Este jueves,
29 de noviembre de 2018, la música reggae jamaicana ha pasado a formar parte de
la lista del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, por decisión de un
comité especializado de la Unesco reunido en Port-Louis, capital deIsla Mauricio, que ha subrayado la
contribución del Reggae para concienciar internacionalmente sobre las
cuestiones “de injusticia, resistencia, amor y humanidad”, y su dimensión
“cerebral, socio-política, sensual y espiritual”. El comunicado de la Unesco
destaca la figura de Bob Marley, como la máxima representación del género.
Desde ahora, el reggae forma parte de
las cerca de 400 tradiciones culturales –cantos, gastronomía o celebraciones-
que ampara la Unesco, y que van desde la pizza napolitana al zaouli,la música de las comunidades gouro
de Costa de Marfil.
La candidatura del reggae – música surgida
a finales de los años 1960- fue presentada por Jamaica. Se trata de un estilo
desarrollado a partir del ska con influencia de jazz y blues, cuyo intérpretes
la reivindican como “música de los
oprimidos”; los temas más frecuentes son cuestiones sociales y políticas, las
cárceles y las desigualdades. La canción
“Do the Reggay”, del grupo Toots and the Maytals, fue la primera en utilizar el
nombre de reggae en 1968; tuvo un gran éxito mundial gracias a Bob Marley y su
grupo The Wailers, con canciones como “No Woman, No Cry” y “Stir it Up”.
Además, el reggae se asocia con el
rastafarismo, un movimiento espiritual que tiene como líder al emperador etíope
Haile Selassi (1892-1975) y promueve el uso de la marihuana (ganja).
En 2017, cuando se cumplían 36 años de
la muerte de Bob Marley, “la primera superstar llegada del tercer mundo”, en
París se inauguró la exposición “Jamaica, Jamaica”: un resumen en imágenes
–fotografías y películas desconocidas- de la vida del artista, su música y sus
mensajes de denuncia del ghetto, emancipación de los oprimidos y paz
Película documental de una hora de duración realizada por la periodista
Georgina Cisquella (1), suficientemente conocida por los espectadores de TVE,
que cuenta la lucha de las camareras de piso de los hoteles españoles
–conocidas como “las Kellys”- para defender sus derechos y denunciar las
jornadas extenuantes que llevan a cabo, los contratos ilegales a que están
sometidas (más ilegales aun desde que la limpieza se ha externalizado en la
mayoría de los hoteles y apartamentos turísticos), la amenaza de despido en
caso de que presente bajas por enfermedady los salarios de miseria que perciben.
En España hay más de doscientas mil mujeres que trabajan como camareras
de piso-“tan fundamentales como
invisibles”-con unas condiciones
laborales que han ido degradándose al paso de los años, y que se hicieron
realmente insoportables durante la crisis (2008). En octubre de 2016, “las
Kellys” decidieron organizarse y pelear por unos derechos que son fundamentales
y una situación laboral digna, que hasta ahora se les ha negado.
La periodista Georgina Cisquellas y su equipo han seguido durante un año
a “las Kellys” en Barcelona, Madrid, Canarias, Benidorm… El resultado es una
película emocionante, un documental que toca muy dentro al poner rostro y voz a
esas mujeres que tantas veces nos hemos cruzado en los pasillos de los hoteles
y paradores y que, justo es reconocerlo, apnas hemos viso: “En tiempos de
precariedad laboralq1ue afecta sin duda
a muchos colectivos– dice la realizadora- considero que las Kellys ejempfican
esa situación en grado máximo. Son un 97% mujeres, mal pagadas, numerosas
inmigrantes y expuestas al despido (…) Hotel Explotación: las Kellys es la
historia de una pelea para empoderarse y recuperar la dignidad”.
(1)Periodista y guionista de cine documental, de larga
trayectoria en TVE. Ha sido corresponsal diplomática, presentadora de programas
informativos como “Informe del día”, “Informe Semanal”, y especialista en el
área de cine de los Telediarios. Entre 2004 y 2008 fue directora y creadora de
nuevos formatos para la 2 de TVE, como el programa cultural “Miradas 2” y
“Cámara abierta”.
El consejo de administración de la Nederlandse Spoorwegen (NS), la sociedad nacional de los
ferrocarriles holandeses, que estuvo al servicio de los nazis tras la invasión
alemana de 1940 y ganó millones transportando a miles de judíos hacia los
campos de extinción, ha decidido el 27 de noviembre de 2018 indemnizar a los
descendientes de aquellos deportados, según la información publicada en el
diario francés Le Monde.
Este periódico explica
que la decisión es producto de las conversaciones entre Roger van Boxtel, dirigente de la NS, y Salo
Muller, ex fisioterapeuta del equipo de futbol Ajax, quien perdió a sus padres
durante la Segunda Guerra Mundial y lleva peleando desde 2017 para conseguir
una indemnización de la compañía que trasladó a sus padres desde Amsterdam
hasta el campo de Westerbork, en el norte del país.Desde allí, el matrimonio Muller fue enviado
al campo de exterminio de Ausckwitz, en Polonia.
