En los medios de comunicación, dice
Francisco Rodríguez Pastoriza en la Introducción de su libro de reciente
publicación “Oficio de lecturas. Escritos de periodismo cultural”, la cultura
aparece en la forma que el precursor en los estudios de Ciencias de la
Información Abraham Moles “definiera como ‘cultura mosaico’, aquella que iguala
las informaciones relacionadas con el clasicismo y las vanguardias con las del
utilitarismo y el consumo: lo sublime con lo kitsch”.
Rodríguez Pastoriza -recién
jubilado profesor de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense y
durante muchos años periodista del Área de Cultura de TVE- sabe de qué habla
porque no solo se ha dedicado a la docencia, en la especialidad de periodismo
cultural, y ha ocupado diferentes cargos en televisión, sino que continúa
publicando informaciones y críticas sobre distintos aspectos y manifestaciones
culturales, tanto en las páginas de Periodistas en español como en el diario El
Faro de Vigo y otras publicaciones del grupo Prensa Ibérica; además de
investigar sobre la cultura en televisión y el lenguaje fotográfico, materias
que han dado lugar a otros libros (1).
Los distintos apartados de este
libro, de indudable utilidad para periodistas en general y para informadores
culturales en particular, estudian las distintas definiciones de cultura, las
distinciones históricas entre alta y baja cultura, cultura de élite y cultura
de masas, el papel del informador y el del crítico, así como las perversiones -y
algunas ventajas también- que la industria cultural hace pesar tanto sobre la
propia cultura, como sobre las páginas y los suplemento “culturales” de los
medios de comunicación. Las frecuentes disparidades entre críticos y los
conflictos de interés entre la industria de los medios, de la producción y de
la edición, explican también que la crítica cultural -de cine, teatro,
literatura, etc- ya no tenga tantos seguidores fervorosos como antaño. Salvo la
de los “suplementos” culturales de los periódicos, y las escasas revistas del
género, que aún desafían “las moderneces” y puede presumir de lectores fieles.
Aparte los artículos del autor que
conforman la segunda parte de este libro -muchos de ellos aparecidos en
distintos momentos en estas páginas, que son excelentes ejemplos de un
periodismo cultural serio, documentado e independiente, y que desarrollan temas
variopintos que, entre otros, abarcan aspectos que van de la revolución
cultural china a los Beatles, del totalitarismo cultural soviético a los libros
sobre la guerra civil española, o de los aspirantes al Premio Nobel al libro
electrónico- me ha parecido especialmente interesante las páginas que dedica al
estudio de las tesis del francés Frédéric Martel en el ensayo “Cultura
mainstream. Como nacen los fenómenos de masas” (2), editado en España por
Taurus.
La cultura no podía quedar al
margen de la mundialización. De forma que los medios de todo el mundo “compran”
esa cultura global, mainstream, mayormente audiovisual, en la que cada entidad
cultural intenta hacerse con un lugar bajo el sol, y que lo mismo entiende el
consumidor cultural europeo o asiático.
Martel habla de la cultura
destinada a las grandes audiencias, la que gusta a todos, “que puede tener una
connotación positiva si se entiende como cultura para todos, o negativa si se
considera comercial y uniforme (…) Martel da por hecho que en la sociedad
contemporánea la cultura mainstream es la única que tiene presencia en todo el
mundo y ha sustituido definitivamente a la alta cultura”. Como ejemplo,
Jennifer López, Ricky Martin y las telenovelas han tomado el relevo de los
Cortázar y García Márquez como representantes genuinos de la “cultura
latinoamercana” que ha reducido su denominación a “latina”.
Evidentemente, ni lo uno ni lo otro
solamente. Lo ideal sería un futuro que consiguiera concentrar una comunidad
para asistir al concierto de una orquesta sinfónica y los fans para las galas
de los artistas de pop, rock o indie.
(En todo caso, conviene no perder
de vista que el futuro, de momento al menos, es Internet y, desde esta
perspectiva, otro autor francés, el periodista Eric Loret, en “Petit manuel
critique” (Les Prairies ordinaires, 2015) asegura que el lector percibe la
crítica en “los viejos medios” como institucional, lo que le provoca desconfianza:
“Los blogs, los foros, las redes sociales están ocupando el campo de la crítica
tradicional” que define los buenos y los malos y, retomando la propuesta del
filósofo Jacques Rancière, plantea una “democracia de inteligencias iguales,
una comunidad inédita de individuos que buscan los medios para reunirse a
través del bosque de signos y formas”. “Una crítica de todos, con todos, y sin
perder de vista una misma obra: el mundo”, simplifica Loret. Pero esto es solo
la teoría, en la práctica, en general, el “crítico ciudadano”, lo mismo que el
“periodista ciudadano” solo dispone de su buena voluntad y carece de las
herramientas intelectuales básicas para llevar a cabo un trabajo que sea algo
más que un divertimento. El periodismo es un oficio, conviene no olvidarlo).
Pese a este nuevo posicionamiento
de la cultura “a la baja” en los medios de comunicación de mayor audiencia, el
profesor Rodríguez Pastoriza es optimista. Constata que la información cultural
ha ido ganando terreno y hoy ocupa un lugar cada vez más importante, sobre todo
en los periódicos donde cada vez “están más presentes las informaciones
relacionadas con la cultura y son cada vez de mayor calidad, al estar
elaboradas por profesionales especializados”, lo que no ocurría hace unos años
cuando eran precisamente los periodistas con menos experiencia (e incluso los
becarios) quienes eran enviados a cubrir los acontecimientos culturales que, en
muchos casos, ni siquiera disponían de un espacio propio en las páginas del
medio y se publicaban revueltos con otros temas “de sociedad”, cuando bajo ese
epígrafe se podía encontrar desde una actuación de María Callas hasta una
reyerta entre vendedores de droga.
(1)”Qué
es la fotografía”( Lunwerg), “Periodismo cultura” (Síntesis), “Cultura y
televisión. Una relación de conflicto” (Gedisa), “La mirada en el cristal. La
información en televisión” (Fragua) y “Perversiones televisivas. Una
aproximación a los nuevos géneros audiovisuales” (IORTV).
(2) “Mainstream. Enquête sur la
guerre globale de la culture et des média», título original, Flammarion 2010.
Oficio de lecturas. Escritos de
periodismo cultural
Francisco Rodríguez Pastoriza
Terra Ignota Ediciones
ISBN: 978-84-946955-6-8
400 páginas, 15€
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