (Los 400 golpes, aunque también Los golfos de Carlos Saura).
“Hasta ahora –escriben en la publicación digital elinformador.com.mex- el cine
mexicano había evitado el tema de la huelga de la Unam, un hecho que marcó a la
generación del realizador Ruizpalacios, quien vio frustrado su deseo de
ingresar ahí y le obligó a buscarse la vida en Londres, donde estudió teatro…”.
El retrato de la huelga provocó virulentas críticas de sectores de la
izquierda. Aunque el conflicto se toca de forma tangencial, le permite abordar
otros temas: “El rollo del racismo me interesaba mucho y casi nunca se toca en
México. En un país de criollos y mestizos, palabras como güero y narco flotan
con naturalidad en el aire sin que se repare en la violencia soterrada que
cargan… El racismo también está presente en los movimientos organizados… No
vamos a poder avanzar si no cuestionamos por qué hay clasismo y sexismo, por
qué se descalifica por el color de la piel. Quería decir algo sobre ello sin
dar lecciones”.
En
México se llama “güeros” a las personas rubias, por oposición a las morenas,
una denominación de origen racial que con el paso del tiempo ha adquirido un
matiz más bien social, y siempre en relación con “el otro”: la gente de las bajas
sociales llama güeros a quienes consideran de mejor posición.
Güeros
es una película que se ve con interés porque se adivina que está hecha con
interés por el grupo de actores jóvenes que la sustenta; tiene el mérito de la
frescura que destila toda la historia, un relato en el que van apareciendo
enredos que terminan por colocar a todos los personajes en el sitio que les
corresponde, en esa megalópolis que es la ciudad de México, “cargada de
contrastes e historias mínimas en cada rincón” (Cine maldito).
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