En el comunicado
emitido por la sociedad, la NS anuncia la creación de una comisión que
establezca « por razones morales, la forma en que puede pagar
indemnizaciones individuales ».
Como muchas otras
empresas holandesas, la NS continuó con sus actividades al servicio de los
ocupantes nazis tras la invasión alemana del país en mayo de 1940,
« ganando el equivalente a millones de los actuales euros transportando
familias enteras de judíos hasta Westerbork”, según el canal público de
televisión NOS: « La NS obedeció
las órdenes de los alemanes de poner trenes a su disposición. Los alemanes
pagaban por el servicio y la NS garantizaba el funcionamiento puntual de los
convoyes”, ha declarado a NOS Dirk Mulder, del Centro para la Memoria de
Westerbork.
Alrededor de 107.000
judíos, de los 140.000 que vivían entonces en Holanda, llegaron en trenes de la
NS a Westerbork, desde fueron enviados a los campos de la muerte de Auschwitz,
Sobibor (Polonia) y Bergen-Belsen (Alemania).La empresa se excusó oficialmente
en 2005 por su participación en la Shoah pero hasta ahora no se había planteado
pagar indemnizaciones “por el período más oscuro de la historia de nuestro país
y nuestra compañía. Un pasado que no podemos ignorar”, como se lee también en
el comunicado de la compañía.
En 2014, fue la
francesa Societé general de chemins de fer (SNCF)) la que acordó indemnizar con
100.000 euros a cada uno de los supervivientes extranjeros que durante la
Segunda Guerra Mundial fueron trasladados a los campos de concentración nazis
en vagones de la compañía.
El papel jugado por la
SNCF en el genocidio judío se debatioó durante años en Estados Unidos a pesar de
quela compañía “nunca se ha considerado
responsable de la deportación. Solo fue un instrumento… ». En abril de
2013, algunos representantes políticos neoyorquinos pidieron que las empresas
que se hubieran beneficiado con la Shoah, y entre ellas la SNCF, establecieran
reparaciones para las víctimas. En 2011, el presidente de la compañía,
Guillaume Pepy, había reconocido la responsabilidad de la empresa como “un
engranaje de la maquinaria nazi de exterminio”.
Requisada por el
estado francés de Vichy a petición de las autoridades alemanas de ocupación, la
SNCF transportó entre 1942 y 1944 a 76.000 judíos de Francia, en vagones de
mercancías, a través del país y hacia los campos de exterminio.
El
fotoperiodista independiente chino Lu Guang, de 57 años, ganador de tres
ediciones de la World Press Photo, se
encuentra detenido según el corresponsal
del diario francés Libération en
China, quien se hace eco de un tuit publicado el 27 de noviembre de 2018 por la
mujer del reportero, Xu Xiaoli,en el
que explica que hace tres semanas que no sabe nada de Lu Guang.
Según el texto
de Twitter, Lu Guang –que ahora vive en Nueva York con su mujer y el hijo de la
pareja- acudió el 23 de octubre pasado a la localidad de Urumqi, en la
provincia de Xinjiang, para participar en una reunión con fotógrafos locales.
Después tenía previsto participar en una obra de beneficencia el 5 de noviembre, en la provincia Sichuan.
Desde allí, un amigo que tenía que acudir a recibirle dio la voz de alarma
diciendo que Lu Guang había desaparecido.
Siempre según
la esposa del reportero, Lu Guang ha sido detenido por las autoridades de
Xinjiang, una provincia donde la mayoría musulmana ”está sometida a represión
continua por parte de Pekín”.
“Al principio
–ha declarado Xu Xiaoli a Libération
- no quise decir nada pero después de veinte días sin noticias suyas, y sin que
las autoridades hayan dicho una palabra sobre el asunto, he decidido que había
llegado el momento de hablar”
Natural de Zhejiang, en el sudeste de China, Lu
Guang, ex obrero en una fábrica de seda, se inició como fotógrafo en 1995 tras
licenciarse en Bellas Artes en la Univrsidad de Tsinghua. Desde el pincipio se
ha especializado en denunciar la
contaminación ambiental con sus imágenes. Tras el escándalo de los campesinos
de Henan, contagiados del virus del Sida en 2001 al vender su sangre “para
sobrevivir y pagar la educación de sus hijos”, Lu Guang estuvo siguiendo su
vida cotidiana lo que le valió el primero de sus World Press Photo.
En 2005 alertó sobre “los pueblos del cáncer”: en
la localidad norteña de Shanxi, 50 de los 2.000 habitantes padecen un cáncer
causado el agua contaminada por los residuos industriales de varias fábricas
cercanas. Ese mismo año fotografió las tierras agrícolas de Wuhai, en la
Mongolia interior, devastadas por los residuos industriales vertidos
directamente al rio Amarillo, con graves consecuencias sanitarias para la
población local.
