“El
caso Padilla” de Pavel Giroud, la represión de la disidencia en la Cuba de
Castro
En 2009, el escritor cubano Norberto Fuentes pubicó en
su blog una transcripción inédita de la tristemente célebre “autocrítica” que
el 27 de abril de
1971 realizó el poeta
Heberto Padilla en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC),
ante un centenar de compañeros, tras haber pasado treinta y ocho días en los
calabozos de la Seguridad del Estado, en La Habana. En su día, el caso provocó
una ruptura entre la los intelectuales de medio mundo, que hasta entonces habían
apoyado la revolución porque la guerra fría favorecía el antiamericanismo, y el
régimen de Fidel Castro.
Ahora, el documental “El caso
Padilla “ (The Padilla Affair), dirigido por el cubano residente en Madrid Pavel
Giroud (“El acompañante”, “La edad de la peseta”, “Omertá”, “Playing Lecuona”),
estrenado en la sección Horizontes Latinos del último Festival de San
Sebastián, vuelve sobre la detención, el 30 de marzo de 1971, de Heberto
Padilla, cuya obra poética titulada “Fuera de Juego” se consideró un ataque
frontal a la falta de libertades en la Cuba castrista, y sobre la “sentida autocrítica”,
en la que se declaró agente contrarrevolucionario y acusó de complicidad a otros compañeros, que provocó la indignación de muchos escritores, en
especial los latinoamericanos exiliados en Europa y México, y la publicación en
la prensa francesa de una petición de libertad, solidarizándose con el poeta.
Heberto Padilla, fallecido en septiembre
de 2000 en Estados Unidos tras veinte años de exilio, era un poeta reconocido y
premiado en Cuba. “Fuera de juego”, la obra que le valió ser detenido y todo lo
demás, la escribió al regresar de una estancia en la Unión Soviética, donde fue
el corresponsal de la agencia Prensa latina, dirigida entonces por Gabriel García
Márquez y Rodolfo Walsh. “Fuera de juego” fue premiada por la UNEAC.
En un terrorífico y escalofriante
documento que pon los pelos de punta y recuerda los viejos métodos estalinistas,
actualizados por el maoísmo y las “declaraciones” ante la Comision de
Investigación en la época del maccarthismo
en Estados Unidos, Pavel Giroud ha trabajado sobre las imágenes –inéditas-
de la totalidad de la “confesión” de Padilla, secundada sobre la marcha por
otros escritores que asistían impávidos al acto, a los que el poeta involucró en su disertación
como culpables de “debilidad ideológica”, e incluso por la propia esposa del “arrepentido”,
también poetisa. Padilla explicó que debían sentirse felices por sufrir una
condena aparentemente ligera, el ostracismo, que para algunos significó la pérdida
del trabajo y la muerte en vida. Después de aquel vergonzoso acto, Fidel Castro
envió al matrimonio Padilla a trabajar en una plantación (no lo dice, pero
supongo que, como todo el pueblo, cortando caña).
Años más tarde, Heberto Padilla dijo
que su “confesión” tenía como objetivo alertar a sus compañeros críticos con el
régimen de los peligros que iban a encontrar. Algunos observadores
internacionales que conservan la memoria de todo aquel montaje, han considerado
que los gestos –repetidos muchas veces- del poeta durante su autoinculpación
eran un remedo de los habitualmente acompañaban los interminables discursos del
líder de la revolución, Fidel Castro y que era evidente que había que hacer una
doble lectura de las palabras del poeta como cuando, por ejemplo, se refiere a
los agentes de la Seguridad Nacional que conoció durante du detención diciendo
que “son muy inteligentes, tuvieron la gentileza de dejarme disfrutar del sol”.
A medida que se sucede la « confesión” de Padilla,
en este apasionante documental aparecen
titulares del mundo entero, recortes de periódicos y voces en off, como la de Mario
Vargas Llosa que cuenta el origen de la petición, escrita mientras Padilla se encontraba
detenido y pidiendo su libertad, que firmaron intelectuales de todos los países
como, entre otros, Jean-Paul Sarte,
Simone de Beauvoir, Italo Calvino, Marguerite Duras, Susan Conrad, Julio
Cortázar, Jorge Edwards, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez (que no firmó
directamente, porque no le encontraron, pero sus amigos consideraron que
estaría de acuerdo). Sin embargo, cuando tras la “confesión” de Padilla, se
organizó otra recogida de firmas, esta vez de protesta por la humillación a que
el régimen de Castro sometió al poeta, García Márquez se negó a firmarla.
Según el testimonio de periodistas que hablaron con el
realizador en San Sebastián no es cierto el rumor de que en Cuba se han
desclasificado los archivos con la grabación de la autocrítica de Padilla.
