jueves, 24 de noviembre de 2016

“Aliados”, Brad Pitt y Marion Cotillard de puntillas por el amor y la guerra


El amor en tiempos de guerra ya no es lo que era. La última película del género -“Aliados”, con Brad Pitt y Marion Cotillard explotando todo el morbo de su supuesta “liaison” que presuntamente pudo acabar con el mito hollywoodiense de Brangelina, y que la propia Cotillard desmintió anunciando estar embarazada de Guillaume Canet, actor y realizador francés- ambientada en el protectorado francés de Marruecos y Londres durante la Segunda Guerra mundial, es un pastiche infumable dirigido por Robert Zemeckis (Oscar por Forrest Gump en 1995, Regreso al futuro, Quien engañó a Roger Rabbit) que, como he leído en un comentario en la prensa francesa, “nos toma a los espectadores por cretinos”.

Desde “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942), e incluso antes (Morocco, de Sternberg, 1930), hasta hoy hemos visto decenas de respetables romances con la guerra como telón de fondo; “Aliados” no puede competir con ninguno porque no es más que cine comercial, que llenará salas y hará jugosas taquillas. Y hasta puede que pille algo en los próximos premios Oscar porque es el género de historia -sentimental, casi blanca ya que las escenas eróticas parecen de plástico, firme defensora de la familia y la maternidad- que gusta exhibir en el escenario de Los Angeles.

1942. En una Casablanca llena de franceses endomingados y nazis de uniforme con cruz gamada, el agente Max Vatan -canadiense de Ontario, a pesar de los cual su amada se empeña en llamarle “mon quebecois”-, que trabaja para la resistencia aliada, conoce a la resistente francesa Marianne Beauséjour en el transcurso de una misión de alto riesgo: matar a un alto dignatario nazi. Comienza una relación, se casan, y empiezan una nueva vida en Londres, donde la chica da a luz en una camilla, entre ruinas y en medio de un bombardeo, en el que sus berridos se camuflan con los de los heridos. Meses después, los servicios secretos británicos informan a Vatan de que su mujer podría ser una espía alemana. Tiene 72 horas para descubrir la verdad.

Llegados a este momento, la película que hasta entonces era una historia fría, sin suspense, sin glamour tampoco pese a los revolcones de la pareja en el desierto, se convierte en una de aventuras, en una carrera para enseñar una fotografía a quienes pudieron haber conocido a la mujer anteriormente, en aviones que saltan el Canal para sacar una declaración a alguien a quien la guerra ha dejado tocado para siempre…y casi nada más.

Como historia, un fracaso. Como interpretación, regular: Cotillard es mujer de pocos gestos y una bonita caída de ojos; Pitt, con los trajes de franela de la época parece haber engordado y ya ni siquiera enseña aquellos abdominales de anuncio de gimnasio. Ninguno de los dos consigue convencernos de ese idilio entre espías. Como realización, “las escenas pasan y el aburrimiento continúa” (L’Express). Y como han escrito en la revista Hollywood Reporter, “Aliados” es sobre todo “World War ZZZZZ”.

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