jueves, 30 de mayo de 2013

El viaje a la Luna de Méliès, un grato viaje a los orígenes



“¡Todos descendemos de Méliès!(Martin Scorsese)

En enero de 2013 se han cumplido 75 años de la muerte de Georges Méliès, uno de los padres fundadores del cinematógrafo. El 31 de mayo de 2013, Cines Verdi estrena una versión remasterizada de El Viaje extraordinario. Viaje a la Luna, una película de 16 minutos de duración realizada en 1902, uno de “los mudos” más famosos de la historia del séptimo arte.

La Luna con el obús, en el que llegan los sabios procedentes de la tierra, incrustado en un ojo es una de las imágenes más divulgadas de aquellos tiempos en que el cine daba sus primeros pasos, consiguiendo con pocos medios técnicos y mucha imaginación unos resultados auténticamente espectaculares que incluyen la recuperación de algunos tradicionales cuadros circenses, el uso de efectos especiales y la creación de seres extraordinarios, como en este caso los selenitas. Ver hoy El Viaje a la Luna «es volver a los orígenes, regresar a las primeras luces del cine cuanto todo era misterios, sueños y creaciones por llegar».

La historia es muy simple: un grupo de astrónomos deciden que les disparen en dirección a la luna, a bordo de un proyectil lanzado desde un enorme cañón. La hazaña es un éxito y, una vez llegados al satélite, los científicos se encuentran con un paisaje increíble y unos seres diferentes, los selenitas, que quieren hacerles prisioneros. Sin embargo, consiguen escapar y regresar a la tierra ensu astronave.

Treinta años más tarde, en 1933, Georges Méliès confesaba: “La idea del Viaje a la Luna me vino del libro de Julio Verne De la Tierra a la Luna y alrededor de la Luna, una obra en la que los humanos fracasan en su intento de aterrizar en la Luna. Utilizando el mismo procedimiento que el descrito por Julio Verne –cañón y cohete- imaginé la posibilidad de alcanzar la Luna y poder crear y mostrar muchas originales y divertidas imágenes fuera y dentro de la Luna, y enseñar sus monstruosos habitantes y añadir también uno o dos efectos artísticos (mujeres representando a las estrellas, cometas, efectos de nieve, fondo del mar, etc…)”.

El resultado es un divertido corto que algunos especialistas han definido como “la primera película de ciencia ficción” y cuyas fuentes de inspiración han encontrado no solo en Julio Verne sino también en H.G. Wells (Los primeros hombres sobre la Luna, 1901). Sus protagonistas son una especie de caricatura del mundo científico de la época: barbudos con cabellos revueltos, decorados sorprendentes y mucha disputa a golpes de paraguas. La película se filmó cuadro a cuadro, utilizando distintos fondos para cada escena. Ya entonces Méliès hizo versiones tanto en blanco y negro, como coloreadas a mano. Una de éstas últimas, apareció en 1993 en Barcelona y fue donada a la Filmoteca de Cataluña.

Gracias a una minuciosa restauración, en 2011 –y coincidiendo con el 150 aniversario del nacimiento de su autor- se pudo presentar por primera vez la versión coloreada de El viaje a Luna, restaurada y completada por una banda sonora escrita por el duo francés AIR (Amour, Imagination, Rêve- Amor, Imaginación, Sueño), en el marco del Festival de Cannes 2011.

La idea de viajar al espacio formaba parte el imaginario colectivo de finales del siglo XIX y principios del XX. Antes de que la película de Méliès pudiera verse en las pantallas francesas de la Feria del Trono, en septiembre de 1902, los lectores de todo el mundo conocían las obras de Verne, pero también las de André Laurie (Los exiliados de la Tierra, 1888), Pierre de Sélènes (Dos años en la Luna, 1896) yGeorge Le Faure (Aventuras extraordinarias de un sabio ruso, 1889-1896), además de Los primeros hombres sobre la Luna, del ya mencionado Herbert George Wells (1901), donde el aventurero Cavor descubre la civilización selenita a bordo de su astronave. Pocos años antes, el compositor Jacques Offenbach estrenaba una «ópera mágica», titulada El Viaje a la Luna, en el Teatro de la Gaîté (1875). Desde entonces, y hasta 1969, cuando la misión del Apolo XI la hizo realidad, viajar a la Luna se convirtió en una de las utopías científicas del siglo pasado.

En 1895, también en Francia, los hermanos Lumière descubrían la técnica del cinematógrafo y presentaban al público, en el sótano del Salón Indio del Grand Café, en el boulevard des Capucines de París, La salida de las fábricas Lumière, que abriría la espita al desfile de “iluminados” que iban a lanzarse a hacer realidad una de las aventuras más hermosas de la creatividad humana. Méliès formaba parte de ese círculo y en 1896 realizaba su primera película, Una partida de cartas (definida entonces como “imágenes animadas”, la palabra film, película, no se había inventado todavía), que duraba, como otros intentos de la época, menos de un minuto y consistía en la filmación de imágenes reales. En un primer tiempo, los realizadores estaban más motivados por explotar al máximo las posibilidades técnicas de las máquinas, que por sus aspectos artísticos.

Pero Méliès era un hombre especial. Nacido en una familia de industriales acomodados, dibujante, caricaturista, ilusionista (en 1891 creó la Academia de Prestidigitación, que dos años después se transformó en el Sindicato de Ilusionistas de Francia, y en 1904 en la Cámara Sindical de la Prestidigitación, que presidió durante treinta años), construyó un estudio en su propiedad de Montreuil y fundó la compañía Star Film con la que abordó diferentes intentos de “hacer cine” sobre los temas más diversos, desde una sesión de prestidigitación hasta el “caso Dreyfus”, desde Fusto y Margarita hasta Juana de Arco. Convertido más tarde en propietario del  parisino Teatro Robert Houdin, tras vender su parte en el negocio familiar a uno de sus hermanos, cada noche deleitaba al público asistente a sus Soirées Fantastiques con números de magia, trucos y “escamoteos”, haciendo desaparecer a una joven tras una cortina, transformándola en un esqueleto y haciendo que reapareciera para saludar al respetable.

La misma técnica que aplicó más tarde al Viaje a la Luna, sustituyendo en los cuadros filmados unas imágenes por otras. Se reservó el protagonista principal, el profesor Barbenfouillis;  para el resto de “sabios” pertenecientes al Club de Astrónomos echó mano de sus fieles amigos, y para todos los personajes “soñados” de unos cuantos acróbatas del cabaret Folies Bergères, algunas de las coristas del Teatro de Châtelet y unos cantantes de music-hall. El titanesco coloreado de las copias se llevó a cabo en el taller de Elisabeth Thuillier, que contaba con 200 obreros que pintaron una a una las 13.795 imágenes del Viaje a la Luna.

Hasta 1913 Méliès realizó más de 500 películas cortas. Los espectadores seguían en masa las novedades del “estilo Méliès”, descubriendo los inventos de un cineasta cuya imaginación parecía no tener límites. Pero ya entonces la competencia económica empezó a causar estragos entre los pioneros y los estudios americanos se hicieron poco a poco los amos del mercado: el público quería comedias y dramas realistas y las visiones de Méliès dejaron de interesar. Arruinado, en 1913 decidió poner fin a su carrera, abandonó definitivamente el cine y, en un ataque de rabia, llegó incluso a destruir algunas de sus obras. Para sobrevivir, durante un tiempo vendió juguetes en un puesto de la estación de Montparnasse, como muy bien recordaba Martin Scorsese en la reciente película Hugo Cabret (adaptación libre de la novela La invención de Hugo Cabret, de Brian Selznick, que evoca la vida de Georges Méliès y le rinde homenaje). Acabó sus días en el Castillo de Orly, residencia para jubilados del cine. Poco antes, en 1938, Louis Lumiére le impuso la Legión de Honor, al tiempo que decía “Saludo en usted al creador del espectáculo cinematográfico”.

