miércoles, 30 de noviembre de 2016

Tratamienro mediático de la violencia de género para uso de periodistas


Con ocasión del Día internacional de lucha contra la violencia de género, el pasado 25 de noviembre de 2016, el semanario digital francés Acrimed (Action, critique, médias) publicaba las once recomendaciones elaboradas por el colectivo “Prenons la une” (Tomemos la primera página) a seguir en el tratamiento mediático de este tipo de casos.

“Prenons la une” es un “colectivo de mujeres periodistas para una justa representación de las mujeres en los medios de comunicación y la igualdad profesional en las redacciones”. El documento elaborado por el colectivo, y firmado hasta el momento por una decena de medios de comunicación franceses -France Télévisions y France Médias Monde, France info, France inter, Mediapart, L’Humanité, Elle, Causette, Libération, Les Nouvelles News, Alternatives économiques- pretende que esas recomendaciones permitan dar un tratamiento periodístico lo más justo posible a los casos de violencia contra las mujeres.

Tras publicar las cifras de mujeres que anualmente sufren la violencia de su pareja o ex pareja, así como de las que son víctimas de violación, Acrimed recuerda que la violencia de género es un hecho social.

Estas son las recomendaciones (nota del traductor: tener en cuenta que las referencias al código son francesas, así como la definición de violación y las cifras que aparecen en estas recomendaciones):

1 – Desterrar los términos “crimen pasional” y “drama familiar”. Ambos minimizan el acto del agresor considerando que actúa llevado por el amor y la pasión. Si el abogado de la defensa o la policía utilizan estos términos, el periodista debe escribirlos entrecomillados y presentarlos como el argumento de una de las partes. Como periodistas, preferimos los términos “asesinato conyugal” o “asesinada por su pareja”.

2 –Cuando un proceso está en curso usar los términos jurídicos consagrados (“querellante”, “parte civil”). Si no existiera querella (y por tanto término jurídico consagrado), es preferible hablar de “víctima declarada” o “acusadora” mejor que “presunta víctima”, que pone en duda la palabra de la víctima.

3 – Descartar los verbos “confesar” y “reconocer” cuando se habla de las declaraciones de una víctima. Escribir o decir “confiesa haber sido violada” da a entender que la víctima ha jugado un papel en la agresión, y que existe una forma de culpabilidad. Preferir las expresiones “fue violada” o “sufrió una violación”.

4 – No confundir “acoso sexual”, “agresión sexual” y “violación”. Los dos primeros son delitos. La violación es un crimen definido en el código penal como “todo acto de penetración sexual, de cualquier naturaleza, cometido en la persona de otro mediante violencia, imposición, amenaza o sorpresa”. Las penas no son las mismas para los tres casos, y emplear el término “agresión sexual” para describir una violación la minimiza.

5 – Evitar precisiones sobre la ropa o las costumbres de la víctima que puedan inducir a pensar que pudiera ser responsable de la agresión. Aunque se trate de informaciones facilitadas por la instrucción o la fiscalía, no tienen el mismo significado cuando las escribe o pronuncia un periodista. Conviene estar atentos y utilizar “comillas”. Recordamos que, según el derecho, el hecho de que la víctima esté borracha en el momento de los hechos es una circunstancia agravante para el agresor.

6 – No dar consejos ni lecciones como “no salir de noche” o “ser discreta”. Las mujeres no son responsables de la violencia que padecen.

7 – Proteger la identidad y la dignidad de la víctima. Revelar su identidad puede ponerla en grave peligro. Los periodistas pueden referirse a los testimonios de las víctimas de violencia únicamente cuando ellas no se encuentran en situación de emergencia, o bajo la influencia de todo tipo de presiones externas.

8 – Destacar, siempre que sea posible, el contexto que ha precedido a un asesinato conyugal o a un intento de asesinato. Con frecuencia, estos homicidios forman parte de una larga serie de violencias padecidas por la víctima.