El año pasado, en la localidad francesa de
Perpigan,Lu Guang expusola serie “Desarrollo y contaminación” en el
marco del festival “Visa pour l’image”, denunciando las consecuencias
ecológicas “del desarrollo económico a marchas forzadas de la segunda potencia
mundial”. Entonces declaró al diario Le Monde que las autoridades chinas
seguían minuciosamente su trabajo, que con frecuencia recibía amenazasy que le detenían “cuatro o cinco veces al
año”
“El trabajo de Lu Guang –ha manifestado Yaqiu Wang,
de la organización humanitaria Human Rights Watch China- ha ayudado a llamar la
atención sobre los problemas medioambientales en China, especialmente en los
territorios remotos donde las víctimas no tienen donde quejarse”.
Finalizando
noviembre, no solo asistimos al espectáculo del despilfarro deluces encendidas en las ciudades y el consumismo
galopante de tantos escaparates decorados con bolas de oro, ramas verdes y
cintas rojas. También nos llegan las películas “típicas” de las fiestas, pensadas
para tantísimo escolar ocioso y tanto padre sin saber qué hacer con ellos.
En
esa línea, “El hombre que inventó la Navidad” esun biopic centrado en el tiempo que el
escritor británico Charles Dickens dedicó a escribir su famosísima novela
“Cuento de Navidad”, siempre reeditada, vendida y recordada generación tras
generación. El actor Christopher Plummer (“La familia Trapp”, “Todo el dinero
del mundo”, ganador de un Oscar al mejor actor secundario a los 82 años,en 2012, por “Beginners”) interpreta a
Ebenezer Scrooge, el icónico personaje del avaro creado por Dickens. Junto a
él, en un reparto dirigido por Bharat Nalluri (“Un gran día para ellas”), Dan
Stevens (La bella y la bestia”, “Downton Abbey”), en el papel del autor,
Jonathan Price (“Juego de Tronos”), Justin Edwards (“Amor y amistad”), Miriam
Margolyes (“La edad de la inocencia”), Morfydd Clark (“Orgullo y prejuicio”) y
Miles Jupp (“Sherlock Holmes”), entre otros.
“El
hombre que inventó la Navidad” habla de las dificultades de la inspiración y la
creación literaria. Dickens escribió y, ante la negativa de varios editores, pagó la edición de la novela para relanzar su
carrera, y sobre todo para conseguir el dinero que necesitaba para vivir a lo
grande, que era una de sus debilidades.
Estamos
en Londres en 1843. El año anterior, Charles Dickens ha hecho una gira triunfal
por Estados Unidos, reafirmando el enorme éxito conseguido con las desgracias
del huérfano “Oliver Twist”. Ahora, el autor ha encadenado varios fracasos, se
ha endeudado peligrosamente y carece de inspiración. Mezclando escenas de su
vida real, como las reconvenciones de su mujer o las discusiones con su
padre,con personajes que van
apareciendo como fantasmas para ayudarle a conseguir su objetivo, logró finalizar“A Christmas carol”, la novela que iba a cambiar la forma de
entender la Navidad.
No es ninguna
novedad la idea de dar vida en la pantalla a los personajes que un autor va
creando, pero aumenta su encanto cuando va acompañada por una convincente
recreación de la época y unos decorados espectaculares, especialmente los de
las calles del Londres oscuro y nocturno, lo que tampoco es una primicia pero
siempre se agradece. La película
incluye varias réplicas del cuento original, como si el autor las hubiera
escuchado en su realidad cotidiana y después las incorporara al escrito.
La fantasía y la magia
de Navidad funcionan casi siempre. La novela de Dickens se ha cocinado con
todas las salsas imaginables: en el teatro, el cine y la televisión. En este
caso, se trata de la adaptación del ensayo “The Man Who Invented Christmas: How Charles Dickens's A Christmas Carol
Rescued His Career and Revived Our Holiday Spirits”, de Les Standiford,
publicado en 2008, que estudia
la creación de este clásico intemporal. Realizada como una obra de teatro on
toques fantásticos, “El hombre que inventó la Navidad” nos traslada al Londres
de la época victoriana y nos cuenta una biografía en forma de melodrama
agridulce, pensado para todas las edades.
El realizador italiano Bernardo Bertolucci,
autor entre otras muchas películas de una obra maestra, « Novecento »,
y considerado uno de los grandes del cine, Oscar en 1988 con “El último
emperador”, ha muerto este lunes, 26 de noviembre de 2018 en Roma, a la edad de
77 años. Según la prensa italiana estaba
enfermo de cáncer.
