lunes, 11 de mayo de 2015

Echevarriatik Etxeberriara: Oiartzun, crónica de un pueblo que ha convivido con la violencia




Una película necesaria

“El final del conflicto empezará el día que se reconozca el sufrimiento de todas las víctimas” (Aiora Pérez de San Román, alcaldesa).



Tras su estreno internacional en la Sección Oficial en el Festival de Derechos Humanos de San Sebastián, la película "Echevarriatik Etxeberriara: De Echevarría a Etxeberria”, obtuvo la Txapela de Oro al Mejor Documental en el Zinemaldia.cat y el Premio en la misma categoría en el prestigioso Cine Campus Internacional.

Largometraje documental antropológico que indaga sobre la relación entre la violencia en la localidad de Oiartzun, una emblemático municipio guipuzcoano de 10.000 habitantes feudo de la izquierda nacionalista euskalduna que, en palabras de su alcaldesa, es mayoritariamente abertzale desde siempre y cuenta con su cuota de militantes de ETA, nacionalistas de distintas siglas, algunos muertos, entre ellos el alcalde franquista Antonio Echevarría asesinado el mismo día de la muerte del dictador, algún “arrepentido”, presos que han cumplido –o están cumpliendo todavía- condenas interminables, familias destrozadas y vecinos enfrentados que, amigos desde la infancia y pertenecientes a la misma cuadrilla, evitan “hablar de política” para no convertirse en adversarios, cuando no enemigos, y llevan años preguntándose “que han hecho mal los otros”. En Oyarzun se recibe a los presos que regresan con poemas y canciones en la plaza mayor y se recuerda a los que siguen encerrados con banderas en las ventanas y pancartas en la calle; se les menciona antes de comenzar los partidos de fútbol o de pelota y los espatadantzari bailan para los muertos.

La ideología de este documental –valiente y necesario para, al menos, una primera aproximación al “conflicto- , según su director Ander Iriarte (Los Inocentes) “se ubica dentro de la izquierda nacionalista, entendiendo ese término como punto de encuentro de varias ideas flexibles: de la música a la lengua, de la política a la industria, etc. De forma voluntaria o no, la violencia, en todas sus formas y manifestaciones, ha estado estrechamente ligada a la izquierda nacionalista. El propósito del documental es analizar ese vínculo”. ‘Violencia’ es un término” cuyo significado puede variar según desde donde se pronuncie (ETA, policía, políticos, el pueblo, el Estado, la psicología, etc.) “hasta convertirse en arma de doble filo para argumentar las tesis de cada cual”.

La investigación llevada a cabo por el autor en entrevistas directas con distintos personajes del pueblo, y apoyándose en las tesis presentadas por el antropólogo vasco Joseba Zulaika y el historiador alemán, profesor de la Universidad del País Vasco, Lugder Mees. A lo largo de la hora y media de proyección, tienen un papel destacado el ex etarra Rufi Etxeberria, quien renunció a la violencia y hoy miembro de la dirección de Sortu, Ixiar Galardi –militante de ETA militar que ha cumplido veinte años de cárcel- y Lide Martiarena, maestra de ikastola durante muchos años “la hija de Martiarena”, y durante otros tantos “la novia de un preso” con el que tuvo dos hijos. Me dicen –porque yo no le conozco- que también está Bikila, el padre del realizador, el veterano activista que, andando por un bosque, confesó a su hijo adolescente que era militante de ETA.

Años después Ander Iriarte se marchó a estudiar a Barcelona, le surgió la idea del documental porque –ayudado por la distancia- "el shock cultural fue muy grande y me di cuenta de que muchas cosas no sabía explicarlas". Entre ellas porqué en el mismo pueblo -un pueblo donde, como en la mayoría del País Vasco, hay un nivel de vida acomodado-, procedentes de un medio social muy similar, con una educación casi idéntica y todos abertzales, en un momento dado algunos jóvenes optaban por enrolarse en ETA y otros elegían terminar una carrera o aprender un oficio. Y también por qué el lenguaje oficial –a partir de la definición del juez Garzón de que todo lo relacionado con la izquierda nacionalista era ETA- se había colado en los medios de comunicación y había llegado a impregnar la sociedad española hasta el punto de que una gran mayoría identificaba abertzales con terrorismo. Después ha explicado que esas dudas estuvieron años dando vueltas en su cabeza e hizo el documental para dar respuestas a las preguntas, tanto a sí mismo como a los demás.

No hay ningún joven en el documental, solamente se escucha la voz de una persona que relata cómo fue torturada. Ander Iriarte explica que ninguno ha querido colaborar, que “miden sus palabras porque no quieren arriesgarse a consecuencias legales y políticas”. Rufi Etxeberria explica que tienen "miedo a la represión".





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