9 – Tratar el asesinato conyugal y la violencia sexual como un problema de la sociedad, y no solamente como un suceso. Es pertinente recontextualizar, recordando el número de asesinatos conyugales y/o de violencias conyugales o sexuales de cada año. De media, 216.000 mujeres al año son víctimas en Francia de violencia cometida por su actual o anterior pareja.

10 – No olvidar que las mutilaciones, y entre ellas la escisión, está considerada por Naciones Unidas como una violación de los derechos de las niñas y las mujeres. Se recomienda recordarlo.

11 – En la medida de lo posible, recordar el teléfono nacional de referencia para la escucha y orientación de las mujeres víctimas de violencia

(Traducción Mercedes Arancibia)

martes, 29 de noviembre de 2016

Charlie Hebdo publica una edición alemana

Angela Merkel sentada en el water con un ejemplar de Charlie Hebdo en la mano y la leyenda «Charlie Hebdo el periódico que relaja». Esto es lo que aparece en poster que el semanario satírico francés ha elegido para publicitar el primer número de la versión alemana del semanario satírico, que llega esta semana a los kioskos del otro lado del Rin.

La portada del ejemplar que está leyendo la señora Merkel reproduce un dibujo de Charlie de hace algunos años. Un homenaje del actual director, Riss, a su antecesor en el cargo que murió asesinado en el atentado yihadista que, en 2015, acabó con la vida de 12 personas en el local de la publicación, en París.

Riss ha dicho a los medios franceses que la elaboración de este primer número en alemán les ha llevado más de seis meses: “Si conseguimos fabricar lectores en el extranjero, nos crearemos aliados”.

Una parte de la página web del semanario ya se traduce al inglés desde hace tiempo. Sin embargo, para esta primera aventura de «deslocalización» del semanario, se ha elegido el alemán. ¿Por qué? «Hemos constatado que en Alemania existe una auténtica curiosidad por Charlie Hebdo; nuestro equipo recibe constantemente invitaciones para exposiciones, lo que ocurre con Gran Bretaña o España por ejemplo».

El digital Culturebox, suplemento cultural diario del canal internacional France 24, cuenta que un equipo de 12 personas, a ambos lados de la frontera, está trabajando en la versión en lengua alemana de Chalie Hebdo, coordinados por una redactora jefe alemana, que vive en París, y que por razones de seguridad ha adoptado el pseudónimo de Minka Schneider. En Alemania se publican dos revistas mensuales satíricas, Titanic y Eulenspiegel,que «según la periodista no son comparables a Charlie”.

Del primer número, de 16 páginas, se van a tirar 200.000 ejemplares: “Es un test, una experiencia. La idea es hacernos con lectores en el extranjero, porque creemos que el humor de Charlie tiene una dimensión universal”, ha dicho Riss. “Los resortes humorísticos pueden funcionar en un principio, pero luego tenemos que aprender los códigos de la vida política y cultural en Alemania. Charlie en un periódico un poco extraterrestre en el extranjero. En nuestro humor hay un poco de cinismo y otro tanto de desilusión. También un poco de pesimismo, pero intentamos reír”.

La maqueta alemana es igual que la francesa, con traducciones de textos y dibujos pero también con contenidos específicamente pensados para Alemania. Las portadas serán diferentes: “Vamos a ahorrarles Fillon a los alemanes”, ha dicho el director de la publicación humorística.

Necrológica


Como la costumbre indica que la cercanía del cambio de año es tiempo de resúmenes y balances, y animada por el ejemplo hace unos años de Javier Ortiz -amigo y compañero con el que compartí algunas travesías del desierto-, hoy, 27 de noviembre de 2016 en el calendario gregoriano, aunque para mí sea 23 porque tengo en blanco (¿o es en negro?) los cuatro días transcurridos en una UCI, que es como decir en una burbuja del tiempo, decido hacer un ejercicio de humor negro y escribir mi obituario por si en un futuro, que ya no puede estar muy lejos, algún amigo o conocido con buenas intenciones tuviera la debilidad de dedicarme un recuerdo y para evitar que, como viene siendo habitual, el establishment periodístico siga negándome con la misma intensidad de siempre por mi nulo interés en enrolarme tanto en la derecha como en la izquierda oficiales.
 