“Desde Mujer en la Luna, de Fritz Lang hasta 2001: odisea en el espacio de Kubrick, la deuda del cine con el genial creador de Montreuil es inmensa”. (Jean Tulard de l'Institut, profesor de la Sorbona, director de la Escuela Práctica de Alto Estudios).

Hijo de Caín, pretencioso drama familiar



Hijo de Caín, un enrevesado thriller rodado en Tarragona por Jesús Monllaó (quien con esta película ha hecho su entrada en el cine de formato grande), consiguió el Premio Asecán a la mejor opera prima en el reciente Festival de Málaga.

José Coronado y los actores catalanes Julio Manrique (también director artístico del Teatre Romeu de Barcelona) y Maria Molins (Premio Gaudí de interpretación femenina por El Bosc), junto a un niño psicópata, David Solans, y un par de niñas que son sus víctimas, protagonizan esta historia sacada de la novela Querido Caín, de Ignacio García Valiño, que llega a los cines comerciales el 31 de mayo de 2013. Completan el reparto Julio Manrique (Soldados de Salamina) y Jack Taylor (La novena puerta)

Nico Albert (David Solans) es un adolescente “rarito” de inteligencia excepcional y una única obsesión: el ajedrez. Carlos (Jose Coronado) y Coral (Maria Molins) -matrimonio burgués de clase media alta con relaciones en el mundo de las finanzas y lujosa vivienda acristalada (por cierto, creo que he visto esa misma vivienda unifamiliar en alguna otra película)-, preocupados por su hijo, contratan al psicólogo infantil Julio Beltrán (Julio Manrique).A través de la terapia y de la común afición al ajedrez, Julio se adentrará en el inquietante mundo de Nico y en las complejas relaciones de esta familia aparentemente modélica. Descubrir la verdad a tiempo será la única opción para evitar que la esencia del mal acabe dominando sus vidas.

Por lo oído, la película es también una reflexión sobre el poder y quienes lo detentan: "El poder es saber los puntos débiles del otro y hay personajes que creen conocerlos", ha afirmado el director refiriéndose al juego del ajedrez como metáfora de la estructura de la sociedad.

El chaval es un mal bicho; su padre pretende emplear con él métodos autoritarios que siempre fracasan; la madre, más tolerante, es una sufridora nata. El psicólogo se cree en posesión de la verdad y lo fastidia todo. El resto de los personajes son como adornos de una historia que se aguanta. Todos tienen un lado oscuro, todos parecen recién salidos de una clandestinidad cuanto menos anímica.

Al parecer, lo que preocupaba al realizador era demostrar que hay “cosas que no se pueden explicar desde el punto de vista médico”. Naturalmente, y mucho más cuando un problema mental no lo trata un médico sino un psicólogo, profesional que merece todos mis respetos cuando no se mete en camisas de once varas.


martes, 28 de mayo de 2013

“360. Juego de destinos”, como un círculo vicioso



Drama coral dirigido por el brasileño Fernando Meirelles (La Ciudad de Dios, El jardinero fiel) a partir de una adaptación de la obra teatral La Ronda, de Arthur Schnitzler , escrita por Peter Morgan (guionista también de The Queen), “360. Juego de destinos” es una obra polifónica floja, bastante artificial, en la que se cruzan “los destinos” de una prostituta eslovaca que busca clientes en Austria, un empresario inglés, un fotógrafo brasileño, un dentista francés y unos cuantos mafiosos rusos, que se mueven por Viena, Bratislava, Londres, París… (traspasando ocho fronteras y hablando en siete lenguas).

Un relato triste en el que mandan a medias el azar y el deseo sexual y que, han escrito acertadamente en un blog, “condensa al máximo las historias de la obra original, amputándoles de paso profundidad y sutileza”. Se estrena en España el 31 de mayo de 2013.

“360” es un moderno calidoscopio de amor interconectado y relaciones que unen a personajes de diferentes países en una intensa y conmovedora historia sobre la vida romántica en el siglo 21, explica el texto promocional y de verdad querría que me explicaran que quiere decir eso de “la vida romántica”.

En todo caso, el título alude a una pretendida vuelta al mundo (360 grados) en compañía de unos cuantos seres solitarios interpretados por un casting internacional: Anthony Hopkins (El silencio de los corderos), Jude Law (Sherlock Holmes, Cold Mountain), Rachel Weisz  (Dream House, Agora), Ben Foster (The Messenger), Gabriela Marcinkova (quien probablemente debuta con este filme porque no he encontrado la más mínima referencia sobre trabajos anteriores), Jamel Debbouze (Out of Love, Amélie), protagonistas de un clásico encadenado de A conoce a B, que es el marido de C, que se acuesta con D, quien a su vez es el amante de A (con una banda sonora original compuesta nada menos que por Sir Anthony Hopkins) …etc.

Entrando en materia, Mirka posa desnuda para Rocco, quien añade las fotos a su catálogo de “acompañantes”. Michael Daly, de paso en Viena para asistir al salón del automóvil, renuncia en el último momento a su cita en el hotel con una prostituta, que no es otra que Mirka. En Londres, su esposa Rose Daly celebra que su matrimonio se ha ido a pique con un amante brasileño, Rui, quien posteriormente descubre que su novia Laura le deja. Laura, por su parte, simpatiza con un hombre mucho mayor, John, que tiene identificar en Phoenix el cadáver de su hija…

A diferencia de la obra teatral de referencia, que ya ha cumplido casi un siglo, y en la que todas las parejas hacen el amor al menos una vez, en la película hay dúos que solamente hablan (y alguno en que uno habla y el otro no se sabe como puede aguantar tan interminable monólogo). En lo que sí coinciden es en que todos arrastran una carga depresiva considerable aunque, como dice el crítico francés Fréderic Strauss, “curiosamente nadie se suicida”.

Una especie de carrera de todos a la búsqueda imposible del amor y, en resumen, una película muy triste y poco lograda. “360 –dicen en los textos promocionales- fue concebida y escrita a la sombra de la crisis bancaria internacional, el efecto dominó de la Primavera Arabe, la amenaza global del virus de la gripe y la inestabilidad en la Eurozona. Nunca ha estado más claro como está interconectado el mundo”. Ni hasta qué punto es triste y carente de esperanza el panorama social en que nos movemos todos, en todo el mundo.


viernes, 24 de mayo de 2013

Maternity Blues, Medea siglo XXI

“Maternity Blues suena como el dulce nombre de una música lejana y sin embargo es un síndrome asesino, una depresión post parto que lleva a una madre a matar a su propio hijo”, han escrito los autores de la película, Fabrizio Cattani y Grazia Verasani, que lleva justamente ese título, Maternity Blues y se estrena en España el 24 de mayo de 2013.

Cuatro mujeres muy diferentes aunque ligadas por una culpa común, el infanticidio, transcurren sus días en un hospital psiquiátrico judicial cumpliendo una condena que es sobre interior. La convivencia forzosa genera en ocasiones una enorme violencia y siempre el sufrimiento de ver la propia culpa en el rostro de las demás. Pero también hace que crezcan amistades, que surjan confesiones, que se produzcan muestras de solidaridad y, finalmente, que a fuerza de observarlas y escucharlas el espectador acabe considerando que se encuentra frente a un grupo de culpables-inocentes. Porque se trata de enfermas y, a la postre, víctimas de sus propias circunstancias.

La película tiene el acierto de no juzgar a esas mujeres, ni siquiera las justifica ni, muchos menos, las absuelve. El psiquiatra que sigue paso a paso las vicisitudes cotidianas de las mujeres encerradas en el Psiquiátrico sabe que su vida transcurre como si hubiera quedado suspendida en un limbo que, por una parte las mantiene separadas pero por otra las protege de la vida real: los momentos en que, aun aceptando el crimen cometido, se niegan a aceptar los motivos; en sus curricula hay maridos violentos, infancias difíciles, situaciones muchas veces brutales…

Escrita a partir del texto teatral “From Medea”, firmado por Grazia Verasani, que a su vez se inspira en el drama clásico de Medea (en la mitología griega, Medea es la hija del rey Aetes; maga, como su tía o hermana Circe, su leyenda, particularmente oscura, está formada por una sucesión de asesinatos seguidos de fugas que la llevan a viajar por la antigua Grecia. Su historia de venganzas ha dado nombre al Complejo de Medea): “El texto teatral From Medea” nace no solo como reflexión sobre el instinto materno –dice la autora- sino también como acusación contra una sociedad que necesita estar siempre creando monstruos y juzgar un malestar que no debería liquidarse con tanta ligereza”.

