lunes, 24 de febrero de 2014

La irresistible atracción del palacio del dictador



Es ya un clásico de la caída de las dictaduras: cuando el tirano desaparece, porque consigue escapar o porque le detienen, aparecen los miles de pares de zapatos de Imelda Marcos, las incalculables obras de arte atesoradas por el matrimonio Ceaucescu o los billetes, empaquetados y atados, escondidos en el doble fondo de un mueble en la residencia de Zine el Abidin Ben Alí, el presidente tunecino derrocado por la primavera árabe.

La caída del dictador es el momento en que la multitud, el pueblo, invade el palacio y descubre que vivía en la opulencia y la extravagancia. Exactamente lo que acaba de pasar en Kiev: el fin de semana de su huida a “paradero desconocido en el Este del país” (donde hablan ruso como él y se sienten las sombras alargadas de Putin y la madre Rusia), la gente – guiada por voluntarios encargados de evitar que se produjeran desperfectos o saqueos- ha entrado en el jardín de la residencia privada de Viktor Yanukovitch, situada en las afueras de Kiev, descubriendo allí estatuas de mármol, una colección de coches de lujo, un campo de golf y una pista de tenis de competición e incluso una granja de avestruces, además de otros animales exóticos que constituían un mini-zoo. El oligarca, que procede de una familia humilde y tiene un pasado de delincuente común, ha atesorado miles de millones desde la independencia del país.

Pierre Haski, fundador del digital francés Rue 89, ha hecho un mini recorrido por algunos de los casos más flagrantes de tesoros palaciegos descubiertos tras la caída de los tiranos.

“El 25 de febrero de 1986, Ferdinand Marcos perdió el poder en Filipinas y huyó a Haway con su mujer, Imelda. En el palacio de Malacanang los filipinos encontraron la colección de más de 3.000 pares de zapatos que la esposa del Dictador abandonó en su precipitada huida.

“El 20 de septiembre de 1979, Jean-Bedel Bocassa, presidente de la República Centrafricana y autodenominado emperador de Centroáfrica, es derrocado por la operación militar francesa Barracuda, después de que el gobierno galo le hubiera acompañado durante años en todas sus extravagancias (incluida la coronación, a la manera napoleónica, que llevó a cabo él mismo). Bokassa se había construido un palacio (“en realidad un conjunto relativamente modesto de mansiones”) a sesenta kilómetros de la capital, Bangui, con los fastos del imperio que proclamó: las valiosas esculturas de los jardines, que la multitud arrancó de los pedestales, terminaron cubiertas por la vegetación.

“El día de Navidad de 1989, la revolución iniciada por los mineros rumanos terminó la serie de cambios de régimen en el antiguo bloque comunista de Europa central y oriental. En juicio sumarísimo, Nicolae Ceaucescu y su mujer fueron condenados a muerte y ejecutados ese mismo día. El palacio gigantesco, monstruoso, extravagante, compuesto de varios horrendos edificios en fila construidos en pleno centro de Bucarest, fue invadido por una multitud que arrojó por los balcones, libros, esculturas, cuadros y muebles. Posteriormente fue la sede del Parlamento.

“En agosto de 2011, Muamar El Gadafi huyó de Trípoli que había caído en manos de los indignados, insurgentes apoyados por los aviones de la OTAN. La gente que invadió la residencia del dictador descubrió que no vivía de dátiles y té debajo de una tienda, como siempre había hecho creer. La fortuna del dictador y sus hijos estaba repartida en bancos suizos y propiedades inmobiliarias en París, Londres, Nueva York y Ginebra”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario