viernes, 30 de octubre de 2015

Bombardeado en Yemen un hospital de MSF: la coalición lo niega


En la noche del 27 de octubre de 2015 quedó totalmente destruido el hospital de Haydan, situado en la provincia de Saada, en el transcurso de varios raids aéreos. En contra de las declaraciones públicas de las autoridades saudíes, no existe ninguna duda de que este hospital, apoyado por Médicos sin Fronteras (MSF), fue bombardeado por las fuerzas de la Coalición que dirige Arabia Saudí en Yemen, explica MSF en un comunicado hecho público el 29 de octubre. El personal del hospital y dos pacientes consiguieron huir tras el primer ataque, que se produjo a las 22,30 horas, seguido por varios ataques más durante casi dos horas. Un miembro del personal resultó herido leve. Ahora que han destruido el hospital, al menos 300.000 personas se ven privadas de acceso a una atención médica vital.

«Este ataque es un ejemplo más de desprecio total que existe por los civiles en Yemen, donde los bombardeos son casi diarios», observa Hassan Boucenine, jefe de la misión de MSF en Yemen.

«Incluso 12 horas después del raid, pude ver el humo por encima del hospital», ha declarado Miriam Czech, coordinadora del proyecto MSF en Saada. “Las salas de hospitalización, consultas, maternidad, el laboratorio y las urgencias están destruidos. Era el único hospital que seguía funcionando en toda la región de Haydan”.

No es la primera vez que las fuerzas de la coalición atacan este hospital. Primero el 30 de junio, y después del 7 de julio, varias bombas cayeron a unos escasos 250 metros del hospital, alcanzando a varias viviendas, una escuela y un mercado. Los cristales del hospital saltaron en pedazos y en el recinto del establecimiento se encontraron fragmentos de obús. El 23 de julio de nuevo cayeron siete bombas sobre un mercado, una estación de servicio, dos casas habitadas y una escuela situada en las proximidades del hospital. De nuevo se rompieron los cristales y los muros del edificio resultaron dañados.

Cada vez que sucede, los representantes de MSF señalan estos incidentes a los representantes de la coalición, que jamás han dado ninguna explicación. En el caso de Haydan, se notificó a las autoridades de Riya: “Un hospital acaba de ser totalmente destruido por una serie de bombardeos. El hecho de que las autoridades saudíes nieguen la evidencia es una señal particularmente alarmante, tanto para la población yemení como para quienes intentan prestarle asistencia”, manifiesta Laurent Sury, responsable de las operaciones de urgencia en MSF. “Frente a las negativas, ¿Cómo sacar consecuencias de lo que ha pasado? ¿Cómo seguir trabajando sin la garantía de que se van a respetar las estructuras civiles?”.

El bombardeo de civiles y hospitales es una violación del derecho humanitario internacional. MSF reitera su petición de explicaciones a los representantes de la coalición y una vez más insiste en que los estados que la apoyan tienen que comprometerse a respetar las estructuras sanitarias y a que los primeros auxilios de urgencia lleguen a la población yemení privada de asistencia.

MSF empezó a colaborar con este hospital en mayo de 2015. Desde entonces por allí han pasado 3.400 pacientes, con una media de 200 heridos de guerra mensuales. «Yemen se encuentra sumergido en una guerra total, en la que la población que se encuentra en el lado «malo» se considera un objetivo legítimo. Mercados, escuelas, carreteras, puentes, camiones que transportan alimentos, campamentos de desplazados y estructuras médicas han sido bombardeados y destruidos. Y las primeras víctimas son los civiles».

En Siria continúa la escalada de violencia contra las estructuras de salud

Desde finales de septiembre de 2015, 12 hospitales situados en las regiones de Idlib, Alepo y Hama et d’Hama, entre ellos seis apoyados por MSF, han sido objeto de ataques. Seis de ellos han tenido que cesar en sus actividades, se han destruido cuatro ambulancias y decenas de miles de personas siguen forzadas a abandonar sus domicilios. Algunos han encontrado refugio en los campamentos y pueblos cercanos, otros se han visto obligados a huir más lejos. 1.700 familias se han sumado en la última semana a los 110.000 desplazados sirios que viven en cuatro campamentos situados en torno a Atmeh. Según miembros del personal médico apoyado por MSF en Siria, el reciente y significativo aumento de los ataques aéreos sobre los hospitales del norte del país ha matado al menos a 35 pacientes y trabajadores de la salud, y herido a otros 72.