Nacido en 1941
en Casarola, provincia de Parma, hijo del poeta y crítico de cine Attilio
Bertolucci, a los 15 años le regalaron su primera cámara de 16 mm. con la que
realizó varios cortometrajes, al tiempo que estudiaba Literatura en la
Universidad de Roma y recibía el Premio Viareggio de poesía a los 20 años.
Después sería el ayudante de dirección de Pier Paolo Pasolini en la película
“Accatone”, y enseguida llevaría a la pantalla el guión de « La Commare
secca », una investigación policial sobre el asesinato de una prostituta.
En 1963 recibió el premio de la Joven Crítica en el Festival de Cannes por
« Prima della rivoluzione ». Al tiempo, escribía guiones para otros,
como el de « Erase una vez en el Oeste », de Sergio Leone.
En
1972, el estreno de “El último tango en París », protagonizada por un
Marlon Brando que se estaba despidiendo de las pantallas y una debutante María Schneider, provocó un escándalo mundial
con una escena de sodomía. La película estuvo prohibida en varios países. En
1976 se estrenó su obra maestra, « Novecento », a la que el paso del
tiempo ha convertido en uno de los clásicos del cine italiano.
Después
vendrían «Il conformista », sobre una novela de Alberto Moravia, que habla
del compromiso de un joven burgués durante el fascismo de Mussolini; « La
tragedia de un hombre ridículo”, que valdría a Ugo Tognazzi el premio de
interpretación masculina en Cannes 1981, y la consagración definitiva en 1987 con
“El último emperdor”, ganadora de nueve Oscar, entre ellos el de mejor película
y mejor realizador.
Muchos
años después de “El último tango”, Bertolucci volvió a rodar en París “The Dreamers”
(Los soñadores, 2003), una historia de política y revolución sexual en 1968. En
Marruecos rodó “Un té en el Sahara”, adaptación de la novela de Paul Bowles. En
2007, recibió el León de Oro de Venezia por el conjunto de su obra apoyándose
en el andador que usaba a raíz de un problema de espalda. En 2011 le entregaron
la Palma de Honor en Cannes. En los últimos años se había prodigado poco y sus
apariciones las hacía en silla de ruedas.
“Genezis”,
un drama inapelable en forma de tríptico que nos muestra los efectos devastadores
del racismo en Hungría, donde no solo hay un presidente xenófobo y
ultraderechista sino que está creciendo una extrema derecha absolutamente
bárbara que, como nos en enseña esta película, ha empezado matando gitanos…y ya
veremos hasta donde llega. « Genezis », dirigida por Arpád Bogdán
(“Happy New Life”) obtuvo el premio a la
mejor película en la pasada edición de Cinemajove
de Valencia.
Tres vidas se entrelazan en un
país en ruinas sociales. Ricsi, un niño que vive la persecución étnica; Virak,
una adolescente mbarazada que intenta averiguar cuál es su lugar en el mundo y Hanna,
una abogada que no ha superado el fallecimiento de su hija. Las tres basadas en
historias reales cuyo nexo es la familia.
Drama
político con el trasfondo de esa Hungría que, a juzgar por la información que
nos llega en los medios occidentales, se ha convertido en un reducto ferozmente
nacionalista y opuesto por principio a cualquier iniciativa efectuada en el
marco de la Unión Europea. La visión que el realizador Bogdán nos traslada de
su país es aun más sombría que la que imaginamos, que ya es bastante negativa ante
la evidencia de que en los últimos años,
a partir de la caída del imperio soviético, Hungría, el pueblo húngaro, está sometido a un
régimen de abrogación de derechos. Y, por ende, de desaparición de certezas.
Película
de denuncia con tres protagonistas marginales –un niño perteneciente a una
minoría étnica históricamente vilipendiada (en Hungría y en otras latitudes),
una adolescente abusada por su padre en la infancia y enamorada del dueño de
una perrera ideológicamente situado en el extremo más extremo, y una madre cuya
hija ha muerto (y ya sabemos que ninguna madre sale indemne de ese trago)-,
cuyas vidas convergen en algún momento –la casa de Ricsi ha sido atacada por
extremistas con perros entre los que se encuentra el amante de Virak; la
abogada se ocupa de sus “casos”- lo que la convierte en una suerte de panfleto
muy subjetivo, lo que en absoluto significa que no tenga razón en sus
acusaciones aunque no estoy segura de que haya elegido la mejor forma para
hablarnos de odio y de miedo.
El
final tiene esas gotas de esperanza necesarias para que podamos imaginar un
futuro distinto del presente.
Dirigido
por Rob Reiner (« Algunos hombres buenos », « Cuando Harry
encontró a Sally »), Woody Harrelson (« Los juegos del hambre »,
« Tres anuncios en las afueras ») se convierte en el biopic“A la sombra de Kennedy” (LBJ) en Lyndon B.
Johnson, el presidente de Estados Unidos que tuvo la mala pata de suceder a
John Fitzgerald Kennedy, un mandatario muy querido, en un país convulsionado
por un racismo exacerbado y la lucha por los derechos civiles, y que estaba a
punto de perder una generación de jóvenes en la guerra de Vietnam.