Las cuatro protagonistas representan otros tantos arquetipos de mujeres: Clara (Andrea Osvart), la mujer aparentemente perfecta, que se niega aceptar el perdón del marido, Eloisa (Monica Birladeanu) amante cínica, rebelde y anticonformista, Rina (Chiara Martegiani) la madre adolescente que saldrá de su infierno y sueña todavía con el amor, Vincenza (Marina Pennafina) que llena las páginas de un diario con sus sentimientos más íntimos…

Maternity Blues es una película muy difícil de digerir: esas mujeres han llevado a cabo algo que es atroz y a priori incomprensible, un tema duro al que a mucha gente le puede costar enfrentarse y una pregunta en el aire durante toda la proyección: ¿Existe el instinto maternal? En la sociedad “civilizada” actual se da por supuesto, pero ¿es algo que está tan claro como se supone? “La idea de que exista una especie de vínculo natural entre madre e hijos que tiene origen en el parto –vínculo que algunos acaban extendiendo a todas las mujeres y a todos los niños independientemente de su relación de parentesco– es a todos los efectos un mito. Los especialistas también niegan que exista en el género masculino, entre padres e hijos. Los síntomas de la depresión post-parto a menudo se mantienen escondidos: ya sea por la propia madre, por falta de autoestima, por los familiares que la rodean, por la vergüenza que se pueda sentir o la presión social. La soledad es la primera barrera que una madre debe franquear”.

Maternity Blues consiguió una mención especial en la Mostra de Venecia 2011. Es el tercer largometraje dirigido por Fabrizio Cattani y está producido en gran parte por los propios actores y técnicos (The Coproducers)

miércoles, 22 de mayo de 2013

La venganza del hombre muerto (Dead Man Down), mezcla de géneros


Que no estaba muerto…

El 24 de mayo de 2013 llega a los cines españoles la película La venganza del hombre muerto (Dead Man Down), un thriller dirigido por el sueco Niels Arden Oplev, autor de media docena de películas desconocidas fuera del ámbito de los países nórdicos antes de hacerse famoso por su versión cinematográfica del best-seller literario Los hombres que no amaban a las mujeres, e interpretado por Colin Farrell (Desafío total, Corrupción en Miami), Noomi Rapace, la hacker maltratada desde niña convertida en detective de Los hombres …., etc, y una Isabel Huppert desconocida, en un papel de madre que tiene muy poco que ver con sus anteriores trabajos en el cine francés, donde es una de las actrices-fetiche.

Víctor (Colin Farrell) es la mano derecha del señor del crimen Alphonse, quien vive amenazado por un asesino que está acabando con los miembros de su banda uno a uno. En medio de esta situación, Víctor conoce a Beatrice (Noomi Rapace), una misteriosa francesa que vive en su mismo edificio y por la que comienza a sentirse atraído. Pronto descubre que Beatrice no es la mujer que dice ser, sino la víctima de un crimen en busca de venganza. Pero ella también descubrirá que Víctor tampoco es el hombre que dice ser, sino alguien que pretende vengarse por la muerte de su mujer y su hija, años atrás. Y cuando estas dos personas heridas y obsesionadas se juntan, la intensidad de su relación les llevará a ejecutar un oscuro y violento plan de venganza.

Oscilando entre suspense, comedia y cine de acción, Dead Man Down –que significa el salto a Hollywood del realizador sueco- es una historia que tiene como escenario los bajos fondos de Brooklyn, Nueva York, un cuento de amor y venganza en el que todos los protagonistas guardan celosamente sus secretos; una narración trepidante más bien vaga acerca de los motivos que impulsan a actuar a cada. Mientras “el vengador” se dedica a diezmar en secreto a los caiques de su banda se enamora de la vecina del otro lado de la calle, a la que contempla desde el balcón de su apartamento (y viceversa) y conoce a su estrambótica madre, el espectador se enfrenta a una trama previsible a pesar del secretismo imperante, unos diálogos en ocasiones muy espesos y unos cuantas escenas de acción brutales; demasiado incluso.


Maldivas: Condenada por haber sido violada



Muy lejos de la imagen paradisíaca del archipiélago, un tribunal de menores ha condenado en Maldivas, el 26 de febrero de 2013, a una adolescente de 15 años, víctima de violación, a recibir 100 bastonazos por “fornicación”, informa el digital francés Femmes en résistance (http://femmesenresistancemag.com/lhorreur-au-paradis/ ).

En junio de 2012, la joven y su padrastro fueron detenidos después de que cerca de su domicilio, en la isla de Feydhoo, apareciera el cuerpo sin vida del bebé que había dado a luz. La adolescente se quedó embarazada como consecuencia de las repetidas violaciones llevadas a cabo por su padrastro, sobre el que podría recaer una condena de 25 años de cárcel, por violación y asesinato; en cuanto a la madre de la niña, también se encuentra acusada de complicidad en crimen y asesinato.

Pero el tribunal que se ha encargado del caso de la menor, en lugar de fallar en favor de la víctima la ha condenado por “fornicación” y “mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio”. Millones de personas han firmado ya una petición internacional (que lleva el título “Horror en el Paraíso”, https://secure.avaaz.org/fr/maldives_fr/?bunawdb&v=23231), pidiendo al presidente de Maldivas, Mohmaed Waheed Hassan, que intervenga urgentemente para impedir que torturan a la adolescente y se encargue de proporcionarle ayuda psicológica. También se ha puesto en marcha en la red un llamamiento pidiendo el boicot turístico del archipiélago (http://avaaz.org/fr/petition/Fouettee_car_violee_Boycott_des_Maldives).

Como el turismo es una las principales fuentes de ingresos del país, y en vista de la indignación internacional, el gobierno de Maldivas ha reaccionado reconociendo públicamente que no debe “tratar como una criminal” a la niña, sino como una víctima, y que se deben “proteger plenamente sus derechos”.

En Maldivas, donde muchas sentencias se dictan con la sharía en la mano, las relaciones sexuales fuera del matrimonio se castigan con 100 bastonazos en el mejor de los casos, e incluso con la residencia vigilada. Sin embargo, sigue la información de Femmes en résistance, una mujer de cada tres sufre abusos sexuales alguna vez entre los 15 y los 49 años, y en los últimos tres años ningún tribunal de las islas ha condenado a ningún violador. Según la página informativa local Minivan News, las estadísticas de la Administración judicial demuestran que cerca del 90% de las personas consideradas culpables de “fornicación” en 2011 eran mujeres.

martes, 21 de mayo de 2013

Un amigo para Frank: ¿la inteligencia artificial puede llegar a ser racional?

Tras conseguir el Premio Alfred P. Sloan en el Festival de Sundance y el Gran Premio del Público en el pasado Festival de Sitges, Un amigo para Frank –Robot & Frank-, comedia dirigida por Jake Schreier (que debuta en el largometraje después de haber pasado por la realización de cortos y vídeos publicitarios y ser fundador del grupo Waverly Films de Brooklin, una experiencia de cine independiente colectivo) y muy dignamente interpretada por Frank Langella (“El Desafío: Frost contra Nixon” y actor protagonista de: “Dracula” (1979), “La novena puerta”, “Lolita” y “The Box”) y un robot maravilloso, junto a Susan Sarandon (“Pena de muerte”, “Thelma y Louise”), James Marsden (X-Men), Liv Tailer (El señor de los anillos) y Peter Sarsgaard (Plan de vuelo: Desaparecida), llega a las pantallas grandes españolas el 24 de mayo de 2013.

