martes, 25 de febrero de 2014

París a toda costa, el sueño francés de una marroquí



El regreso, forzado por las autoridades de emigración, de una treinteañera snob instalada en París a su Marruecos natal, del que abomina lo mismo que de su familia, es la anécdota en torno a la que gira la trama de París a toda costa, debut en la realización de la italo-tunecina Reem Kherici, actriz más conocida hasta ahora por ser una de las cómicas integrantes de “La bande à Fifi”, grupo que ironizaba sobre las noticias de actualidad en el informativo estrella del Canal Plus francés. Kherici es también al protagonista de esta película que se estrena en los cines españoles el 28 de febrero de 2014.

La protagonista de la historia es lo que en las revistas de moda se conoce como “it girl”, alguien que de alguna manera se relaciona con el mundo de la costura, el diseño y las pasarelas (y si consigue eso de “marcar tendencia”, o tiene un blog con muchos lectores, entonces ya es una figura consagrada). Y el desarrollo de la historia, siempre con el aliciente de una minifalda y unos tacones imposibles, recuerda más a cualquier banal capítulo de Sexo en Nueva York que a la historia de desarraigo que parecía intentar contarnos.

Según la promoción de la película, su directora “pretende darnos una visión cómica de joven procedente de la inmigración que considera que su país es en el que ha crecido (…) su intención es divertir y transmitir un mensaje favorable a la integración”. A mí, la visión más que cómica me ha parecido patética, la protagonista increíble (en el sentido de imposible de creer) y las situaciones tomadas por los pelos.

El mundo de la moda, terriblemente frívolo es cierto, está asentado en poderosos intereses económicos que imposibilitan que se den realidades como las que aquí se cuentan: jamás, nadie, nunca, ninguno de los grandes nombres de la “couture”, encargará un diseño a una aprendiza de nada, ni mucho menos la becaria hará el “vestido de su vida” en un pueblo de Marruecos, con un pedazo de cuero comprado en el mercadillo y una máquina Singer.

La película – «tan rica en modelitos como pobre en ideas» (Jacques Morice)- está llena de topicazos (todo en París es lujo, brillo, luces, carcajadas y champagne; todo en Marruecos es polvo, gris, camisetas falsificadas y familia, familia, el honor de la familia) y se aguanta difícilmente.

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