Lyndon B. Johnson fue el presidente de Estados Unidos número 36, un “texano
hasta el ala del stetson” que juró el
cargo el 22 de noviembre de 1963 en el avión que trasladaba los restos de
Kennedy, asesinado ese mismo día en Dallas. Cuando han trascurrido 55 años de
su muerte, JFK sigue siendo un personaje histórico apasionante que el actor
Jeffrey Donovan (“Sicario: El día del soldado”) interpreta con convicción.
Durante su mandato, Johnson, ganador de
las elecciones en 1964, que no contó con grandes simpatías entre el pueblo tuvo
al menos el honor de cumplir el gran sueño de su antecesor dando carta de
naturaleza a la Ley de los Derechos Civiles (a cuya aprobación se había opuesto
cuando era vicepresidente).
En plena guerra fría, en el momento
en que Johnson había decidido dejar de competir por la presidencia de uno de
los dos países más poderosos de la tierra aceptando el papel de vicepresidente
para poner el broche final a una carrera política, y considerado un ambicioso
dedicado a sórdidos cálculos políticos bajo la presidencia de Kennedy, fue el
destino quien decidió darle verdadera dimensión al personaje obligándole a
evolucionar para ser el presidente a su pesar durante cinco años, hasta 1968, y
llegar incluso a enfrentarse a los barones de su partido -el Demócrata- para
cumplir algunas de las promesas que
Kennedy dejó pendientes. Esta es, sin duda, la parte más interesante de una
película que pudo ser mucho mejor,
Aunque de los biopic siempre
esperamos más de lo que ofrecen, en este, destinado fundamentalmente al público
estadounidense, al menos hay que alabar la elección delos actores protagonistas que cumplen las
expectativas de manera impecable así como que informe de algunos momentos
desconocidos, o casi, lo que no es poca cosa, devolviendo la importancia a un
presidente “intermedio”poco estudiado y
al que –como ocurre tantas veces- la llegada de un sucesor ultraconservador y
corrupto –Nixon- hizo sin duda mejor .
« Alfred Hitchcock soñaba con hacer un thriller en una cabina
telefónica, este danés lo ha hecho”
(Guillemette Odicino, Télérama)
Este danés se llama Gustav
Möller, tiene solo treinta años y ha rodado su primer largometraje con un
hombre y un par de teléfonos, convirtiéndose en un maestro del suspense. “The
Guilty” (La culpa), una de las películas más potentes de los últimos
meses,ha conquistado a la crítica y
sobre todo al público que le ha otorgado sus premios en los festivales de
Sundance (cine independiente) y Rotterdam 2018. En el de Valladolid (Seminci)
le entregaron el Premio al Mejor Guión.
Un premio más que
merecido.El impecable guión de “The
Guilty” narra una historia de suspense aterrador, enteramente basada en los
sonidos, que sucede en tiempo real durante algo menos de hora y media, con un
personaje central, el ex oficial Asger Holm, destinado (¿castigado?) a atender un
centro de llamadas de emergencia, un 112, mientras se decide su futuro en un
juicio por homicidio. Hora y media de cine negro y minimalista en la que el
autor va construyendo primero, y después deconstruyendo, el personaje de ese
policía paso a paso, matiz a matiz, mientras la acción transcurre fuera y el
espectador va creando sus propios protagonistas en base de los diálogos del
policía con los sucesivos interlocutores del otro lado de la línea.
Asger Holm es el policía que pasa
la jornada recibiendo llamadas que denuncian robos o accidentes, ocupándose de
borrachos y drogadictos que recurren a emergencias cuando tienen una crisis.
Hasta que llega esa llamada de una mujer que parece aterrada, que habla de
forma incoherente, pide ayuda, le llama “cariño” dando a entender que se dirige
a una niña, y se niega a colgar. Asger deduce que la han secuestrado, que se la
llevan en un coche, y recurre a sus compañeros de distintas unidades para
intentar encontrarla. Empiezan las persecuciones, los rastreos con GPS, las
consultas a los archivos policiales, las llamadas a números de teléfono que van
apareciendo a medida que se amplían las pistas, minuto a minuto a se va
construyendo el relato de la historia de la mujer, su pareja, los hijo solos en
casa… pero no vemos nada de eso, la película no sale del centro de emergencias alumbrado por los tubos de neón, la cámara no se mueve del rostro de Asger y su
centralita. Y nosotros aprendemos a interpretar las voces, a distinguir las
entonaciones, a establecer los grados de interés, de duda, de confusión, en el
drama que está ocurriendo en algún lugar, allí fuera… Mientras, aquí, el
espectador está clavado en su butaca.
“The Guilty elabora así su
propio lenguaje dramático” (Marius Chapuis, Libération), gracias también a la
magistral interpretación del actor Jakob Cedergren (“Submarino”, “Antigang”).
