jueves, 28 de septiembre de 2017

“The King of Rock and Roll”, interesante documental acerca de la fabricación de un disco

“Cada disco comienza con una canción”



Esta es la película de cómo se hace un disco de rock. De cómo, haciendo bueno el axioma anterior, una primera canción supone el arranque de un proceso creativo en el que participan no solo los músicos y letristas, sino también promotores, productores, arreglistas, ingenieros de sonido, coros, músicos adicionales, publicistas, expertos en marketing…

Curiosamente, aunque no es algo infrecuente, la canción que da origen al disco y a la película–“The King of rock and roll”- finalmente no apareció en el álbum grabado por el mallorquín Paul Zinnard, quien desde una edad muy temprana, desde su pasión por la pintura y su admiración por los Beatles, supo que cantaría en inglés y que, por lo que fuera, tenía que inventarse un nombre artístico que fuera más que un nombre, un personaje; de forma que para su creador, este Zinnard (que en realidad se llama Carlos) es un pintor que algún día sorprenderá al mundo con una exposición que le consagrará.

Mientras llega ese momento, Paul Zinnard ha compartido con otros músicos españoles y estadounidenses (Mario Cobo, Silvain Sylvain, Mike Watt y Ariel Roth entre otros) el contar, de una forma muy sencilla y didáctica,  en qué consiste el proceso de creación de una obra musical en un documental de una hora dirigido por el madrileño Iván Muñiz (1975, un realizador experto en documentales de temática musical –“Vólvulo Voraz” (2003), Último concierto de a “Room with a view” (2003), “Derechos de autor mortales” (2013), “Las voces pérdidas” (2013)-quien trabaja con su propia productora, Silver and Gold, en la que cumple la mayoría de tareas, desde el guión al montaje, y explica así la génesis y el proceso de “The King of Rock and Roll”:

La idea original era seguir a Carlos (Paul Zinnard) en el proceso de grabación del disco, que tiene unas canciones fantásticas que nunca saldrán a la luz y una era “The King of Rock & Roll” y que era exactamente eso, un tío que cuando se sube al escenario se cree Dios.Y además se tenía que llamar así, no valía otro nombre. Es como – a ver ¿quién es el rey del rock & rol?…, Elvis- y Elvis es la figura común a todos. Así que un título de una peli de rock que haga referencia a Elvis siempre va a quedar bien”.

La forma en que van apareciendo los restantes músicos, y las respuestas y anécdotas que aportan van trazando no solo la historia de cómo se hace materialmente un álbum, sino también un mapa de las grandezas y miserias del oficio de músico, del que por cierto no todos pueden vivir holgadamente


 “Si tienes dinero vete al mejor estudio y si no lo tienes hazlo con NADA. Búscate la vida” (Sylvain Sylvain, “The New York Dolls”)




martes, 26 de septiembre de 2017

“Mother”, un error garrafal

"Mother " es un simulacro de cine que funde misterio e ilegibilidad, desmesura y ampulosidad, provocación y gran guiñol» (Critikat.com)

“¿Es la primera fábula de la era Trump ? ¿Un relato gótico sobre el tema del líder narcisista, que nos lleva derecho al apocalipsis nuclear?”, se pregunta un crítico canadiense después de ver “Mother”, la última película del cineasta siempre alucinado Darren Aronofdky (“Noé”, "Requiem for a Dream", "Black Swan”, Oscar a la Mejor Actriz para Natalie Portman) -“un cineasta que se cree un profeta” (Le Temps)- quien da su propia explicación de esta historia gore de la venida del mesías: “Se trata del destino humano, de los fines últimos, de ti y de mi”.

Y, hasta aquí ya van dos definiciones de una película que yo no he apreciado ni un minuto. La tercera me llega de un colega, entusiasta a muerte de este relato de angustia, miedo, gente con malos modales y algún muerto inocente: “A mí -me dice- me gustan las películas retorcidas”.

Voilà! que tenemos un nuevo género cinematográfico, las “películas retorcidas” y, en este caso particular “mala de acostarse” (que cantaba Martirio), con pésimos actores como protagonistas: ni Javier Bardem (“Jamón, jamón”, “El amor en los tiempos de cólera”, “Loving Pablo”, Oscar al Mejor Actor secundario por “No es país para viejos”, 2008), ni Jennifer Lawrence (“Los juegos del hambre”, “X-Men”, “Happiness Therapy”, Oscar a la Mejor Actriz 2013) debieron nunca aceptar convertirse en “Ella” y “El”, dos personajes calcados de Polanski, el escritor esquizofrénico que parece salido de “Repulsión” y al que visitan auténticas hordas de fans que destrozan todo a su paso, y la mujer que espera espantada la llegada de su bebé, como en “Rosemary’s Baby”: todo, dos horas, entre fiesta zombies y pesadilla psicodélica, entre religión caníbal y destino que se encarga ir reciclando la vida. Toda la vida, la historia completa de la humanidad y todas las amenazas y los males que se ciernen sobre nosotros.