En un futuro no muy lejano, un “abuelo” rebelde, atracador jubilado un tanto deprimido y con evidentes signos de un principio de senilidad, sale de su apatía gracias a la compañía de un robot enfermero que le impone su hijo; al principio le odia pero que con el paso del tiempo, y obligados a vivir juntos, se convierten en auténticos compañeros, incluso en cómplices para llevará cabo el último gran robo poco antes de resignarse a aceptar el ingreso en una residencia para ancianos desmemoriados.

Película sencilla, fábula amoral sobre la tecnología y el amor (casi todos los amores, el de la exmujer ignorada, el de los hijos, el amor por la literatura y también el amor por el propio oficio, sea el que sea) y sobre la “ineluctable obsolescencia” -evidentemente programada, el cuerpo lleva las órdenes incluidas en su adn- y la fragilidad de los seres vivos.

Comedia sentimental, intimista y minimalista sobre un futuro todavía quimérico aunque se acerca a pasos agigantados, de ciencia ficción pero no demasiado, menos imple y naif de los que parece a primera vista, que nos habla de los avances de la mecánica y la robótica, de la resistencia del hombre a admitir la competencia de la máquina y de la colaboración entre inteligencia racional e inteligencia numérica.

“Cuento filosófico, Robot and Frank es ante todo una sátira de nuestra sociedad desencarnada y materialista” (Les Inrocks), cuya falta de pretensiones “convierte casi en realista la integración de los datos futuristas en una trama sentimental ordinaria”.

viernes, 17 de mayo de 2013

El Gran Gatsby, Fitzgerald traicionado



Una gran novela transformada en un pastiche cinematográfico



Así seguimos, golpeándonos, barcos contracorriente devueltos sin cesar al pasado (Scott Fitzgerald).

A diferencia de lo que ocurre con las generaciones más jóvenes –tan reacias a dedicar el tiempo necesario a un libro- que siempre esperan a que “hagan la película” para conocer las historias, los más antiguos somos propensos a la desilusión cada vez que en la pantalla grande tenemos que encontrarnos con la traducción a imágenes de nuestros libros de cabecera.

Vengo de ver El Gran Gatsby. Así, con mayúscula en el adjetivo y en el nombre como recordando el símbolo JG (Jay Gatsby) que en magníficas variaciones de la estética art déco se encuentra repetido no solo en la decoración palaciega de la mansión que el farsante parvenu Gatsby posee en West Egg –justo al otro lado de la bahía, enfrente del Est Egg donde se alinean las mansiones de los ricos herederos de fortunas asentadas desde hace generaciones- sino incluso en los créditos que dan paso a la película. JG en todas partes, la necesidad de primero construir desde la nada  y después afirmar no solo una personalidad, también un nombre. El último recurso de alguien que, surgido de ninguna parte que la society tenga en cuenta, ha hecho de trepar un arte y ha falsificado al personaje con la misma intensidad y toda la pasión con que el falsario fabrica un Goya y lo saca a subasta.

Vengo de ver El Gran Gatsby que ayer mismo, en la tarde/noche del 15 de mayo de 2013 ha inaugurado un Festival de Cannes al que las estrellas llegaban cobijadas bajo el paraguas, y que mañana, 17, se estrena en los cines españoles en sus dos versiones, tradicional y 3D, dirigidas por Baz Luhrmann (Romeo y Julieta, Moulin Rouge), interpretadas por Leonardo di Caprio (Romeo y Julieta, Titanic, Aviator, Blood Diamonds, Django) y Toby McGuire (Spiderman, Brothers), y con una banda sonora cien por cien pop -creación del rapero y empresario multimillonario Jay-Z, cuyo verdadero nombre es Shawn Corey Carter, quien ha adoptado como nombre artístico el de Gatsby, Jay, famoso por su carisma, sus ropas y sus fiestas, y por ser el marido de la cantante Beyoncé-, disfrazada de esforzados trompetistas negros sonando a la luz de la luna y formada por hermosas canciones que interpretan entre otros por Lana del Rey, Beyonce y The Bryan Ferry Orchestra, que nada tienen en común con el jazz, ragtime, be-bop, charleston o fox-trot que fueron la música de fondo de los “años locos”.

Yo he visto la versión digamos “tradicional”: en dos dimensiones y en inglés, por el placer de escuchar a los actores acoplados a sus voces. A pesar de un casting –que completa la rubia Carey Mulligan- muy cuidado, un guión trabajado, unos decorados suntuosos y un juego de cámara vertiginoso pensado, evidentemente, para proporcionar emociones mayores a los espectadores de 3D, El Gran Gatsby versión 2013 es una película espectacular (y valga la redundancia), adecuada para una sesión glamurosa de inauguración de  un festival pero no es un buen film. Guión y realización han sido incapaces de encontrar el “alma” de la obra de Fitzgerald, les falta la elegancia espiritual de los personajes y la violencia subyacente a la historia.

Doy un repaso a las impresiones de algunos de los periodistas franceses asistentes a la premiére en Cannes y encuentro calificativos mucho más contundentes: nauseabunda, caricaturesca, visión orgiástica y superficial de la América de aquellos años, prima el espectáculo por encima del respeto al sentido de la narración, profundamente decepcionante, Fitzgerald es la primera víctima del festival, anoche Fitzgerald debió revolverse en su tumba…

Fitzgerald es mucho Fitzgerald y El Gran Gatsby es una de las novelas más profundamente americanas que se han escrito (también una de las más hermosas), lo que equivale a decir que no es fácil cogerle el pulso y más aún si anteriormente (1974) se lo han tomado Robert Redford y Mia Farrow, y todavía queda un público fiel que lo recuerda. “Tenían una de las novelas más bellas del mundo y nos encontramos con una exhibición de DJ…”.

La película, en cambio, es como un gran parque temático –que podría firmar la factoría Disney si tuviera mejor gusto-, “uno se creería en un parque de atracciones, en un juego de vídeo”, en un laberinto virtual; Luhrmann ha confeccionado un patchwork a base de frases –pocas, muy escasas- procedentes de la obra de Fitgerald (lo que la convierte en irrespetuosa) y concesiones a la “modernidad cinematográfica” en boga: carreras desenfrenadas de coches por los puentes de entrada a Nueva York, fiestas enloquecidas con asistentes que se cuentan por multitudes, exceso de zooms, “inspirado por toda la glotona retromanía de nuestro tiempo” (Next-Libération), “su Jazz Age fitzgeraldiana parece en el fondo solo una prefiguración de los Mad Men y su Gatsby un abuelo descolorido… De la indecible aleación satírica-melancólica del libro, la película refleja solo la dimensión elegíaca”. Del “todo impostura” se salva Leonardo Di Caprio, que ya no es el niño bonito de sus primeras películas aunque sigue siendo muy guapo, un guapo a punto de cumplir los 40 capaz de dar a “ese personaje que miente más que los demás pero es infinitamente más verdadero, una vulnerabilidad desgarradora”

Para quienes todavía no hayan leído la novela de Scott Fitzgerald: Nick Carraway, un aspirante a escritor que ha abandonado sus sueños literarios para intentar hacer fortuna en Wall Street, llega a Nueva York procedente del Medio Oeste en la primavera de 1922, una época de decadencia, jazz palpitante e imperio del contrabando de alcohol. Persiguiendo su propio sueño americano, Nick acaba siendo vecino de Jay Gatsby, un millonario misterioso que organiza fiestas multitudinarias. Al otro lado de la bahía vive su prima Daisy, con un marido mujeriego y aristócrata, Tom Buchanan. Nick entra en el mundo de los súper ricos con sus ilusiones, sus amores y sus engaños. Años más tarde, en un sanatorio psiquiátrico, Nick escribe aquella historia de amor imposible, sueños inalcanzables y grandes tragedias.