Pavel Giroud no explica cómo consiguió “una cassette Betamax de la grabación,
que tuvo que llevar a restaurar para conseguir una calidad de imagen y sonido
suficientes para poder proyectarla en pantalla grande. En total “de las más de
cuatro horas de confesiones de Padilla (filmadas con cámaras de 16 mm) ha
sacado poco más de tres horas”. Era un caso que le interesaba desde hacía
tiempo, había leído “La mala memoria”, autobiografía de Padilla, durante sus
años universitarios.
« En principio, yo había pensado hacer una
película de ficción, con un actor interpretando a Padilla, y utilizar el
material de apoyo que finalmente he utilizado para el documental. En Cuba, no
es fácil acceder a los archivos, sobre todo si se trata de temas delicados,
como era el caso. Entonces recurrí a los archivos del Instituto francés del
Audiovisual (INA), de la antigua Unión Soviética, de Estados Unidos… La película
ha sido una permanente reinvención ». Durante los dos años de la pandemia,
Pavel Giroud se dedicó a buscar en todos ellos, seleccionar extractos,
escribir, montar y producir el documental que encuentra su actualidad en las
manifestaciones de escritores y artistas que durante los últimos años vuelven a
reclamar, en Cuba, su libertad de expresión. “Han pasado los años y los métodos
del poder cubano no han cambiado –asegura el realizador- ‘El caso Padilla’ es
un contrapunto necesario a la historia oficial”.
Una disidencia condenada
Aunque lo que sigue no pertenece
en sentido estricto al documental de Pavel Giroud, creo que no está de más
conocerlo porque es otro caso emblemático de la Cuba sometida por los hermanos Fidel
y Raúl Castro, y todos los otros “verdaderos revolucionarios” que durante años
dirigieron la represión en la isla de intelectuales, homosexuales y otras
minorías disidentes.
Norberto Fuentes – autor del
relato “Condenados de Condado”, que en 1968 recibió el Premio casa de las
Américas, el galardón más importante de las Letras cubanas y que, ya exiliado
en Estados Unidos, fue el primero en publicar
una transcripción de la “confesión” de Padilla- fue uno de los personajes “denunciados”
por Padilla en el siniestro episodio de su “autocrítica”. Fuentes replicó al
poeta negándose a considerarse culpable y después prolongó su defensa, hasta el punto de que consiguió romper el
consenso que había impuesto el terror castrista. Fuentes había participado, con las fuerzas de
la Seguridad del estado en la represión de la guerrilla anticastrista del
Escambray, una rebelión que duró seis años- 1959-1965- en la región montañosa
del Escambray, con eco en las seis provincias cubanas, protagonizada por grupos
insurgentes de antiguos soldados del dictador Batista, agricultores locales y
ex guerrilleros que habían participado en la revolución, que se oponían al
gobierno dirigido por Fidel Castro. Las fuerzas gubernamentales pusieron fin a
la rebelión en 1965 dejando un saldo de tres mil muertos. . Desde entonces, el
gobierno cubano define aquellos años como “una guerra contra los bandidos” (lo
que, inevitablemente me lleva a pensar en la “operación militar especial” que
hoy lleva a cabo otro dictador, Vladimir Putin, en Ucrania. La historia es
reincidente).
Fue justamente su narración
lírica de la “guerra contra los bandidos” la que indispuso a Norberto Fuentes
con el dictador Castro, quien no admitía ningún tipo de ambigüedad creativa y
estaba decidido a convertir la cultura en propaganda (como quedó explicitado en
el Congreso Nacional de Educación y Cultura de 1971.) Fuentes, que después
publicó « Hemingway en Cuba », y participó en la guerra de Angola con
las tropas cubanas que llevó hasta el país africano Ernesto “che” Guevara, ,
estuvo a punto de ser ejecutado en 1989 –tras
el proceso en La Habana de la “Causa número 1/1989”, en el que fueron fusilados
el general Arnaldo Ochoa y su ayudante, el capitán Jorge Martínez, ambos de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias, y los coroneles Antonio de la Guardia Font y
Amado Padrón Trujillo, del Ministerio del Interior- y solo gracias a la
intervención de García Márquez consiguió permiso para exiliarse a Estados
Unidos. Norberto Fuentes escribió en
1999 « Dulces guerreros cubanos » y una « Autobiografía de Fidel
Castro » en dos volúmenes publicados en 2004 y 2007, en la que dibuja un “Comandante”
más megalómano que nunca
(1) “El caso Padilla” se
estrena en Madrid el viernes 2 de junio de 2023