« Cuando el tribunal de
justicia tiene que tomar una decisión relativa a la educación del niño, el
interés del niño debe ser la primera consideración del tribunal” (The Children Act, 1989)
Maravillosa Emma
Thompson en “El veredicto” (“The Children Act”), película basada en la novela
“La Ley del menor”escrita por Ian
McEwan, autor también del guión,y
dirigida por Richard Eyre (“Crónica de un
escándalo”, “The other man”). Una conseguida inmersión en la vida de una mujer que
tiene la complicada misión de juzgar el caso de un menor, y que adora la música.
En una interpretación “so british” que parece
pensada a la medida de su talento y elegancia, Emma Thompson (« Regreso a HowardsEnd », « En el nombre del
padre », « Love actually ») interpreta a una juez del Alto
Tribunal de Inglaterra que decide obligar a un adolescente arecibir una transfusión que puede salvarle la
vida. El chico, Fionn Whitehead (el joven soldado de “Dunkerque”), es hijo de una pareja perteneciente a la secta
de los Testigos de Jehová que prohíbe
recibir sangre de otra persona y, antes de decidir el veredicto, la juez decide
visitar al menor, internado en un hospital donde le tratan una leucemia. El encuentro
entre la magistrada –que al mismo tiempo tiene que enfrentarse al abandono del
domicilio conyugal de su marido, que está viviendo una aventura- y el adolescente tendrá un profundo impacto en
ambos.
“El veredicto”, que es la película clásica de
un proceso, es también el retrato desgarrador de una mujer, plena madurez, que
tiene que tomar una de las decisiones más difíciles de su vida profesional. La
intensidad de la película reposa sobre el trabajo de los dos actores
protagonistas, el dúo Thompson-Whiteead, que efectúa su trabajo con una
precisión increíble, consiguiendo que la emoción no decaiga un instante.
El derecho inglés, que denomina el interés del
menor con las expresiones Welfare Principle, Best
Interests Test y Paramountcy Principle, no está codificado y los textos que se refieren a esta cuestión son
leyes parlamentarias (Act of Parliament) que tratan diversos aspectos del derecho
de familia y que se van completando con decisiones judiciales. Es el caso de la
Children Act 1989, votada durante el mandato de Margarteh Thatcher, que
funciona desde entonces como un mini código del los derechos del niño, y que concede
un lugar privilegiado al interés superior del menor teniendo en cuenta varios
aspectos como el deseo manifiesto del propio niño, sus necesidades de cualquier
orden (psíquico, afectivo, escolar) y sus condiciones de edad, sexo, ambiente,
posibles riesgos, aptitud de los padres para ocuparse de él, etc.
“El veredicto” se apoya en un caso concreto,
sucedido en 1993, cuando los médicos usaron su derecho a recurrir a un juez que
pudiera ordenar, de acuerdo con el interés del menor,el tratamiento que sus padres le negaban.
La ópera prima
del argentino Santiago Esteves es una película madura y sincera, un thriller
sobre un adolescente que da sus primeros pasos en el mundo de la delincuencia y
un vigilante de seguridad retirado que se hace cargo de él cuando se lo
encuentra en su jardín, huyendo de otrosmalhechores que le persiguen. En principio, los dos ganan con la
relación de entre confianza y complicidad establecida, y los dos aprenden algo.
“La educación del rey » es una tragedia
del más puro realismo social que nos deja con un sabor agridulce y la
convicción de haber asistido a un curso de educación impartido por uno de esos
profesores que querríamos haber conocido.
« El
Rey » es el joven Reynaldo (Matías Encinas, un debutante que no
decepciona) quien ha participado en un robo que ha salido mal. Cuando, huyendo,
se esconde en un jardín el propietario, Carlos Vargas (Germán de Silva,
“Relatos salvajes”, “El eslabón podrido”), no le denuncia a la policía pese a
que ha destrozado un vivero de su mujer, sino que le propone un intercambio:
que se quede en su casa hasta que arregle lo que ha roto. Mientras el chico
endereza y clava listones y el jubilado le va soltando consejos y enseñándole
cosas prácticas con el objetivo de convertirle en un ser responsable (casi una
educación principesca para alguien que se llama Rey), entre ellos se establece
una relación de relativa confianza. Pero el pasado acosa al chico, el robo en
que tomó parte era el encargo de unos policías corruptos que quieren recuperar
el botín, y no escatiman medios para conseguirlo.