Este Gran Gatsby de 2013 es la cuarta adaptación cinematográfica de una de las mejores novelas de la generación perdida americana, “un libro que es una especie de espejo nacional”. Hubo una primera versión muda, rodada en 1926 por el británico Herbert Brenon. Veintitrés años más tarde, en 1949, Alan Ladd interpretó a Gatsby en El precio del silencio, de Elliott Nugent, en el que la historia se trata como una novela negra. La última en el tiempo,  interpretada por Robert Redford sobre un guión de Fracis Ford Coppolas adaptado por el realizador Clayton, es la más literal a juicio de la crítica especializada. En 1999, El Gran Gatsby se convirtió en ópera, escrita por John Harbison y estrenada en el Metropolitan de Nueva York.

“Gastsby es la gran novela de la vacuidad, del malentendido social y del desencanto. Como las estrellas que siguen brillando mucho tiempo después de haber desaparecido, la novela muestra, de manera arrolladora, un mundo de muertos-vivientes, bien porque los personajes se agarran a sus privilegios de clase, bien porque viven en un pasado que no se ha movido, como Gatsby. De ahí la extremada melancolía de la novela…” (Marie-Claude Martin, Le Temps). “Gatsby es el primer personaje people de la literatura, en el sentido en que se entiende hoy: un hombre que ha construido su imagen de principio a fin, que ha hecho fortuna no se sabe cómo y cuya existencia depende de cómo le ven los demás. Además, los rumores contribuyen a crear su aureola novelesca…un naïf que confunde riqueza y dinero… un nuevo rico”.

En Gatsby, donde se confunde novela y autobiografía, se dan cita amor, fiestas, fortuna, elegancia, fascinación, encanto, automóviles increíbles, drogas que ya no están de moda, policía, justicia, misterio, muerte… personalidades fuertes y frágiles a la vez, mujeres y hombres empeñados en “vivir su vida” sin ataduras, un ansia de libertad individual que les lleva a adoptar personalidades múltiples, a vivir en la impostura, a ignorar el entorno y elegir el amor por encima de todas las cosas porque –a pesar del dinero, el lujo, el desenfreno, o quizá por ello- resulta que al final todos somos capaces de cualquier cosa por amor, y sin amor no somos nada. En la novela no todo es color de rosa, también hay un submundo hecho de decadencia, vulgaridad, adulterio, alcohol y violencia. Gatsby es una historia conseguida y una novela de eficacia demostrada. No ocurre lo mismo con sus adaptaciones  para el cine.


martes, 14 de mayo de 2013

Hay cosas que no se pueden tapar

Por primera vez en Arabia Saudí se ha puesto en marcha una campaña denunciando la violencia contra las mujeres y los niños. En uno de los países árabes musulmanes más conservadores, informa la página digital Femmes en résistance, en las calles se puede contemplar el retrato de una mujer con hijab y con un ojo amoratado, con la leyenda: “Algunas cosas no se pueden tapar. Combatamos juntos la violencia contra las mujeres”.

Financiada por la Fundación del Rey Khalid, la campaña tiene como objetivo sensibilizar a la opinión pública y proporcionar protección legal a las mujeres y los niños víctimas de violencia, animándoles a denunciarlo. En el origen de la campaña un hecho que conmocionó al país: en dicimebre de 2011 falleció en un hospital de la capital una niña de 5 años, llamada Lama, quien había sido violada y torturada por su padre.

En Arabia Saudí, donde rige la ley coránica, las mujeres no pueden salir a la calle sin autorización del marido, ni tampoco conducir. El país ocupa el lugar 131 (entre 134) en materia de igualdad de derechos entre hombres y mujeres, según el último informe del Foro Económico Mundial.

Actualmente, las leyes del país castigan la violación y el asesinato con la pena de muerte, pero a un hombre no se le puede condenar a la pena capital cuando las asesinadas son su mujer o su hija.

viernes, 10 de mayo de 2013

La frontera, novela de la contradicción existencial



En el nombre de Vegliani y de la literatura de confines.

En marzo de 1997, el profesor y escritor triestino Claudio Magris publicaba un artículo con este título en el diario Il Corriere della Sera reivindicando la figura de Franco Vegliani (escritor y periodista, 1915-1982), de quien después de reconocer que hay autores a quienes les cuesta entrar “en el patrimonio comúnmente reconocido de la literatura” se fijaba en la novela La frontera, entonces recién reeditada, a la que calificaba de “excelente… compleja en la ambigüedad existencial e histórica de los sentimientos y cristalina en el estilo y la expresión de la narración”, y calificaba al autor de “intenso y discreto narrador”.

En el verano de 1941, en una isla dálmata, un oficial italiano de permiso por convalecencia entabla amistad con Simeone, un anciano al que acompaña a pesca, quien le cuenta la historia de Emidio Orlich, un alférez del ejército austríaco caído en el frente en la Primera Guerra Mundial “en circunstancias en las que se mezclan coraje, sacrificio y traición”.

Hombre de confines, de frontera –creció entre Trieste, Volosca, Veglia y Fiume- no solo geográfica sino fundamentalmente vital, étnica y cultural, Vegliani era como la mayor parte de los habitantes del Veneto que hace más o menos un siglo todavía se despertaban cambiando de referencia, régimen e incluso lengua; cuando de acuerdo con el resultado de las guerras y los tratados podían ser dálmatas, pertenecer al imperio austro-húngaro (hoy “desmembrado en catorce naciones diferentes”, y entre ellas Italia), convertirse en yugoslavos y hasta en apátridas, de acuerdo con los acontecimientos históricos y políticos…

Esta frontera existencial, plagada de contradicciones y alteraciones vitales, esta “condición humana” donde la geopolítica ha jugado un papel tan decisorio, es justamente la que Vegliani describe en La frontera (primera edición italiana en 1964), estableciendo un paralelismo entre las historias de dos soldados de la zona, combatientes en las dos guerras mundiales, que se debaten entre diversas fidelidades: a una lengua, una etnia, un sistema político cambiante, una ideología en ocasiones contradictoria con el ambiente (Emidio, soldado en la primera Gran Guerra, dálmata de apellido croata y lengua italiana, leal al Imperio y políglota convencido; el narrador, soldado en la Segunda Guerra , de origen dálmata, lengua italiana y fascista; ambos pertenecientes a un pueblo, “el italiano dálmata que hoy ya no existe sustancialmente”). En La frontera se habla de un pueblo “que ha servido a la historia cambiando de banderas y uniformes, creyendo siempre en la patria, la única que tenía, su tierra; y que toleraba su pluralidad y su unicidad”.

Franco Vegliani publicó su primera novela en 1941. Desde el final de la guerra vivió en Milán, trabajando como periodista y, durante un tiempo, como secretario del escritor Curzio Malaparte (*). Según algunas fuentes cambio su apellido original, Sincovich, por el de Vegliani a mediados de los años 1930, en homenaje a la pequeña isla de Veglia, donde transcurrió parte de su infancia antes de iniciar los estudios en Fiume y terminarlos en la Universidad de Bologna. Licenciado en leyes, participó en la Campaña de África durante la Segunda Guerra Mundial y cayó prisionero en Egipto: fue allí, en el campo 306 a orillas de los Lagos Amargos, donde escribió el borrador de la novela Processo a Volosca.

La novela La frontera dio origen en 1966 a la película del mismo nombre, dirigida por Franco Giraldi, y proyectada en el Festival de Venezia de aquel año.

(*) Controvertido político, escritor, dramaturgo y periodista que pasó de una fidelidad ciega al fascismo, y una estrecha amistad con la familia Mussolini, a la militancia en el Partido Comunista en los últimos años 1940 y finalmente a un voluntario exilio parisino. Su última obra, Malditos toscanos, es una agria crítica de la cultura burguesa italiana.