Mercedes Arancibia/Periodista

Ayer falleció en Madrid Mercedes M. Arancibia, compañera con más de medio siglo de oficio a sus espaldas, cuarta generación de una familia de periodistas, la paterna, con tradición de canteros y marmolistas en Valencia, rutina que rompió un aventurero monárquico llamado Francisco Peris Mencheta, quien tuvo el honor de ser el mejor reportero español de finales del XIX y terminó su carrera siempre ascendente fundando la decana Agencia Mencheta, además de cómo diputado y senador vitalicio. El hermano, Salvador, director de la agencia en su primera etapa, fue bisabuelo de la difunta.

El gramo de locura que acompañó a Mercedes Arancibia durante toda su vida probablemente haya que atribuirlo, a partes iguales, a sus dos abuelos (con lo que de paso hacemos luz sobre los dos secretos mejor guardados de la familia), ambos provistos de bigote y barba aunque de estilos muy diferentes: el teniente coronel de Ingenieros José Luis Arancibia Lebario, un bilbaíno alto e imponente fallecido en 1934, quien el año anterior desapareció de su domicilio y fue encontrado vagando por la sierra madrileña “en estado de considerable decaimiento físico y trastorno mental”, según el diario ABC del 19 de enero; y el periodista Francisco Martín Caballero, con aires de bohemio atildado y autor de “Vidas ajenas” (1914), primer libro de entrevistas publicado en España, fallecido de sífilis “muy joven”, sin que nadie haya precisado nunca la edad ni explicado a sus nietos de donde venía. Mercedes heredó de su padre (Salvador, también fallecido antes de tiempo), la vocación, el oficio y los ojos; y de su madre, profesora de Física y Química, el nombre (y le robó el apellido), la entrega en el trabajo, la pasión por el tango, Gregory Peck, “Casablanca” y el Chanel nº 5.

Mercedes Arancibia tuvo una infancia de posguerra madrileña, burguesa, conservadora y católica con algunas carencias materiales, una orfandad temprana, una familiaridad prematura y propiciatoria con las máquinas de escribir y una estancia de 11 años en colegio de monjas, que es algo que marca para los restos. De todo ello consiguió desembarazarse más o menos quemando a los 15 años el sombrero marrón que distinguía a “las teresianas” de otras colegialas del madrileño barrio de Salamanca y, a partir de los 20, entrando a saco en las redacciones donde curiosamente la contrataban, huyendo a Europa con un italiano apátrida que conducía un Alfa Romeo a 180 por hora, dando a luz un hijo “como en el Congo de entonces”, sola y encima de la cama de sus padres, divorciándose, asistiendo al último Festival de la Isla de Wight y al concierto de los Beatles en Las Ventas, y entrando a empellones en las filas del anarquismo. En los primeros años de juventud recorrió todo el abanico de posibilidades del momento: fue beatnik tardía, rebelde sin causa, incondicional de Mary Quant y Biba, hippie y hasta psicodélica, estadio del que le sacó bruscamente la muerte de un amigo al que encontraron tirado en el suelo de un carísimo piso deshabitado en la calle de Serrano, donde había efectuado el último “viaje”.

Sus primeras publicaciones fueron en revistas variopintas, Signo, Cine en 7 días, Film Ideal…hasta desembarcar en Triunfo y seguir con Tele Guía, Mundo Joven, Nuevo Diario, Cambio 16, Diario 16, Mundo Diario, Cartelera Turia, Levante, Diario de Valencia… De su primer paso por TVE conserva el recuerdo de un juicio perdido en el Tribunal Central de Trabajo “por defecto de forma”, motivado por un despido (de las tres mujeres guionistas del programa “Buenas tardes”) por colectar fondos para “los del Juicio 1001”; tampoco ha olvidado al tipo del Opus Dei que la despidió entonces y repitió la jugada casi treinta años después cuando trabajaba en RNE. La segunda vez que anduvo por la tele pública se trató simple y llanamente de una estafa.