Digamos que en países como Argentina, y también
otros muchos incluido el nuestro, donde a diario se descubren casos de abusos y
corrupción en casi todos los niveles de la sociedad, la historia que nos cuenta
Santiago Esteves puede parecer hasta convencional; sin embargo, no ha cometido
el error de diseñarpersonajes
arquetípicos, por lo que todos ellos (a excepción de los policías corruptos,
que son los auténticos “malos” de la historia) tienen luces y sombras, virtudes
y defectos como la gente que nos tenemos por “normal”: “Reynaldo no es ni un
pájaro caído del nido ni un caso social” (he leído en una crítica francesa de
2017, porque incomprensiblemente esta película ha tardado casi dos años en
estrenarse en nuestro país, pese a haber conseguido en el Festival de San
Sebastián el Premio Cine en Construcción 2016 y haber participado en su
producción instituciones españolas). Y los policías corruptos, entonces como
ahora, son a imagen y semejanza de los políticos que tantas veces conducen a
los países al borde del abismo.
Según leo en algunas páginas argentinas, en sus
orígenes esta película, rodada en la ciudad de Mendoza, patria chica del
realizador, era una miniserie televisiva de cuatro episodios de media hora. Con
pocos medios y mucha convicción, Santiago Esteves ha retratado esa juventud de
las sociedades contemporáneas corruptas que, crecida en un medio hostil y en
épocas de crisis (Argentinaestuvo
clasificado hasta 2014 como país en “falta de pago” por su deuda), está
dispuesta a todo para escapar a la fatalidad de no tener futuro, incluso a colocarse
al margen de la ley. Una situación que, como recuerdan algunos comentaristas,
no se ha dado solamente en Argentina ni tampoco solo en nuestro tiempo: y
recuerdan el Oliver Twist de Dickens para evidenciar que ha ocurrido antes en
otras épocas y en otros rincones del planeta.
Santiago
Esteves (Mendoza, 1983) está licenciado en psicología y
se inició en el cine trabajando como montador. Después, escribió y dirigió
cortometrajes: “Cinco tardes sin Clara” (2009), “Los crímenes” (2011, Mejor
corto Iberoamericano y Premio de la Crítica en el Festival de Huesca), y “Un
sueño recurrente” (2013).
"-¿Esto lo ha hecho usted?, preguntó el embajador
alemán Otto Abetz a Pablo Picasso
contemplando una fotografía del Guernica.
-No, respondió Picasso. Es obra de ustedes”
“Hitler vs
Picasso (y otro artistas modernos” es un proyecto ambicioso, un documental fascinante
dirigido por el joven realizador Claudio Poli y comentado por el gran actor
italiano Toni Servilio, que intenta reconstruir el saqueo de obras de arte
llevado a cabo por los nazis, tanto en museos como en colecciones privadas y,
no es ninguna casualidad, en las viviendas judías. Pertenece al ciclo “Los grandes del arte en
el cine” y se estrena el 19 de noviembre de 2018, por tiempo limitado en los
cines Verdi de Madrid y Barcelona.
En 1937 el
régimen nazi organizó dos exposiciones en Munich, una para deshonrar “el arte
degenerado” y prohibido y la otra, organizada personalmente por Hitler, para
glorificar “el arte clásico”. En la primera se denostaba a figuras como Emile
Nolde, Oskar Kokoschka, Pablo Picasso, Paul Klee, Max Beckmann, Otto Dix, Georg
Grosz, Marc Chagall, el grupo nórdico de la Die Brüke, El Lissitzky, Henri
Matisse, Eduard Munch... A estos artistas se les adjudicaba la representación
de los defectos y debilidades de la sociedad del momento. La segunda, la Gran
Exposición de Arte Germánica, tenía el objetivo de usar los productos
artísticos como vehículo de propaganda del partido nazi, e incentivar la
importancia del “arte puro ario”.
Los máximos
dirigentes nazis desarrollaron una auténtica obsesión por el arte. En su avance
por Europa fueron saqueando todo lo que encontraban a su paso, iglesias,
fundaciones, colecciones particulares y muy especialmente las casas de los
judíos, y otras minorías, enviados a los
campos de concentración. Dando lugar a un “macabro sofisma”, como explica la
voz en off, Adolf Hitler y su segundo Hermann Goering, Mariscal del Reich, se repartieron los hallazgos –clásicos para el
Führer, modernos para el lugarteniente-, a los que fueron añadiendo otras obras
compradas en subastas por un par de “intermediarios”, marchantes a los que
pagaban con los cuadros que no les interesaban a ellos.
Con la excusa de
que en Linz se iba a crear un nuevo Louvre (el Führer acariciaba el proyecto de
construir en su ciudad natal un museo que fuera un calco del parisino), estos
dos nefastos asesinos empezaron a hacerse con obras de Picasso, Botticelli,
Klee, Matisse, Monet, Renoir, Gauguin, los maestros alemanes y holandeses…
hasta miles de obras maestras. El resultado de esta operación fueron más de
600.000 obras de arte saqueadas –pintura, escultura, objetos preciosos-,
alrededor de 100.000 perdidas en el tiempo y una búsqueda que hoy, más de
setenta años después, no ha terminado.
