¿En algún momento terminará la
cinematografía de habla inglesa con las novelas y los relatos de Jane Austen?
Más que nada porque la obra de esta autora, situada en los últimos años del
siglo XVIII es repetitiva hasta la náusea. Se llame Orgullo y Prejuicio,
Sentido y sensibilidad o, como ahora, Amor y Amistad, la cosa va siempre de
tomar una taza de té con alguien, de jovencitas a las que hay que casar para
que escalen un lugar en la sociedad rancia de la época, para que se conviertan
en mujeres ricas o para servir de venganza a los planes torcidos de alguna
mujer, adulta y muchas veces también adúltera.
Otra cosa distinta es que,
historias al margen, la película esté bien realizada y sus protagonistas
cumplan perfectamente con la tarea encomendada (Kate Beckinsale y Chloe
Sevigny), como sucede en esta última adaptación, efectuada por el
estadounidense Whit Stillman, de la novela corta de juventud de Austen “Lady
Suzan”, publicada en 1871, un siglo después de que fuera escrita).
Hasta ahora habíamos visto el
aspecto más dramático de la obra de Austen; Amor y Amistad, nos enseña en
cambio su faceta divertida, en un retrato sarcástico del inamovible mundo de la
aristocracia inglesa de la época, a través del retrato de una hermosa viuda,
Lady Suzan, que busca desesperadamente un nuevo marido y un pretendiente a la
mano de su hija Frederica.
Con la excusa del reciente
fallecimiento de su esposo, Lady Suzan se invita a mansiones y castillos para
relacionarse con la nobleza local. Seductora, independiente y hasta cierto
punto culta, seduce a los hombres y no disgusta a las mujeres. De alguna
manera, Lady Suzan es también la precursora de un feminismo que aparecería en el
siglo siguiente.
Para la novela, Jane Austen optó
por la forma epistolar. El director Stillman ha querido recordarlo escribiendo
a mano sobre la imagen para presentar a los diferentes personajes. Como suele
ocurrir en este tipo de adaptaciones literarias, la reconstrucción de la época -mansiones,
carrozas, vestidos…- es espectacular, porque además una gran parte se ha rodado
en lugares históricos. Los personajes se mueven continuamente, llegan, se marchan,
pasan de una habitación a otra… Inglaterra queda reducida a un “microcosmos de
bolsillo” en el que la presencia invasora de Lady Suzan es una amenaza para el
resto de las mujeres y una ilusión para los hombres.
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