Robert
Walton (Ben Temple, conocido actor de series, El tiempo entre costuras) un
anodino ciudadano estadounidense viudo, auditor de un banco multinacional, que
recorre el mundo prestando sus servicios en las diferentes oficinas y filiales
de la compañía, se encuentra en un hotel madrileño conectado a través de su
webcam con la casa donde vegeta una madre afectada de demencia senil,
acompañada de alguien que le cuida, y con una hija joven adolescente a la que
le resulta muy difícil controlar en la distancia.
La
soledad de la habitación y el aparente nulo interés por ningún otro tipo de
actividades, le lleva a utilizar también el ordenador para echar un vistazo a
algunas páginas de contactos y finalmente contratar los servicios de una
prostituta de nombre Sara (Esther Méndez, quien con este papel hace su ingreso
en la gran pantalla).
A
partir de aquí el ejecutivo entrará voluntariamente en una serie de situaciones
desagradables y peligrosas, como un caballero andante dispuesto a lo que sea
para salvar a su dama: situación ciertamente naif, pero en todos los tiempos ha
habido quijotes y redentores.
Los
candentes y gravísimos problemas de la inmigración, las mafias de trata de
mujeres y, ya puestos, de órganos y a saber de cuantas cosas más, aparecen en
un thriller, prácticamente contado como una sucesión de capítulos de un odioso
“reality”, dirigido por el salmantino Antonio Hernández, que no ahorra en el
relato palizas, torturas, chantajes…ni tampoco dependencia de Internet, uno de
los graves males de la época, donde las cosas nunca se presentan tal y como son
en realidad y donde la gente navega muchas veces para matar el tiempo y se
encuentra con sorpresas gigantescas.
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