“Después de más de cuatro años de guerra me sigue dejando estupefacto ver hasta qué punto pueden despreciar el Derecho Humanitario Internacional las diferentes partes implicadas en el conflicto sirio”, declara Sylvain Groulx, jefe de la misión de MSF en Siria. “Podemos preguntarnos si no se trata de un concepto muerto. Muchos actores humanitarios y médicos, entre ellos MSF, piden de manera repetida un cese inmediato de este tipo de ataques. Y nos preguntamos si alguien escucha nuestras voces».

De milagros y de melancolías, de Manuel Mújica Lainez


Inventar la historia

Publicada por primera vez en 1968 y hasta ahora inédita en España, De milagros y de melancolías, la novela de Manuel Mujica Láinez que acaba de editar Drácena con prólogo de Luis Antonio de Villena forma parte, junto con Crónicas reales y El viaje de los siete demonios, de un ciclo narrativo irónico que el autor compuso después de sus novelas más conocidas y exigentes (Bomarzo y El unicornio).

Desenfadada, escéptica y burlona, la novela de la antihistoria De milagros y de melancolías, resulta muy apropiada de leer en fechas como las que corren, cuando todavía quedan en el aire los ecos de la polémica desatada por la celebración del “día nacional” el 12 de octubre, que tanta gente no comprende cómo puede llamarse del “descubrimiento” cuando, en realidad, sería más propio definirlo como de la “conquista” por las buenas (en cualquier caso, nada que celebrar), ya que en puridad nadie descubrió a todas aquellas tribus; los indios estaban allí cuando llegaron los feroces españoles vestidos de guerreros y frailes, repartiendo estampitas y mandobles de espada. (Y, por cierto, que seguimos empeñados en ignorar la otra parte de la polémica, la que en Italia se sigue preguntando cómo un país puede convertir en “fiesta nacional” la fecha en que llegó a la costa americana “uno de los suyos”). Enfocar un día así con la sana ironía y la desinhibición con que Mújica Lainez trata aquellos episodios, habría evitado muchos momentos desagradables.

Narrada como una más de las muchas crónicas de Indias, que en este caso comienza con la fundación de una ciudad imaginaria -San Francisco de Apricotina del Milagro- “que es todas las ciudades porque no es ninguna en concreto, sino una metáfora utópica” de un mundo desaparecido para siempre, nos guía por varios siglos de la historia de una dinastía de gobernantes tuertos y mujeres con carácter, que comienza con don Nufrio de Bracamonte, su amante autóctona doña María de la Salud (la esposa, doña María de los Llantos, espera casi nada en España) y la hija de ambos, Catalina del Temblor, suicidada en un barranco cuando se entera de que el hombre amado es su medio hermano, y cuenta en su haber con virreyes y gobernadores (uno incluso enano), cronistas de los que tanto abundaban, curas que pintan como los ángeles, ángeles que enderezan entuertos, arzobispos que construyen catedrales en mitad del desierto, caudillos, caciques y subordinados, soldadesca y complacientes aborígenes, reliquias que incluyen la de un feto también con un solo ojo, y hasta una enorme estatua erigida en un claro de la selva a la fecundidad y transformada, mediante el añadido de un aro de plata sobre la cabeza, en imagen de la madre de Jesús : “La historia de esta ciudad es un rosario de milagros y de melancolías; el final se abre al inquieto presentimiento de que siempre ocurrirá así, de que este habrá de ser el destino de nuestra pobre América”.

A partir de aquí, una inteligentísima “parodia de la literatura hispanoamericana desde sus orígenes en las crónicas de Indias hasta la narrativa del realismo mágico”, que termina con un Epílogo espiritista y una divertida Bibliografía apócrifa, epílogo de una novela perfecta -“muy de su autor, pero asimismo algo extraterritorial”, escribe Villena en el prólogo- donde el juego de los nombres se convierte en un divertimento para el autor y una continua sorpresa para el lector de las casi 500 páginas del volumen.

Si viviera todavía, Manuel Mújica Lainez tendría 105 años y sería el personaje de alguna de sus novelas. Habría celebrado como siempre su cumpleaños el 11 de septiembre en la casa de la calle O’Higgins, entre Juramento y Mendoza, donde a la noche recibía a “amigos, conocidos y medio conocidos, gente del mundo social, artistas en general, gente encumbrada y gente común…”.

Mújica Lainez es uno de los grandes escritores argentinos del siglo XX, creador de la llamada "saga porteña” y personaje novelesco que fascinaba a quienes lo conocían con anécdotas, humor, irreverencia y una pose de esteta decadente. “Creció en una familia de vocaciones literarias. Por su madre, Lucía Lainez Varela, también escritora, estaba emparentado con los neoclásicos Juan Cruz y Florencio Varela, con los Varela periodistas de La Tribuna, hombres del 80; con el romántico Miguel Cané, a quien le dedicó un libro; con el hijo de éste, el autor de Juvenilia , y con Manuel Lainez, fundador y director de El Diario”.

Publicó casi treinta libros, y a más un cuarto de siglo de su muerte, en 1984, algunos de los más logrados siguen reeditándose y, lo que importa, leyéndose. En uno de sus viajes por Europa, conoció Bomarzo, no lejos de Roma, donde un noble italiano mandó esculpir en el parque del castillo unos sorprendentes monstruos de piedra. “Nada mejor que este hallazgo para encender la inventiva del escritor y franquearle la entrada al mundo deslumbrante del Renacimiento. La novela se apoyó en una copiosa y precisa documentación, rebuscada con deleite y asentada en cuadernos que han quedado como testimonios de una empresa asombrosa. En Los Ídolos había llamado "flaubertismo" a este afán de documentarse. En tal sentido, Bomarzo (1962) resultó una de las hazañas de nuestra literatura”.

Ganado por la fascinación de la Historia se giró hacia otra etapa de Occidente: la Edad Media, con la misma pasión por documentarse y, en este caso, por captar el misterio de una época poco afín a la mentalidad contemporánea. La novela apareció en 1965 con el título de El unicornio. “La pueblan personajes de carne y hueso y personajes feéricos que se entremezclan en el siglo XII, en tiempos de las Cruzadas. Recluida en el campanario de la iglesia de Lusignan, donde pasa su infinito tiempo leyendo libros de historia, el hada Melusina, la protagonista "graduada en fantasía” redacta sus complicadas memorias. Inmortal como el duque de Bomarzo, escribe desde la perspectiva de siglos, con la angustia de haber fracasado, también como el duque, en el logro del amor”.

Las dos obras publicadas a continuación son réplicas y reacciones a ese empeño documental: Crónicas reales (1967) y De milagros y de melancolías (1968). En ellas resuelve inventar la historia, olvidando bibliotecas y archivos: en el primer caso -una serie de relatos-, las vicisitudes de unos reyes que gobiernan un nebuloso país próximo al mar Negro; y, en el segundo nada menos que una novela con la historia de América, una "tentativa de probar que la historia es una invención del historiador".


De milagros y de melancolías
Manuel Mújica Lainez
Prólogo de Luis Antonio de Villena
Editorial Drácena
ISBN 978-84-941752-8-2
500 páginas, 24,95 €

La verdad, el periodismo de investigación en la picota


“Hubo un tiempo en que el periodismo era un deber nacional. Te lo juro” (Dan Rather, Daniel Irvin Rather Jr., nacido en 1931 en Texas, ex presentador estrella del telediario “60 minutos” de la CBS Evening News durante 24 años (hasta marzo de 2005) cuando fue expulsado del canal a cuenta del escándalo que cuenta la película La verdad (Truht).

El mejor Robert Redford (Todos los hombres del presidente), ahora lleno de arrugas, y una seductora Cate Blanchet (Blue Jasmine) protagonizan La verdad, un thriller basado en el Rathergate, el escándalo periodístico que agitó las elecciones presidenciales de 2004, que en Estados Unidos ha vuelto a abrir el debate de las relaciones que existen entre la prensa, el poder político y los intereses de las grandes corporaciones mediáticas. Se trató de la emisión de una serie de documentos y testimonios que cuestionaban el historial militar de George W. Bush (entonces aspirante a la Casa Blanca), asegurando que, a finales de los años ’60 y principios de los ’70, había buscado enchufes para “esconderse” en la Texas Air National Guard (Guardia Nacional) en lugar de ir a luchar a Vietnam. Completan el reparto Dennis Quaid (Traffic), Elizabeth Moss (Mad Men), Topher Grace (Interstellar) y John Benjamín Hickey (Banderas de nuestros padres).

La película es la opera prima del cineasta James Vanderbilt, conocido guionista de Zodiac y Asalto al poder, y está basada en las revelaciones que aparecen en el libro Truth and Duty: The Press, The President and The Privilege of Power (La verdad y la vida: la prensa, el Presidente y los privilegios del poder), escrito por la productora Mary Mapes, personaje protagonista junto a Dan Rather (el periodista presentador de los informativos estrella de la cadena). El escándalo que ambos desataron acabó no solo con sus carreras en el canal sino que incluso estuvo a punto de poner fin al informativo CBS News. El problema es que no pudieron aportar pruebas de lo que estaban asegurando; algunas de las personas que testimoniaron se negaron a aportarlas, y otros testimonios fueron simplemente imposibles de verificar.

En vísperas de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2004, el país está en guerra con Irak y Afganistán y todo parece indicar que George W. Bush será reelegido. La productora de la CBS Mary Mapes y el presentador Dan Rather –comunicador estrella de los informativos durante 24 años-, tras el éxito conseguido al destapar la existencia de la cárcel de Abu Ghraib donde soldados estadounidenses torturaban y humillaban a iraquíes detenidos, descubren un escándalo que puede cambiar el curso de los acontecimientos y lo cuentan en un programa especial, desatando una auténtica tormenta informativa y una inesperada reacción en la cadena, que somete a los periodistas a un auténtico juicio exigiéndoles que revelen sus fuentes y presenten pruebas de lo que han dicho. Los dos luchan hasta el final –el final de sus carreras en la CBS- mientras toman conciencia de las ingerencias políticas y económicas en la línea editorial del medio para el que trabajan (y de todos los demás).

A pesar de los años transcurridos, y de que ninguno de los dos periodistas trabaja en el canal desde 2004 -a Mary la echaron y Dan Rather se despidió antes de finalizar el contrato-, la CBS se ha negado ahora a difundir la publicidad de la película La verdad (Truth), alegando que en algunos momentos falta a la verdad.

Tanto Cate Blanchett como Robert Redford están magníficos y muy dignos en su “encanto discreto” y sus papeles de “reveladores” de un fenómeno que se mantienen en nuestros días: la forma en que dan las noticias, muchas veces sin que el periodista pueda avalar lo que está contando, la manera -buena y mala- en que Internet ha irrumpido en la terreno de la información, mezclando verdad y falacia y organizando un totum revolotum con hechos acaecidos y deseos del informador; y, finalmente, el peso de la propiedad de los medios en el relato de la información.

Estudiado por innumerables organizaciones de periodistas, y también de detectives virtuales, Memogate (también conocido como Rathergate) no tuvo para sus autores la suerte de su antecesor, el Watergate. La película puede competir dignamente con anteriores producciones cinematográficas sobre el papel de los medios en la sociedad, y las presiones que padecen las grandes corporaciones tanto del mundo político como de las grandes empresas y lobbys financieros. Desgraciadamente, no es un fenómeno circunscrito a Estados Unidos.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Ai Weiwei necesita piezas de Lego para crear una obra de arte

La compañía danesa no sirve su pedido por “demasiado político”


Foto de Twitter
La multinacional Lego se ha negado a servir una compra de sus célebres ladrillos de plástico, encargada por el artista disidente chino Ai Weiwei para crear con ellos una obra de arte. Para el fabricante danés preferido por los niños de todo el mundo, Ai Weiwei es “demasiado político”. Lo que no dice es que está prevista próximamente la apertura de un Parque Legoland en Shangai, informa el canal de información continua France 24.

