viernes, 28 de febrero de 2014

Philomena, de Stephen Frears: el negocio católico de la venta de niños



En la católica Irlanda de los años 1950, Philomena es una adolescente embarazada. Su familia la envía a un convento de monjas, para evitar el escándalo. Allí, y después de dar a luz, junto a otras madres jóvenes y solteras como ella, a Filomena le obligan a trabajar jornadas extenuantes, limpiando y lavando ropa para pagar, le dicen la deuda que tiene contraída con el convento. Solo le dejan disfrutar del niño una hora al día. Cuando el pequeño tiene tres años, se lo quitan sin avisarle para darlo en adopción a un matrimonio estadounidense. Tras muchos años de búsqueda infructuosa, Filomena encuentra a Martin Sixmith, un antiguo periodista de la BBC al que acaban de despedir de su trabajo en el gabinete del premier Tony Blair, a quien cuenta su historia y que la ha dejado escrita en el libro The Lost Child of Philomena Lee (El hijo perdido de Philomena Lee).

Juntos viajan a Estados Unidos para seguir el rastro del hijo, que precisamente en esos días cumple 50 años. Entre la ya anciana Filomena, católica convencida de que «las monjas querían lo mejor para ella y para el niño” y el periodista, descreído, cínico y desilusionado que en principio acepta escribir la historia porque está al borde de la depresión al no encontrar trabajo, nace una relación respetuosa y “muy british”; me cuesta imaginar que pudiera ocurrir en otra sociedad, otra cultura: no tienen nada en común pero ambos se toleran sin problemas.

Una historia real, narrada por su protagonista (Filomena, Judi Dench, la gran dama del teatro inglés, a la que recordaremos siempre en la pantalla en Té con Mussolini) al periodista interpretado por Steve Coogan (actor, escritor, humorista), quien también firma con el realizador Stephen Frears (Mi hermosa lavandería, The Queen, Las relaciones peligrosas) el guión de lo que acaba siendo una magnífica película, al conseguir no caer en el melodrama lacrimógeno y aportar la dosis justa de sensibilidad y suspense para que también el espectador mantenga la esperanza de que al fin se produzca el encuentro entre el hijo y la madre.

Entre la tragedia y la ironía, la enfermera jubilada y el periodista en paro, que no tienen nada en común y a quienes separan edad, medio social, estudios, cultura y religión, se convierte en personajes de una road-movie que, en busca de la verdad, los traslada de Irlanda a Estados Unidos, y de regreso a la abadía donde aún vive algunas de las monjas que décadas atrás se dedicaba al tráfico de niños, encubierto de obra apostólica y donde –tapadas por la vegetación y la desidia- hay un montón de lápidas clandestinas correspondientes a los niños y las madres que realmente perdían la vida en el parto. También el equilibrio conseguido entre Judi Dench y Steve Coogan contribuye a hacer que la película sea también un viaje introspectivo de dos seres un tanto perdidos en sus respectivas realidades.

Y el corolario es que resulta que hace más de medio siglo la iglesia católica irlandesa tenía las mismas inclinaciones que la española: las monjas del convento que roban el niño a Filomena, literalmente para venderlo a una pareja estadounidense sin hijos, se parecen mucho a la sor María que en la maternidad de Madrid, y con ayuda de un médico, decía a las madres que el niño  había fallecido en el parto para venderlo después al mejor postor. La iglesia católica irlandesa es tan culpable de casos como el de Filomena, como la iglesia católica española lo es del negocio de la desaparición y posterior venta de niños de la recientemente fallecida impune sor María. Alguien tendrá que hacer algún día esa película. La de Philomena se estrena en las salas españolas el 28 de febrero de 2014.



miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Qué nos queda?, reunión familiar con cadáver en el armario




Melodrama policíaco interpretado magníficamente por actores procedentes del teatro y también noveles, la película alemana ¿Qué nos queda? (que tiene mucho en común con la recientemente estrenada Agosto) es una mirada ácida, una radiografía minuciosa y detallada de las distintas formas de malestar que aquejan a las sociedades desarrolladas; un recorrido por los muchos abismos, y los inevitables secretos, de los miembros de una familia burguesa y acomodada en una situación clásica: reunión de fin de semana a la que cada cual acude con su propia vida a cuestas y sus particulares expectativas.

En el tren, camino de la casa de sus padres, en una urbanización moderna cercana a un bosque, Marko, un joven escritor que vive en Berlín y viaja con un hijo pequeño, se encuentra con una chica estudiante que resulta ser la novia de su hermano, dentista y residente en la misma zona que los padres. La relación de Marko con sus padres se limita a algunas visitas al cabo del año, mientras que el hermano, debido a la proximidad, suma a sus propios problemas las angustias que le causan los de sus padres. Y, naturalmente, no perdona que Marko haya elegido vivir lejos y permanecer al margen.

Cuando están todos reunidos, y ya han saltado las primeras chispas, la madre, maniaca depresiva en tratamiento desde hace muchos años, anuncia que se ha pasado a la medicina alternativa y ha dejado de tomar las medicinas habituales. Los tres hombres –el padre y los dos hijos- reciben la noticia como un mazazo, intercambiando gestos que dan a entender que temen que pueda ocurrir cualquier desgracia…

A partir de ese momento la historia –dirigida por el alemán Hans-Christian Schmid (Requiem, La revelación), que se estrena en los cines españoles el 28 de febrero de 2014- no es tanto la enfermedad de la madre, siempre presente, sino las disfunciones de una sociedad que figura entre las más avanzadas del planeta, nada menos que la del “milagro alemán” escenificado en la sensación de bienestar que rezuma la familia, con su ropa de calidad y el interior de sus casa minimalista y elegante. Pero la imagen no es lo que parece, todos los personajes tienen fallos y cuentas pendientes, entre todos han fabricado la gran mentira en la que viven, sin atreverse a escapar de la tiranía del clan.

Hasta que la más que prevista desaparición de la madre en el bosque –donde encuentran su coche abandonado- les lleva a considerar “lo que queda” (Was bleibt, título original mucho más expresivo que el elegido, con interrogaciones, para el estreno en nuestro país).