Arrogante drama psicológico pesimista y frustrado, “Mother” llega con todo el boato de las producciones excesivas, cargadas de sentencias, y con el morbo de la pareja de protagonistas, que carece por completo de química. En suma, una película hueca que se ganó a pulso la exclamación –“Vaffanculo!” (1)- de un crítico italiano cuando se presentó en el Palazzo del Cinema, en el último Festival de Venecia (septiembre 2017).

(1) Creo que no necesita traducción


lunes, 25 de septiembre de 2017

Gira de Frank Zappa en 2018... en holograma



Cuando van a cumplirse veinticinco años de su muerte, el rockero Frank Zappa hará una gira en 2018 en forma de holograma. La empresa que gestiona el patrimonio del célebre guitarrista, fallecido el 4 de diciembre de 1993 de un cáncer de próstata, a los 53 años, lo ha anunciado asegurando que en los escenarios podrá verse también a alguno de los colaboradores de Zappa que siguen con vida, como el guitarrista Steve Vai. Los hijos del músico, Dweezil y Ahmet Zappa, continúan hoy el camino de su padre, trabajando en una ópera rock que llevará el título de “Joe’s Garage The Musical”, retomando el título de uno de sus álbumes más célebres, “Joe’s Garage”, de 1979.

Considerado uno de los grandes músicos y compositores del siglo XX, excelente guitarrista, bajista y percusionista, Zappa para los incondicionales, Frank Vincent Zappa nació en 1940 en una familia italoamericana de Baltimore. Fue en 1966, en plena oleada psicodélica cuando Frank Zappa publicó un primer álbum con su grupo, Mother of Invention, titulado “Freak out!.

Fue una de las personalidades más herméticas, y también apasionantes, del ambiente del rock, cuyo sentido del humor, muchas veces irrespetuoso, reconocían todos sus compañeros: en distintos trabajos discográficos “se burló de los Beatles, Bob Dylan, los telepredicadores, la cienciología y los políticos de derechas… y la lista no es exhaustiva” (Culturebox).

Entusiasta del jazz y la música experimental, inclasificable ideológicamente, tan buen autor de letras como compositor de música, él mismo se ocupaba de las producciones de rock, jazz, estilos experimentales y contemporáneos, que editó durante 33 años. Sus conciertos fueron siempre únicos. Cuando salía al escenario tenía solo una idea de los temas que pensaba interpretar y lo hacía de una u otra manera dependiendo del ambiente. Sus músicos le seguían mediante un código gestual. En sus conciertos, que podía dirigir de espaldas al público durante muchos minutos, jamás había tiempos muertos, un tema se encadenaba con el siguiente y sus solos de guitarra recibían ovaciones solo comparables a las que consiguen hoy en día las grandes estrellas del fútbol. Entre una “calada” y otra, enganchaba su eterno cigarrillo en lo alto del traste de su Gibson.

El primer “concierto en holograma” tuvo lugar en 2012, cuando el rapero Tupac Shakura «resucitó» en el Festival de Coachella, en California. Desde entonces, grandes figuras de la música fallecidas, desde la cantante de jazz y blues Billie Holiday (conocida también como “Lady Day”) al extravagante pianista y crooner Liberace, leyenda del kitsch, han vuelto a aparecer en los escenarios gracias a los hologramas.

viernes, 22 de septiembre de 2017

"Bye Bye German"y, un posguerra judía

“Uno de nosotros tiene que quedarse para no dejar este bello país en manos de los alemanes”. David Berman.

(Tras la Segunda Guerra mundial, permanecieron en Alemania aproximadamente 4.000 judíos. Ninguno de ellos supo explicar a sus hijos por qué…”Crecieron con las maletas siempre preparadas. Les decíamos que pronto iríamos a Israel, a Estados Unidos, a Honolulu…Fue culpa nuestra pero era un acto de equilibrio. Por una parte, el mundo judío, por otra el alemán. Ya teníamos el billete para la felicidad, solo retrasamos el momento de la partida”).

“Bye, bye Germany”, dirigida por el cineasta Sam Garbarski (Irina Palm, Rashevski's Tango), “es una espléndida comedia ambientada en la posguerra en los fínales de los años 1940, basada en una historia real (y “lo que no es totalmente exacto sigue siendo correcto”) que se cuenta en las novelas “Die Teilacher” y “Machloikes” del escritor y periodista judío suizo Michel Bergman.

En los años de entreguerras, un Teilacher era un comerciante judío que llevaba paquetes de ropa del hogar a las mujeres, a veces ajuares enteros en baúles, especialmente en las zonas rurales. Un comercio que llegó a ser muy próspero y que acabó abruptamente durante el nacionalsocialismo.