«En tanto que empresa que se dedica a proporcionar experiencias de juego creativo a los niños, nos abstenemos a nivel mundial de implicarnos o avalar la utilización de nuestros ladrillos Lego en proyectos que tengan objetivos político”, ha escrito Roar Rude Trangbaek, portavoz de Lego, en un correo electrónico enviado a los conservadores del museo National Gallery de Melbourne, lugar al que va destinada la próxima obra del artista chico, “Any Warhol/Ai Weiwei”, prevista para diciembre de 2015.

El proyecto que prepara el más internacional de los artistas chinos contemporáneos –pintor, escultor, arquitecto, fotógrafo, creador de videoarte…-, conocido por sus críticas al gobierno chino (que después de encargarle la construcción del Famoso estadio Nido de pájaro, construido para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, le ha tenido encarcelado y acaba de devolverle el pasaporte después de confiscárselo durante cuatro años) consiste en la realización de retratos gigantes de disidentes políticos de todo el mundo, a base de las pequeñas piezas de Lego.

La reacción del artista llegó el 23 de octubre a través de las redes sociales, en forma de fotografía de una taza de water en cuyo fondo flotan unos cuantos ladrillos Lego, acompañada de unas líneas en las que denuncia “un acto de censura y discriminación. “En su calidad de empresa mundial poderosa, Lego juega un papel cultural y político influyente en una economía global de dudosos valores”, estima Ai Weiwei.

Lego es el tercer mayor fabricante mundial de juguetes. La negativa a servir al creador chino los materiales para su obra se produce una semana después de que la empresa británica Merlin Entertainments -participada en un 30% por Kirkbi, la casa madre de Lego-, que explota los parques de atracciones Legoland, anunciara la construcción de uno en Shanghai.

Las repercusiones de la solidaridad con Ai WEiwei en las redes han sido de dos tipos: por una parte están los internautas que aseguran que nunca más volverán a comparar piezas Lego, y por otra quienes se han mostrado dispuestos a ceder sus legos al artista quien ha decidido aceptarlos y anuncia que habrá “una colecta a gran escala” que anunciará en breve; de momento, un automóvil descapotable, aparcado delante del estudio de Ai Wei, se ha convertido en el primer “punto de recogida de ladrillos de Lego” al que se acercan ciudadanos de Pekín que introducen por el techo del vehículo puñados de piezas.


Ai Weiwei, de 58 años, hijo del intelectual y poeta Ai Qing (1910-1966) denunciado en 1957, durante la revolución cultural, como “enemigo del pueblo” y enviado, junto con su mujer y sus hijos a una campo de trabajo y reeducación, donde el joven artista vivió hasta los 17 años, es una de las 303 personas –intelectuales, juristas, militantes de los derechos humanos, profesores universitarios disidentes y también algunos pertenecientes al régimen- que el 9 de diciembre de 2008 firmaron un documento (bautizado como Carta 08 en referencia a la famosa Carta 77 de los disidentes checoeslovacos) cuya publicación se retrasó unos días porque en esa misma fecha se produjo la detención del escritor Liu Xiaobo, uno de los primeros firmantes (posteriormente Premio Nobel de la Paz 2010, quien continúa detenido por las autoridades de Pekín, en principio hasta 2020, mientras su esposa, Liu Xia también escritora, permanece vigilada en su domicilio). En la Carta, las personalidades firmantes reclamaban una auténtica democracia para el país más poblado del mundo, cuyos dirigentes hacen malabarismos entre una férrea política comunista tipo estalinista y su incorporación al mercado global, capitalista y neoliberal, cuyas leyes aceptan sin rechistar.

Ai estudió cine en Pekín y en 1979 fundó con otros artistas el grupo de vanguardia “Las estrellas”. En 1981 se trasladó a Estados Unidos, estudiando en la Parsons The New School for Desihgn de Nueva York, y frecuentando a personajes del East Village, como el poeta Allen Ginsberg, bajo cuya influencia empezó a hacer arte conceptual, modificando objetos ready-made. En 1993 regresó a China y se instaló en Pekín. A partir de 1994, con el crítico de arte Feng Boyi, creó una colección de publicaciones underground tituladas “Los libros de la bandera roja”, que tuvieron gran influencia en los medios artísticos de Pekín. Después, Ai Weiwei descubre la arquitectura y el diseño y participa activamente en la creación de su residencia habitual, la Studio House, inspirada en una fotografía de la Stonborough House de Paul Engelmann y Ludwig Wittgenstein en Viena, así como de la CAAW (China Art Archives ans Warehouse), primera galería y archivo de arte contemporáneo en China.

