sábado, 31 de enero de 2015

Argentina: un museo devuelve los restos de un jefe mapuche a su pueblo



Inacayal en 1885

El Museo de la ciudad de La Plata ha restituido a la comunidad indígena Tehuelche, de la ciudad de Tecka, la totalidad de los restos mortales del Cacique Inacayal, que se conservaban en la institución donde murió, escribe en Global Voices Online Laura Schneider. En 1994 se había efectuado ya una primera devolución parcial de algunos huesos, en 2014 fue la cabeza embalsamada, el cuero cabelludo y algunos restos de su esposa y una sobrina.

Ahora ya puede decirse que el museo ha entregado a los tehuelches todo lo que guardaba del Cacique Modesto Inacayal, fallecido el 24 de septiembre de 1888 y que desde 1886 – y escapando de la campaña orquestada por el presidente argentino A. Roca contra los aborígenes de Patagonia- vivía en el Museo de La Plata con su familia por invitación del director, Perito Francisco Moren, y en agradecimiento al trato que le había dispensado la comunidad durante una visita anterior a Patagonia.

Respecto a las causas de la muerte del Cacique Inacayal, oficialmente desconocidas, en las redes sociales argentinas se avanzan varias hipótesis: que se suicidara por la desesperación de vivir lejos de su tierra y recluido en un museo donde se exponían restos de sus ancestros; que cayera por las escaleras del recinto mientras celebraba uno de su rituales: según el antropólogo Ten kate, tenía rota la nariz y le faltaban varios dientes; y finalmente, la versión más extendida según el blog “Los misterios del ciudad de La Plata”, es que sabiendo que iba a morir pronto, celebrara un rito tras el que falleció y después de lo cual su cadáver se preparó para exponerlo en el museo donde vivió los últimos años de su vida y donde se pudo visitar durante más de 50 años.

La restitución, aunque por partes, se ha hecho posible gracias a la Ley nacional 25.517, que establece que “los restos de los aborígenes que forman parte de la colección de museos, o de otras colecciones públicas o privadas, deben ponerse a disposición de los pueblos indígenas y/o las comunidades a las que pertenecen, y que los reclamen”.

Amnistía internacional: No a la ejecución de Matsumoto Kenji, retrasado mental



Amnistía Internacional (AI) ha puesto en marcha una petición, dirigida a Yoko Kamiwaka, ministra de Justicia de Japón, pidiendo que se anule la condena a muerte de Matsumoto Kenji, dictada en 1993 pese a tratarse de una persona con severo retraso mental que se ha puesto de manifiesto en la ineptitud para seguir los debates durante su juicio y para comprender lo que significa la condena, además de haber mostrado siempre enormes dificultades para comunicarse con el resto de la gente, incluido su abogado.

«La alteración de la salud mental- dice el comunicado de AI- es un factor crítico a tomar en consideración en todas las etapas del proceso de la pena capital, desde la comisión del crimen hasta la ejecución de la persona condenada”.

Todavía hoy, en muchos lugares del mundo se sigue ejecutando a personas con graves alteraciones mentales pese a que las leyes de la mayoría de países prohíben hacerlo. En concreto en Japón, el Código Penal prevé en su artículo 479 la suspensión de la ejecución de personas consideradas dementes.

La carta que acompaña la petición de dejar sin efecto la condena de Matsumoto Kenji, dirigida por AI a la ministra de justica japonesa, Yoko Kamiwaka, dice, entre otras cosas: “Estamos profundamente preocupados por la situación de Matsumoto Kenji, condenado a muerte en 1993 a pesar de su minusvalía mental Desde entonces, ha sufrido en la cárcel episodios de delirios persistentes. Y, a pesar de todo, el Tribunal Supremo de Japón confirmó la condena en 2000. Con ocasión del último Día mundial contra la pena de muerte, el 10 de octubre de 2014, AI recordó que aplicar la pena de muerte a personas afectadas de alienación mental viola el derecho internacional. Por ello, pide a las autoridades japonesas que vigilen que nunca se aplique este castigo a personas minusválidas mentales, y exhorta a la ministra de Justicia: a conmutar inmediatamente la condena a muerte de Matsumoto Kenji, así como la de todos los demás condenados a muerte que padezcan enfermedades mentales, y a dictar una moratoria de todas las ejecuciones pendientes, con vistas a abolir definitivamente la pena de muerte en el país”.

jueves, 29 de enero de 2015

Las ovejas no pierden el tren: trabajo, familia y amor





Las ovejas no pierden el tren es una entretenida comedia española dirigida por Alvaro Fernández Armero (Salir pitando, Brujas) y protagonizada por Inma Cuesta (Tres bodas de más, Blancanieves, La voz dormida), Raúl Arévalo (La isla mínima, Los amantes pasajeros, “Primos), Candela Peña (Una pistola en cada mano, Princesas), una recuperada Kiti Manver (Vive cantando, Los abrazos rotos), y unos cuantos actores más, que habla de las parejas y las familias versión siglo XXI.

La pareja de Luisa y Alberto se marcha a vivir a un pueblo desde el que ella se desplaza diariamente a Madrid, para atender su academia de costura, y donde él se enfrenta al vértigo del folio en blanco, porque tendría que estar escribiendo la novela de su vida y no “le sale”, por lo que se dedica a pasear por el pueblo y ayudar a un vecino ganadero. Juan, hermano de Alberto, antigua estrella de la televisión deportiva en horas bajas, divorciado y padre de dos niñas, vive en la capital un desafortunado romance con una chica mucho más joven, a la que defrauda. Por su parte Sara, hermana de Luisa, pequeña empresaria de un negocio de cafetería, disfraza de emancipación y mujer liberada su desesperada búsqueda de un marido…Y un poco al margen pero sobrevolando todo, la madre de las dos chicas apura los años de la segunda mitad de su vida.

Mucho humor en una historia que no chirría en ningún momento porque, en el fondo, todos los personajes son tremendamente conservadores –el bohemio acaba cuidando ovejas, el donjuán querría recuperar a su exmujer, los hijos se ocupan y se preocupan por los padres…- y no aspiran más que a una tranquila existencia como las “de siempre”.

Menos tópicos de los habituales en las comedias españolas y algunos recursos realmente ingeniosos convierten a Las ovejas no pierden el tren en una atractiva comedia costumbrista sin demasiadas pretensiones.