Estamos en Frankfurt en 1946, devastado por los ataques aliados y la penuria de la posguerra. David Berman (Moritz Bleibtreu, “Las partículas elementales, La banda Baaer”, “Las confesiones”), descendiente de una dinastía de vendedores de ropa de casa cuyos padres y hermanos murieron en Auschwitz, y sus seis amigos, supervivientes todos del Holocausto, sueñan con poder emigrar a América lo antes posible. Para ello necesitan dinero. Todos fueron partisanos antes de la guerra, después cada cual siguió su camino, Ahora, con mucho ánimo y no menos ingenio y picaresca, consiguen poner en marcha un negocio de venta a domicilio de ropa blanca, un producto muy demandado por los alemanes en la posguerra. Como el perro de tres patas que les acompaña, viven todos en un campo americano para desplazados, procedentes de distintas naciones europeas. Pero David tiene un pasado oscuro que quiere averiguar la oficial estadounidense Sara Simon (Antje Traue, “La mujer del cuadro”, “Criminal: un espía en la cabeza”).

Una historia judía de posguerra de la que no sabemos gran cosa. Mientras que la mayoría de los supervivientes del holocausto emigraron a distintos lugares, unos cuantos permanecieron en Alemania, con frecuencias en condiciones manifiestamente mejorables.

La mayoría eran viejos, aunque los protagonistas de esta película son relativamente jóvenes y mientras esperan una vida mejor en otro lugar se niegan a representar el papel de la víctima judía: “Hitler ha muerto pero nosotros estamos vivos”. En cierta manera, «Bye, bye Germany» es un homenaje admirativo para los judíos europeos que optaron por permanecer en un país que les había enviado a los campos de la muerte, resistiendo a los dolorosos recuerdos de la persecución y la muerte. Se ha indagado muy poco en sus vidas de posguerra, mientras que la literatura y el cine se han ocupado ampliamente de la suerte de sus hermanos emigrados.

El resultado de esta historia tan poco habitual, de estos personajes desplazados que luchan por volver a integrarse en su patria, es un hermoso drama plagada de humor melancólico, un relato sobre la culpabilidad -la de los alemanes, entre pasiva y agresiva, y la de los supervivientes judíos, nacida de remordimientos- se suma a las muchos intentos cinematográficos de los últimos años para representar la forma en que Alemania ha ido arreglando las cuentas con su pasado más tenebroso. El realizador, Garbarski, consigue un equilibrio emocional, jugando con los colores ocre y gris de interiores y exteriores, que apuntala la atractiva personalidad del actor protagonista, Bleibtreu, aunque estamos hablando de una historia coral.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Homenaje en noviembre a Leonard Cohen, en el primer aniversario de su muerte •

     


Sting, Elvis Costello y Lana Del Rey se encuentran entre la decena de artistas que el próximo 6 de noviembre de 2017 van a participar, en el Center Bell de Montreal, en un concierto homenaje a Leonard Cohen, poeta y cantautor canadiense compositor de temas inmortales, como «So long Marianne», «Halleluyah» o «Dance me to the end of love». El 7 de noviembre se cumple un año del fallecimiento, en Los Angeles, de este enorme poeta y músico, que había nacido 82 años antes en la capital de Québec.

También participarán el compositor Philipp Glass, que colaboró con Cohen en una adaptación de sus poesías, Wesley Schultz y Jeremiah Fraites, miembros del grupo de folk The Lumineers, y el músico de Montreal Patrick Watson. Durante el concierto se grabará un documental, cuya presentación al público está prevista para 2018.

"Antes de morir, mi padre me dio una lista de instrucciones, entre las que figuraba que quería ser enterrado junto a sus padres, en el cementerio judío de Montreal. Y me dijo que si queríamos organizar algún acto en su memoria, lo hiciéramos en Montreal”, ha dicho el hijo y colaborador del artista, Adam Cohen, de 45 años, al presentar el concierto, que se enmarca en una semana de actos en memoria de Leonard Cohen, a los que el gran concierto pondrá el broche final, y que incluye una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad , que después dará la vuelta al mundo y la inauguración de dos enormes murales con la efigie del artista, así como veladas poéticas y espectáculos virtuales.

La muerte de Leonard Cohen tuvo lugar tan solo tres meses después de la de Marianne Ihlen, la danesa que fue su pareja en los años 70 y su musa toda la vida, y a la que dedicó, entre otras, la canción “So long Marianne”. En el último álbum, «You Want It Darker», publicado en octubre de 2016, había varios temas en los que hablaba de la muerte. «I'm ready, my Lord», “Estoy preparado, Señor”, cantaba en la canción que iniciaba el disco.

Leonard Cohen tenía problemas físicos desde varios antes; entre otras cosas, había sufrido una fractura múltiple en la columna vertebral que limitaba mucho sus desplazamientos. En unas declaraciones efectuadas poco antes de morir en su casa de Los Angeles, donde alternaba períodos de esperanza y desesperación, aseguró que quería “vivir eternamente”.
Entre los homenajes depositados aquellos días en la puerta de su casa, todo un símbolo: una réplica del sombrero que solía lucir en sus apariciones en los escenarios.