A partir de su ingreso en la resistencia al franquismo Mercedes Arancibia compaginó la escritura de entrevistas, crónicas, reportajes y guiones (radiofónicos y televisivos) convencionales, con la edición de panfletos y revistas clandestinas, una corta estancia en la cárcel de Carabanchel, la condena a dos años de libertad condicional, la expulsión de la Universidad Complutense y las repetidas pérdidas del trabajo y su correspondiente seguridad. Tras la muerte del dictador y la consecuente legalización de partidos y sindicatos ingresó en Valencia en el de Artes Gráficas de la CNT, donde fue Secretaria, participó en la creación de la Unión de Periodistas del País Valenciano, cuya presidencia llevó hasta 1984, y en la del diario Liberación, que dirigió; fue vocal de la sección española de Reporteros sin Fronteras, ONG que le nombró Socia Honoraria en 2012.

Los últimos años de su vida profesional se ganó el pan como traductora. La crisis acabó con cualquier posibilidad de encontrar trabajo remunerado -en el otro se siguió esforzando hasta el final (Periodistas en español, Crónica Popular, digitales)-obligándola a jubilarse contra sus deseos, que eran “morir en el escenario (de la actualidad) como las folklóricas”, y a comprobar que sus ansias siempre insatisfechas de más libertad le habían llevado a cotizar a la SS menos de lo debido con el lamentable resultado de una pensión que le llevaba a ingresar por sorpresa en las filas de la pobreza, situación para la que no estaba preparada.

En materia de afectos coleccionó algunas equivocaciones (coleccionó también yo-yos, figuritas eróticas de arcilla, campanillas de barro y aparatos de radio, de hecho su casa parecía un mercadillo) hasta que en los últimos tiempos regresó a un amor de adolescencia que le proporcionó un rato de felicidad, aunque era demasiado tarde; el amor es extraño, cantaban los Everly Brothers.

Murió ayer moderadamente de acuerdo con una vida a salto de mata, sin dejar nada a nadie porque en toda su vida solo poseyó cosas inmateriales, o casi, como flores, libros y discos de vinilo que a estas alturas de la historia han perdido todo valor de cambio.

Aloys, una película indefinible y difícil


Premio de la crítica internacional en la última Berlinale, mejor película en el Festival de nuevos directores de Nueva York, y aplaudida en otra decena de certámenes, “Aloys”, ópera prima del escritor y realizador de origen suizo Tobias Nölle, 40 años, es una película excesivamente críptica -“una pequeña joya de cine de autor”, dicen otros- que yo he entendido con dificultad, y probablemente mal.

Aloys Adorn (Georg Friedrich, actor austriaco muy conocido por los amantes del cine en lengua alemana) es un detective privado taciturno, misántropo y solitario, cuya vida queda destrozada por la muerte de su padre. Su trabajo consiste en filmar a la gente, en secreto y permaneciendo invisible. Un día se emborracha y se duerme en un autobús, y al despertar descubre que le han desaparecido la cámara y las cintas. La misteriosa mujer (Tilde von Overbeck) que le llama poco después parece tener algo que ver con el robo.

Extraño drama psicológico, misterioso y melancólico también, con el detective partiéndose en cuatro para imaginar los lugares y las situaciones que le describe la mujer al teléfono -que se desdobla en la mujer real y la obsesión que Aloys imagina, confundiendo en ocasiones al espectador que puede llegar a no distinguir entre ilusión e imaginación-, y la representación de ese intento que muchas veces hacemos los humanos de curarnos nosotros mismos las heridas del alma.