Blair Witch, el regreso de la
bruja, dirigida por Adam Wingard (“Tú eres el siguiente”, “The Guest”,
“V/H/S”), está protagonizada por un reparto de jóvenes más bien desconocidos y
procedentes de series televisivas encabezado por James Allen McCune
(“Shameless”, “The Walking Dead”), Corbin Reid (“Disney Star Darlings”), Brandon
Scott (“¡Rompe Ralph!”, “Anatomía de Grey”) Callie Hernandez (“La La Land”,
“Alien: Covenant”), Wes Robinson (“State of Affairs”) y Valorie Curry (“The
Following”, “Veronica Mars”).
James y un grupo de amigos deciden
aventurarse en el bosque de Black Hills, en Maryland, para intentar averiguar
algo sobre la desaparición de su hermana, ocurrida veinte años atrás y que
mucha gente relaciona con la leyenda de Blair Witch. Dos lugareños se ofrecen a
guiarles por el bosque sinuoso y sombrío. A medida que avanza la noche sobre el
grupo se cierne una presencia amenazadora que les hace comprender que la
leyenda es real y más terrorífica de lo que podían imaginar…
Película secuela de Blair Witch
Proyect, realizada 17 años después de la primera y autentica ducha fría para
unos seguidores -muchos, a juzgar por lo que dan de sí los comentarios en las
redes sociales, aunque muy probablemente faltos de una cultura de lo que fue el
cine de horror- a quienes los 90 minutos que dura la película se les van a
hacer infinitamente largos, porque, falto de audacia innovadora, “más que un
remake parece una parodia” (Alexandre, Les Inrockuptibles). Y no asusta nada.
Explotando hasta la saciedad el
procedimiento de la cámara al hombro y corriendo, al que ha añadido las minicámaras
sujetas a las orejas de los protagonistas, e incluso una cámara instalada en un
dron, el resultado es muy decepcionante ya que, a medida que avanza la acción -que
no es tal, tan solo unos rostros apenas entrevistos, huesos que se rompen
solos, cortinas que se agitan, muchos gritos y una explícita presencia
maléfica- se va perdiendo el espíritu del proyecto inicial. Nada de todo esto
consigue el terror de “los inquietantes árboles de la primera entrega de la
saga” y sí un sentimiento frustrante en el espectador que esperaba algo más.
“Adam Wingard ha hecho una
continuación perezosa e inoperante de la terrorífica película de 1999” (Olivier
Lamm, Libération). Inoperante incluso hasta en el guión que estira, exagera y
parodia el de su ancestro y, sobre todo, olvida los fundamentos del cine de
terror: mostrar poco y sugerir mucho. “Moderna, la película adopta nuevas
tecnologías, como la cámara-dron, y revela la obsesión actual del cine de
terror estadounidense: incluso en el fondo del bosque acabamos volviendo
siempre a la casa encantada”. Nicolas Didier, Télérama).
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