Un
adulto “enganchado” a un ordenador, o a un móvil, es ya una imagen frecuente.
Solos “o en compañía de otros”, lo que empezó siendo un juego de adolescentes
se ha extendido como aceite derramado, se está convirtiendo en muchos casos en
una dependencia que afecta también a los mayores, y a los “más mayores” que
inundan las redes sociales y las páginas de contactos intentando llenar de
palabras –y cuando es posible de sonidos también- los huecos que ha ido
excavando la soledad en las sociedades más desarrolladas. Hasta el punto de que
muchas veces se confunden los propios fantasmas con la realidad circundante.
De
esto, y de un futuro todavía impredecible, trata la película Her –se estrena en
España el 21 de febrero de 2014- con los ojos verdiazules de un atractivo
Joaquin Phoenix (Los años rebeldes, Gladiator, Hotel Ruanda, The Master) en
primer plano, y en absolutamente todos los planos, y la remota voz, ronca y
suave, de una Scarlett Johansson (Lost in translation, La joven de la perla,
Match Point) que encabeza los créditos aunque solo aparece en las ensoñaciones
del protagonista, y cuya ausencia ha obtenido el Premio a la mejor actriz en el
Festival Internacional del film de Roma 2013.
“Her
es a la vez un brillante gag conceptual y un romance profundamente sincero. Her
es la improbable pero absolutamente creíble historia de amor de un hombre, que
a veces parece una máquina, y un sistema operativo que se parece mucho a una
mujer viva” (Manohla Dargis, The New York Times)
En
Los Angeles y en un futuro cercano. Theodore, un hombre sensible que tiene como
profesión “escritor público” (escribe a mano cartas por encargo, en una especie
de editorial que le tiene contratado para poner en palabras lo que otros no son
capaces de expresar), inconsolable tras el abandono de su mujer, compra un
programa informático de última generación capaz de adaptarse a la personalidad
y las necesidades de cada usuario. Al ponerlo en marcha conoce a Samantha, una
voz femenina inteligente, intuitiva y además divertida. Poco a poco se van
identificando hombre y voz hasta que llega un momento en que, al menos
apartemente, se crea una relación sentimental entre ellos, un romance
artificial y virtual entre el escritor y Samantha, el primer sistema operativo
capaz de evolucionar como si se tratara de una mente humana. Mucho más que
Siri, la voz de los smartphones y tablets: "Creo que Siri debería
sentirse intimidada por Samantha, ha dicho el director en rueda de prensa en
una visita a España", después de reconocer que fue difícil
la elección de” la voz”: “Para ese personaje probamos a treinta actrices distintas: Fue difícil
encontrar la adecuada porque se trata de un gran personaje que tiene que llegar
solamente con la voz".
Spike
Jonze comentaba también que, a través de la relación de Theodore y Samantha, lo
que quería era contar cosas reales, de las que le podrían suceder a cualquier
pareja: "Un buen día puedes descubrir que tu pareja está cambiando de una forma
que te da miedo”.
Emocionante
incluso, el guión escrito y realizado por Spike Jonze (actor, guionista y
realizador, A propósito de John Malkovich, I’m Here), sobre los límites desconocidos
de la «inteligencia artificial», nos introduce en ese mundo que ya existe de la
dependencia de las nuevas tecnologías, la droga posmoderna, aunque más que la
sumisión a las máquinas (móvil, tableta, ordenador...) lo que plantea es el
sufrimiento que causan los sentimientos, las emociones “ambiguas y
contradictorias” que genera el amor, mejor el estar enamorado, desde que el
mundo es mundo, y que –ya lo han dicho casi todos los poetas- son más fuertes
que la razón. Es también una película más sobre la soledad en las sociedades
avanzadas que previsiblemente se va a incrementar a medida que la tecnología
gane terreno.
En
todo caso, Her trata estas cuestiones existenciales con el suficiente humor
como para que se pueda incluir en el listado de comedias dramáticas.
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