Estos tesoros
artísticos, que hoy se encuentran en museos y colecciones particulares (pocos,
muy pocos, pudieron recuperarlos sus verdaderos dueños una vez terminada la
Segunda Guerra Mundial, al carecer de recibos o certificados que avalaran sus
pretensiones), han sido objeto de cuatro espectaculares exposiciones en París,
Nueva York, Alemania y Holanda, en las que se ha contado la historia que hay
detrás de cada una.
El documental
“Hitler vs Picasso (y otros artistas modernos)” hace un recorrido por esos
cuatro puntos y recoge testimonios de personas involucradas y documentos de
archivos clasificados. Incluye también unas cuantas anécdotas sabrosas, como la
del falsificador que le vendió a Goering la copia de una tela holandesa o el
insólito “caso Gurlitt”: cuando el marchante de arte nazi Cornelius Gurlitt
falleció en 2014, en su domicilio se encontraron más de mil cuadros que había
ido distrayendo mientras surtía a Hitler y compañía, lo que suponía una
colección de inmenso valor.
El relato del
documental se hace especialmente interesante cuando se para a explicar lo que
ha costado recuperar algunas de aquellas obras expoliadas, como es el caso del
cuadro “La mujer sentada” de Matisse,
recuperado en casa del marchante Gurlitt y restituido a la familia Rosenberg,
grandes coleccionistas que perdieron todo durante la guerra y que sobrevivieron
al campo de la muerte.
Wash
Westmoreland (Siempre Alice)
dirige “Colette”, película
que retrata la vida de la escritora francesa Sidonie-Gabrielle Colette,
más conocida por su apellido, Colette. La actriz británica Keira Knightley(Piratas
del Caribe, Orgullo y Prejuicio) da vida a la controvertida artista, y
Dominic West (“The
Wire”, The Square) interpreta a Willy, su egocéntrico marido.
1893. A pesar de los
catorce años que les separan, la joven Gabrielle Sidonie, que vive en un pueblo
de la Borgoña, se casa con Henry
Gauthier-Villars, conocido como Willy, un crítico y escritor tan seductor como
egocéntrico, gracias al cual se introduce en los medios artísticos parisinos
que le proporcionan material para sus escritos. Eran tiempos, no tan lejanos,
en que las mujeres necesitaban permiso de un hombre –padre o marido
normalmente- para todo. Willy autoriza a Colette a escribir, siempre que firme
los libros con su nombre. Y, de esa manera, Willy se convierte en un célebre
escritor con la serie de historias de la joven Claudine. Mientras Colette
quiere inventar algo para poder firmar sus libros, la pareja se va
distanciando, primero a causa de las infidelidades de Willy, más tarde de las
infidelidades de ambos. Hasta que llega el momento de la emancipación…
“Colette” es una
película feminista, de liberación de una mujer en concreto, una escritora que
tras variosaños haciendo de “negro” de
su manipulador marido, consigue escapar a su influencia e incluso acaba
dejándole por una mujer, la baronesaMadeleine Deslandes, una de las primeras mujeres que apareció en público
vestida de hombre.
«Colette» es también la historia de una metamorfosis. La de la jovenpueblerina que se casa con un ególatra y
consigue irse librando poco a poco del dominio que ejerce sobre ella, tanto en
el plano intelectual como sexual, hasta convertirse en una escritora de
renombre.
La película es entretenida, muy precisa en la reconstrucción de ambientes
y vestuario, y Keira Knightley, que carega con la mayor parte del peso de la historia, cumple
su cometido con ese aspecto de ingenua adolescente que no termina de crecer
pero se atreve con casi todo, que se ajusta perfectamente a la idiosincrasia del
personaje. Si acaso, lamentar que el realizador, quien también ha participado
en el guión, haga una lectura demasiado lisa de una biografía interesante que
termina justo en el momento en que Colette empieza a dirigir su propia vida,
una vez que se ha deshecho de las ataduras y convencionalismos de la época .
Colette fue una
escritora, guionista, periodista y artista de revistas y cabaret que
comenzó su carrera artística en el París de principios del siglo XX. Publicó la
mayor parte de su obra el pseudónimo que utilizaba por entonces su marido,
Willy, un excéntrico escritor y mecenas cultural que agitaba la noche parisina
en plena bohemia francesa. Colette, que finalmente triunfó en 1944 con su
nombre gracias a la novela romántica “Gigi” que llevó al cine Vincent Minelli, llegó a presidir la Academia Goncourt entre
1949 y 1954, fue condecorada con la Legión de Honor y es la única escritora
francesa que ha recibido un funeral de estado.
El hecho de que Colette tuviera varias aventuras con mujeres, y otros dos
maridos que siguieron a Willy, ha hecho de la escritora un icono de los
movimientos LGTBI. Sin embargo, su bisexualidad no era algo que escandalizara
en el París de aquellos comienzos del siglo XX, mucho más permisivo en ese
aspecto que los tiempos actuales.