La frontera.
Franco Vegliani.
Traducción de Miquel Izquierdo.
Editorial Minúscula. Colección Paisajes narrados.
ISBN: 9788495587909
234 páginas, 17 €.

jueves, 9 de mayo de 2013

La mula, sobre la irracionalidad de la guerra civil



Más que recomendada para todos cuantos quieran reafirmarse en lo absurda que puede llegar a ser una guerra, y mucho más allá lo absurdo de una guerra civil, donde en un altísimo porcentaje de casos la gente no decide y combate “en el lado que le ha tocado”, la película La mula, que se estrena en las pantallas españolas el 10 de mayo de 2013, está basada en la novela del mismo nombre del profesor granadino Juan Eslava Galán (Premio Planeta 1987 por En busca del Unicornio) y es la historia real de la guerra que vivió el padre del autor, Juan Eslava Castro, “acemilero” en las trincheras andaluzas durante la contienda 1936-1939.

Tras un enfrentamiento que deja varios muertos desperdigados por un paraje de secano y matojos, el cabo “nacional” Juan Castro se agencia una mula blanca, que había pertenecido a un “rojo” de los que se han quedado en la refriega. Mulero de profesión en el cortijo de Jaén, donde su familia trabaja para el propietario marqués, al cabo Castro le importa mucho más su mula Valentina que el resultado de la guerra en que se ha visto envuelto, y donde nunca querría haber estado. En una ocasión que la mula ha quedado “al otro lado”, el cabo castro sale a buscarla y se ve envuelto en un hilarante episodio que, muy en contra de su voluntad, le va a convertir en héroe de guerra gracias a la crónica del ABC, donde aparecen su nombre y sus supuestas hazañas. “A través de la figura de Juan Castro, más preocupado por sus avances en el terreno amoroso que por la progresión del enemigo, se nos ofrece una visión insólita de la guerra civil: antiheróica, pícara y tierna a la vez”.

Con un espléndido guión, escrito por el propio Eslava Galán y un tal Anónimo –lo que provoca las carcajadas de los espectadores al leerlo así en los créditos finales- e interpretada por un brillante y sobrio Mario Casas (Premio de Interpretación Masculina en el reciente Festival de Málaga 2013) y una “cateta” con pretensiones María Valverde, La mula tuvo un rodaje lleno de sobresaltos, complicaciones y querellas judiciales, que han retrasado casi tres años su estreno. Lo que estaba llamado a ser uno de los grandes proyectos del cine español en 2010, con Michael Radford como director con categoría internacional y coproductor, acabó no solo en los juzgados sino también con la “espantá” de Radford cuando faltaba una semana para finalizar el rodaje, quien además dejó de hacer frente a los pagos que debía afrontar su productora. Sin director en la ficha técnica, la película que ahora se estrena resulta lo suficientemente compacta como para que no se le eche en falta.

El realizador ausente, Michael Radford, nacido en India y cuya autoría es innegable en la película, es autor entre otras de El cartero y Pablo Neruda, El mercader de Venecia y Otro tiempo, otro lugar.


Rebelde (War Witch): la dura realidad de los niños soldados



En algún lugar de África central, en una pequeña y remota aldea, Komona, una niña de 12 años, vive pacíficamente con sus padres, hasta el día en que es secuestrada por el ejército rebelde y se ve obligada a combatir como niña- soldado (*). Por su capacidad para salvarse, le nombran “bruja de la guerra”. Su única salida y amigo será Mago, un chico albino de 15 años que desea casarse con ella.

A medida que avanza la acción de Rebelde, Komona (Rachel Rwanza, Oso de Plata a la Mejor Actriz en la 62 Berlinale) va contando al niño que crece en su interior la historia de su vida. Después de varios meses viviendo y peleando juntos, Komona y el Mago se enamoran y se fugan, no solo para vivir ese amor sino también para buscar una vía de escape el horror de su realidad cotidiana.

Rebelde, dirigida por el canadiense Kim Nguyen e interpretada por actores no profesionales, llega a las pantallas españolas el 10 de mayo de 2013 y es una historia de esas que si no se cuentan, no existe. Fábula del siglo XXI sobre el Africa subsahariana, la de la hambruna, las sequías y las guerras que, como la del Congo (donde está rodada esta película y donde implícitamente se da por hecho que ocurre la historia), no solo se prolongan durante décadas sino que periódicamente resurgen de sus cenizas para volver a iniciar el ciclo de destrucción, genocidio, asesinatos en masa y violaciones, que destruye cuando no aniquila una generación completa. No es por nada que los países más conflictivos de Africa cuenten con las poblaciones más jóvenes del planeta.
Pero en ese mundo violento, donde prevalece lo irracional y donde los adolescentes guerreros caminan hacia una juventud que en muchos casos –como el del Mago- no llegará nunca, la belleza y la magia juegan un papel decisivo. A partir del momento en que les raptan y les enrolan a la fuerza, en algunos casos como ocurre en esta película después de pasar la iniciación de matar a sus padres, los niños-soldados encuentran en la guerrilla no solo una terrorífica forma de crecer sino también la seguridad de al menos una comida diaria e incluso –como es también el caso de Rebelde- la veneración de los jefes tribales: ser una “bruja” es un salvoconducto en el mundo clandestino de la selva exuberante, inquietante y poblada de presagios y amuletos para combatir los peores; ser albino es, en muchos lugares del Africa más profunda, sinónimo de elegido por los dioses, adivino, nigromante con poderes sobrenaturales (en otros es sinónimo de “infectado” y obligado a vivir en ghettos).

Resumiendo, un conmovedor drama que Canadá presentó a los Oscar para aspirar a la mejor película de habla no inglesa, denuncia de las penurias de una infancia a la que le ha tocado la peor de las vidas imaginables y la supervivencia de los niños soldado, e historia de amor entre dos adolescentes tratando de escapar de un mundo violento.Es también la carta de amor de una joven madre a su futuro bebé, confesándole con inmenso cariño y honestidad la verdad de un pasado, que también ella –como tantos otros seres humanos- hubiera deseado distinto y mejor: “nada que ver con la nostalgia de la inocencia y los recuerdos impregnados de ternura; porque ella está regresando del infierno” (Nouvel Observateur).

“Una lección de vida y esperanza sobre la voluntad y resistencia del espíritu humano”, una historia impresionante, intolerable por momentos, y una película que habla directamente al corazón del espectador, emotiva, dura, realista, lírica y cautivadora. “Imposible de olvidar” (Linda Barnard, Toronto Star).

Después de Stella, Ralf Köning, rey de los cómics y Solo es el principio, Rebelde es la cuarta película de la distribuidora Good Films, que se atreve a iniciar una espléndida aventura de cine independiente en plena crisis y cuando asistimos desolados al cierre de grandes compañías y salas, avalada por los premios conseguidos en festivales como los de Berlín, Tribeca 2012, Cine Fantástico de Catalunya, Jutra 2013 y Cambridge, y acaparadora de los galardones de prácticamente todas las categorías artísticas y técnicas en los Premios de la Academia canadiense y los del Círculo de Escritores de Vancouver

(*) Según Amnistía Internacional, los conflictos armados y la violencia “con frecuencia alimentados por la facilidad con que se consiguen las armas, generan violaciones y abusos contra los derechos humanos que tienen especial impacto sobre las mujeres y niñas. Por ejemplo, en el este de la República Democrática del Congo, se han registrado por lo menos 200.000 casos de violencia sexual desde el inicio de las hostilidades en 1996”. Unicef (informe de abril de 2013) “tiene pruebas claras de que continúa el reclutamiento y la utilización de niños por parte de grupos armados en la República Centroafricana” y se calcula que “más de 2.000 niños y niñas están vinculados a grupos armados, incluyendo grupos de autodefensa, después del reciente endurecimiento de los combates que comenzaron en diciembre pasado”.


viernes, 3 de mayo de 2013

3 de mayo: Jornada mundial de la libertad de prensa



Lo que no se cuenta, no existe

La libertad de prensa, uno de los derechos fundamentales, lo mismo que la libertad de expresión, ambas pilares de la democracia, “crean las condiciones necesarias para la protección y promoción de todos los demás derechos de la persona. Pero su ejercicio no hay que darlo por descontado; para que puedan existir las libertades de prensa y expresión se requiere un ambiente seguro, propicio al diálogo, en el que todos se puedan expresar abiertamente sin temor a represalias” (del mensaje común del Secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y la Directorra General de la Unesco, Irina Bokova, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el 3 de mayo de 2013).