A partir de entonces empieza su declaración de abierta hostilidad hacia las autoridades chinas, y a declararse anticomunista. Primero fue la exposición Fuck On (con la fotografía de su mano con el dedo corazón enhiesto sobre la Puerta de la Paz Celeste, situada en la Plaza de Tiananmen). Una idea que retomaría posteriormente en Estudios de Perspectiva, en los que su ya célebre dedo aparece levantado ante la Casa Blanca, la Torre Eiffel, la catedral de San Marcos de Venecia o la Opera de Sydney…

En Paisajes Provisionales, serie de fotos realizadas entre 2002 y 2005, presenta la realidad social y urbana de China, denunciando el “capitalismo anárquico que se desarrolla y las contradicciones de la modernidad. Las callejas del viejo Pekín han desaparecido para dar paso a nuevo edificios, sin respeto de la historia ni de la cultura”. En 2003 crea el estudio de arquitectura FAKE Design, en el que da trabajo a 19 personas y donde se realizan proyectos como el Yiwu South Riverbank (Jinhua), las nueve Boxes-Taihe Complex (Pekín) o el Restaurante Gowhere, también en la capital.

Las obras de Weiwei se han expuesto en Estados Unidos, Bélgica, Italia, Alemania, Francia, España, Australia, China, Corea y Japón. Su trabajo ha participado en la 48 Bienal de Venecia (1999), la First Guangzhou Triennial (China), la Bienal de Sydney Zones of Contact (2006) y la Documenta 12 de Cassel. En 2008 creó un blog en el portal oficial Sina y, tras el terremoto de Sichuán que mató a miles de personas, publicó en él los nombres de todos los niños desaparecidos en el seísmo, denunciando la mala construcción de las escuelas en el país. En 2009, cuando se conmemoraba (clandestinamente, claro) el veinte aniversario de la masacre de Tianamen, publicó un poema titulado “Olvidemos”, donde decía lo que pensaba de la censura, el Tibet, la policía secreta, los sucesos de Tinanmen…. Las autoridades le cerraron las cuentas online, unos desconocidos le dieron una paliza y un grupo de sicarios destruyó el taller que acababa de inaugurar en Shanghai.

En 2010-2011 presentó su más famosa instalación, Sunflower Seeds (Pipas de girasol), en el museo Tate Modern de Londres. La escultura (denominación usada por el comisario de la exposición) está formada por millones de pequeñas pipas de girasol de porcelana -pintadas a mano una a una por 1.600 artesanos y obreros de la ciudad de Jingdezhen, e instaladas en los 1.000 metros cuadrados del hall del museo- alude a la célebre metáfora de Mao Zedong de que el pueblo chino debía girarse hacia él lo mismo que los girasoles se vuelven hacia el sol. En 2013, se pudieron ver obras de Ai Weiwei en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla en la exposición Resistencia y tradición.

Ai Weiwei fue detenido por la policía en el aeropuerto internacional de Pekín en 2011, cuando se disponía a volar a Taipei, oficialmente por evasión fiscal, y puesto en libertad con fianza 81 días más tarde; durante ese tiempo permaneció encerrado en un lugar desconocido “y en condiciones degradantes”. Después le acusaron de pornografía, tras fotografiarse sentado en una silla tradicional china rodeado de cuatro mujeres desnudas. No ha podido salir del país desde entonces hasta julio de 2015, cuando le han devuelto el pasaporte.

Ai Weiwei es miembro de Academia de las Artes de Berlín y, junto con la cantante estadounidense Joan Baez, ha recibido en 2015 el Premio Embajador de Conciencia que Amnistía Internacional entrega a las personas que mejor han defendido los derechos humanos a lo largo de su vida.