El filósofo francés Voltaire se refirió a la libertad de prensa como “la base de todas las demás libertades”. Indispensable para el ejercicio democrático, lo es también para garantizar el derecho a la información, tal y como se establece en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. El Artículo 19 de dicha Declaración, al que los periodistas nos sentimos especialmente vinculados, establece que: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Sin embargo, el mapa del mundo establecido por las asociaciones que defienden la libertad de prensa (http://periodistas-es.com/la-libertad-de-prensa-el-3-de-mayo-de-2013-4412) nos demuestra que esa no es la regla y que vivimos en un mundo donde se sigue asesinando a periodistas que no hacen otra cosa que cumplir con su trabajo,  exactamente 141 en 2012, lo que equivale a uno por semana, y donde existen regímenes políticos que bloquean totalmente  la información, proceda de donde proceda.

Según datos de Reporteros sin Fronteras, en este momento hay casi 300 periodistas y blogueros encarcelados en todo el mundo, algunos condenados a “cadena perpetua” por intentar cumplir con su trabajo: informar. La mayoría están encerrados en cárceles de países dictatoriales o autoritarios como China, Irán, Eritrea o Vietnam, pero hay otros, como Turquía, que se ha convertido en la mayor cárcel del mundo para periodistas, con más de 70 encarcelados en estos momentos. Muchos de ellos no han tenido acusaciones formales ni juicios previos, pero llevan más de 10 años en prisión. Están sometidos a durísimas condiciones de vida, no les dejan ver a sus familias ni tener contacto alguno con el exterior. En algunos casos, viven largos periodos en celdas de aislamiento o son torturados.

Para Amnistía Internacional, en cambio, Siria es actualmente el país más peligroso del mundo para el periodismo. Tanto las fuerzas gubernamentales como los grupos armados de oposición han cometido crímenes de guerra, incluidas ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas, tortura o secuestros. Intentan silenciar a los periodistas para impedir que se conozca cómo mueren decenas de miles de personas desde que comenzaron las protestas en marzo de 2011; o que más de 1,3 millones de refugiados han tenido que abandonar sus hogares para salvar la vida.

En este 3 de mayo de 2013, tanto las organizaciones que defienden la libertad de prensa, como las instancias internacionales teóricamente encargadas de custodiarla, celebran el 20 aniversario de la institución de la fecha como Día Mundial de la Libertad de Prensa, en Naciones Unidas en diciembre de 1993, tras la celebración de un seminario, dos años antes, en Namibia, donde se sentaron las bases para el desarrollo de una prensa africana independiente y pluralista. La Déclaration de Windhoek (Namibia, 3 de mayo de 1991) ponía el acento en la necesidad de una prensa libre e independiente para el desarrollo y la preservación de la democracia en los estados, así como para el desarrollo económico. Por eso, la fecha elegida coincide con la de esta importante declaración.

Como cada 3 de mayo, el de hoy es una ocasión para celebrar los principios fundamentales de la libertad de prensa, evaluar el grado de libertad que disfruta la prensa en los diferentes rincones del planeta, defender a los medios de comunicación víctimas de ataques contra su independencia, y recordar a los periodistas muertos, torturados, detenidos y encarcelados por cumplir con su deber. Y, como ya viene siendo norma desde hace algunos años, asumir el hecho de que esta libertad debe extenderse también a los medios digitales, y a sus trabajadores. Para la Unesco, en esta Jornada Internacional no solo hay que recordar especialmente la inseguridad de muchos periodistas en zonas conflictivas y  hacer todos los esfuerzos posibles para combatir la impunidad de los delitos cometidos contra la libertad de prensa, sino que también hay que exigir en todos los países un Internet libre y abierto, como condición previa para la seguridad digital.

Conviene recordar una vez más, que la libertad de prensa no es solamente el derecho de los periodistas a contar todo lo que no quieren que se sepa los (casi todos) gobiernos, ejércitos, iglesias, grandes empresas multinacionales, poderes económicos y financieros, redes de narcotraficantes y crimen organizado, y cualquier otro tipo de poder que pueda existir, o que se pueda imaginar, sino sobre todo, y fundamentalmente, el derecho de todos los ciudadanos a recibir y conocer esa información. Y que, por eso, es tarea de todos –y no solo de los periodistas- defenderla.

La eliminación, de Rithy Panh y Christophe Bataille: “Yo he visto cosas que es imposible olvidar”



En 1975 tenía trece años y era feliz. Mi padre había sido jefe de gabinete de varios ministros de Educación sucesivos. Se había jubilado y era senador. Mi madre cuidaba de sus nueve hijos. Mis padres, ambos nacido en el seno de familias campesinas creían en el saber (…). A los trece años perdí a toda mi familia en pocas semanas. Mi hermano mayor que se marchó solo a pie hacia nuestra casa de Phnom P. Mi cuñado, médico, ejecutado en una cuneta. Mi padre, que decidió no seguir alimentándose. Mi madre, que en el hospital de Mong se echó en la cama donde acababa de morir una de sus hijas. Mis sobrinas y sobrinos. Todos ellos barridos por la crueldad y la locura de los jmres rojos….me quedé sin familia. Me quedé sin nombre. Me quedé sin rostro. Y fue así como seguí con vida, porque me había quedado sin nada”.

En La eliminación, escrito en primera persona en colaboración con el novelista Christophe Bataille, el realizador franco-camboyano Rithy Panh denuncia el genocidio cometido por el régimen Jmer Rojo de Pol Pot, a mediados de los años 1970, que dejó tras de sí una estela de casi dos millones de muertos.

El origen de este libro se puede situar en 2003 cuando Rithy Panh se dio a conocer como cineasta presentado en distintos festivales –donde recibió aplausos y galardones- el documental S21, La máquina de muerte jmer roja, sobre la prisión central de Phnom Penh donde, entre 1975 y 1979, fueron torturadas y ejecutadas más de 12.000 personas. Treinta años después de haber sufrido en carne propia la barbarie, el niño de trece años se había convertido en un reputado documentalista que en su primera obra, y tras escuchar a los escasos supervivientes, víctimas y torturadores, de S21, efectuaba un retrato del director de aquella cárcel, Duch, detenido veinte años más tarde (tras ser identificad por un fotógrafo irlandés mientras trabajaba en una asociación caritativa de un pueblo perdido del mapa camboyano), en 1999: había cambiado de identidad y se había convertido al cristianismo. Juzgado en 2010, el Tribunal Penal Internacional le condenó en principio a 35 años de cárcel; tras la apelación, el 3 de febrero de 2012 fue finalmente condenado a cadena perpetua.

Mientras esperaba el último juicio, Duch concedió una serie de entrevistas a Rithy Panh, quien tenía muchas preguntas que hacerle y en La eliminación cuenta como vivió aquellos encuentros, que duraron tres años y constituyen el material de su segunda película sobre el genocidio camboyano: Duch, el amo de las forjas del infierno, “emocionante hasta lo inaguantable” exposición de escenas de tortura llevadas a cabo por orden del verdugo mayor del régimen: electrocuciones, violaciones, asesinato de niños, vivisecciones, ejecuciones nocturnas efectuadas al borde de las fosas comunes… “Duch no es ni un hombre banal ni un demonio, sino un organizador educado, un verdugo que habla, olvida, miente, explica y cultiva su leyenda”.

Sin ninguna pretensión de hacer historia con mayúscula, sino solo de contar lo que vivió y presenció, Rithy Panh ha incluido en su libro todos los males de aquella dictadura macabra: el hambre, la pérdida de referencias, el desprecio por la cultura y los intelectuales (obligados a trabajar en los campos), la deshumanización, las sucesivas desapariciones, la omnipresencia de la muerte… en solo cuatro años, los Jmers Rojos convirtieron un país en un gigantesco cementerio, sembraron las carreteras y cunetas de cadáveres y los jardines de calaveras. En solo cuatro años causaron heridas tan grandes que siguen doliendo cuarenta años después. En tan corto espacio de tiempo fueron capaces de llevar el absurdo hasta sus últimas consecuencias, las que limitan con la desaparición, con la nada, las que hacen del hombre una cosa prescindible.

Historia de esos encuentros fuera de lo común, ni entrevistas ni interrogatorio “sino la confrontación de una víctima con su verdugo”, también historia personal, la del autor y su familia diezmada en cuatro años, La eliminación es un libro-confesión y una obra sobre el mal “en la línea de Si esto es un hombre de Primo Levi o La noche de Elie Wiesel”, que ha recibido los premios Joseph Kessel, France Télévisions y Aujourd’hui, y el Gran Premio de Ensayo SGDL. Con la ayuda de Christophe Bataille, Rithy Panh ha encontrado palabras para expresar lo indecible, “un formidable acto de revuelta contra un régimen que asesinó el lenguaje, manipulándolo en forma de slogans”.

Expulsado de Phnom Penh en 1979, Rithy Panh se refugió en Tailandia y llegó a Francia al año siguiente. El 1985 se diplomó en el Instituto de Altos Estudio Cinematográficos, especializándose en el género documental, y siempre centrado en un trabajo de memoria de la tragedia vivida por su pueblo: antes de hacer S21 (premiado en Cannes 2003) rodó Las gentes del arrozal (1994, presentado en Cannes en competición oficial), Bophana, una tragedia camboyana (1996) y Una noche después de la guerra (1998, Cannes, sección Un certain regard). En 2005 presentó fuera de competición Los artistas del teatro quemado y en 2011 El amo de las forjas del infierno. Rithy Panh también ha contado la vida de las prostitutas de Camboya en El papel no puede envolver las brasas, y ha dado el salto al largometraje de ficción adaptando la novela de Marguerite Duras, Un barrage contre le Pacifique.

Al mismo tiempo, Rithy Panh ha tomado parte en la creación de un Centro de Recursos Audiovisuales en Camboya, inaugurado en diciembre de 2006 y llamado Bophana en homenaje a la heroína de una película de Panh, y del que ha dicho que debe servir para que “el pueblo camboyano se reapropie de su identidad y sus raíces”.

jueves, 2 de mayo de 2013

Internet: que veinte años no es nada



Para conmemorar el veinte aniversario “de la saga world wide web”, nacida en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), la institución ha decidido hoy, 30 de abril de 2013, volver a poner en línea la primera página web de la historia.

Sin adornos ni florituras, la página lleva únicamente el titular world wide web y un pequeño texto explicativo junto a una serie de enlaces para ampliar conocimientos acerca de los equipos y detalles técnicos del “proyecto www”, informa Sébastien Seibt en la publicación digital del canal de información continua France 24. La página se puede consultar en info.cern.ch/hypertext/WWW/TheProject.html.

En efecto, fue en los locales suizos del CERN donde “el físico británico Tim Berners-Lee y su equipo crearon la web el 30 de abril de 1993, decidiendo que a partir de entonces todo el mundo podría utilizar el protocolo informático www, sin tener que pagar royalties”.

Para los promotores del proyecto actual, la visita a la página puede permitir medir el trayecto recorrido desde la primera info.cern.ch hasta las modernas páginas, y sobre todo mostrar que hace veinte años ya se decidió que la web pudiera ser accesible desde cualquier ordenador, incluso el más simple. “Permitir el acceso universal a la información», como ha recordado uno de los iniciadores del proyecto, en una entrevista en la BBC. Según los científicos del CERN, quienes ahora construyen sitios de Internet complejos, incompatibles con muchos de los ordenadores personales menos sofisticados, de alguna manera “pervierten el ideal de partida del proyecto www”.

Para recuperar aquella primera página web, los equipos del centro han tenido que buscar los ficheros, las bases de datos e incluso los servidores que hicieron posible el acontecimiento. En su blog, Dan Noyle, responsable de comunicación del CERN, ha escrito. “aquella página de Internet debió sentirse muy sola”.

Recordando el momento, el digital francés Rue 89 recupera el comentario de un lector del diario Libération, aquel 30 de abril de 1993: “No me parece que Internet tenga un interés real para los particulares”, escribía; mientras, los informativos televisivos “se extasiaban ante las autopistas de la información”.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Echar a los reyes y sustituirlos por actores profesionales



Aprovechando los fastos de hoy, 30 de abril de 2013, de la abdicación de la reina holandesa Beatriz a favor de su hijo Willem-Alexander, y considerando que las monarquías actuales no tienen poder político (al menos en la letra) y cuestan mucho, el escritor Arnon Grunberg (*) ha publicado un artículo en el New York Times proponiendo sustituir a las monarquías por actores profesionales “que hagan el trabajo por menos dinero de los contribuyentes” (**). Es el clásico ejemplo de  artículo que me lleva a decir en voz alta "qué lastima que no se me haya ocurrido a mi".

Después de hacer un repaso por la vida de los últimos monarcas holandeses y recordar que Bernardo, el marido de la reina Juliana (abuela del actual monarca), se dedicó a hacer hijos ilegítimos por los cinco continentes y aceptó sobornos de la empresa aeronáutica Lockheed, y que el padre de la recién entronizada “reina Máxima” se llama Jorge Zorrequieta y fue secretario de estado del ministerio de Agricultura en la Argentina de la dictadura (aunque también hay que decir que tuvieron el buen gusto de no invitarle hace años a la boda de los nuevos monarcas), Grunberg recuerda que, hace poco, uno de los principales diarios holandeses, el NRC Handelsblad, “describió a la casa real como un ‘teatro estatal’…Lo cierto es que la monarquía actual equivale a poco más que una forma de arte escénico obligatorio por Constitución”; y que en el mismo periódico, una conocida actriz del teatro holandés “reveló que a algunos de sus compañeros se les había preguntado discretamente si podían impartir clases de interpretación a la familia real. Lo malo es que a estos actores no se les pagaría por sus servicios, ya que en realidad el trabajo en sí era un honor”.

El novelista Grunberg se lamenta de la debilidad de los actuales defensores de la desaparición de la monarquía y opina que “el único argumento válido quizá sea que la remuneración de este arte dramático es algo inusual”… Guillermo Alejandro recibe un “sueldo anual libre de impuestos de más de un millón de dólares, así como una asignación de 5,7 millones de dólares para gastos de personal y material”… Máxima, también recibe “un sueldo mínimo libre de impuestos de 425.000 dólares y unos 750.000 dólares adicionales como compensación para gastos imprevistos”. Cantidades que al autor del artículo le parecen desorbitadas “en una época en la que Holanda ha aplicado unos recortes drásticos en las subvenciones estatales destinadas a otras formas de teatro. Parece un tanto anticuado que la familia real escape a los mecanismos del mercado y a la meritocracia”.

Para resolver el problema de la falta de sintonía de la monarquía con la modernidad y lo cara que cuesta, Grunberg propone dos soluciones: o bien que los actos en los que participe la familia real –fiestas, inauguraciones, viajes oficiales, etc.- cuenten con sponsors, lo mismo que los eventos deportivos, o bien la sustitución de los monarcas y sus cortes por actores y puede –dice- “que incluso se encuentren candidatos con mejores dotes de actuación que la familia real actual y que además estén dispuestos a trabajar por un sueldo inferior”.

Hay una tercera solución aún más barata: sustituirlos por ninots de falla, guardarlos cuidadosamente en un almacén y sacarlos a pasear cuando se necesite “dar la nota” en algún acontecimiento nacional o internacional.

(*) Arnon Grunberg (Amsterdam, 1971) es uno de los novelistas holandeses con mayor prestigio internacional, autor de más de medio centenar de novelas y libros de relatos; también es guionista de cine y televisión. En España, Tusquets ha publicado sus novelas Monógamo, Como me quedé calvo (publicada y premiada con el pseudónimo de Marek van der Jagt), El mesías judío y El refugiado.
(**) El artículo completo de Grunberg, en distintas lenguas, puede leerse en http://www.presseurop.eu