jueves, 31 de julio de 2014

Adios a L’Unità: desaparece el órgano de referencia de los comunistas italianos



Cuando un periódico se muere, algo nuestro se muere




El 30 de julio de 2014, con una edición en blanco, se despedía de los italianos L’Unità, el periódico creado en 1924 por Antonio Gramsci, fundador del Partido Comunista Italiano (PCI), el famoso “pichí” que fue la mayor formación comunista de Europa durante buena parte del siglo XX. 

“Las pérdidas y una sociedad menos ideologizada le sumieron en la crisis”, escribe en su crónica Rossend Domènech, corresponsal en Roma de El periódico de Cataluña. Después de 90 años acudiendo a su cita diaria con los lectores, y unos cuantos con los internautas, hoy es el primer día que no ha salido L’Unitá.

"Hoy es un día de luto para los redactores, los militantes, nuestros lectores y la democracia", ha escrito el comité de redacción de una plantilla de 80 periodistas que llevaba tres meses trabajando sin cobrar sus salarios. «Nos hemos quedado solos en la defensa de una cabecera histórica”, dicen  en un comunicado.

“Después de tres meses de lucha, lo han conseguido: han matado L’Unità”. El comunicado de los redactores no usa metáforas cuando se entera de que la sociedad editora del diario, y la asamblea de socios, han decidido que el 1 de agosto no se publicarán ni la edición en papel, ni la versión digital. “Han matado a L’Unità” era también el titular  de la edición del 30 de julio, seguido de 16 páginas en blanco. 

Esta es la tercera vez que deja de publicarse el periódico de la franja roja. La primera fue durante el fascismo, cuando pasó a la clandestinidad; la segunda, en 2000, cuando desapareció durante ocho meses enfrentado a las mismas dificultades económicas que hoy esgrimen quienes han decidido el cierre. Entonces, cuando reapareció, “pareció que recuperaba el aliento, aunque sin conseguir reconquistar el lugar que ocupaba en los años 1970, cuando tenía una tirada diaria de 230.000 ejemplares”, escriben en el diario La Repubblica.

“Hoy es un día de luto para la comunidad de L’Unità, para los militantes de las fiestas, para nuestros lectores, para la democracia. Seguiremos combatiendo cuidándonos del fuego enemigo” dicen los redactores mientras el director, Luca Landò, escribe su “Yo acuso” particular: “Es sorprendente que el Pd (Partido democrático, fundado en 2007, al que pertenece el actual jefe del gobierno, Presidente del Consejo, Matteo Renzi) no haya sido capaz de encontrar una solución para L’Unità”. 

Al parecer, no era viable ninguna de las tres propuestas que se ha n presentado para evitar el cierre de un diario que tiene acumuladas pérdidas por valor de 30 millones de euros.
L’Unitá apareció por primera vez el 12 de febrero de 1924, siendo el órgano oficial del Partido Comunista Italiano hasta 1991. En la actualidad, a pesar de no ser la publicación oficial,  el Partido Democrático era uno de sus accionistas.


 
Cabecera del 24 de febreo de 1924

Australia: la prensa amordazada por la corrupción, según Wikileaks



 
El martes 29 de julio de 2014 Wikileaks ha hecho público un documento con la decisión de la sala de lo criminal del Tribunal Supremo del estado de Victoria,  –fechada el 19 de junio- que dictamina que los medios de comunicación del país deben silenciar un caso de corrupción internacional en el que estarían implicados varios responsables políticos de la región, en Malasia, Indonesia y Vietnam, según la información recogida del diario The Sidney Morning Herald (http://www.smh.com.au/national/wikileaks-publishes-unprecedented-secret-australian-court-suppression-order-20140730-zyc6m.html) por Camille Polloni en el digital francés Rue 89.

La decisión judicial, conocida con el nombre de « gagging order » o « superinjonction », debe aplicarse en toda Australia, a todas las publicaciones, sea cual el soporte. La prohibición, que se extiende a la propia sentencia que tampoco puede ser mencionada, es muy clara: los medios australianos no deben « airear » -textualmente no pueden “revelar, dar a entender, sugerir o afirmar”-, so pena de denuncia, una información según la cual 17 clientes del Banco Central Australiano (RBA) se encuentran imputados por corrupción y soborno.   

Según el digital francés Arrêt sur images,  al repasar la lista de los 17 imputados se entiende la voluntad de censura del gobierno australiano “para no dañar las relaciones diplomáticas” del país : entre esos presuntos corruptos figuran algunos líderes políticos asiáticos de primer orden, comoel presidente de Vietnam,  Truong Tan San, y el de Indonesia,  Susilo Bambang Yudhoyono,  así como el ex presidente indonesio (2001-2004)  Megawati Sukarnoputri y otros varios cargos oficiales de los tres países mencionados. “como siempre –dice la publicación- para justificar la censura “se refugian en la seguridad nacional”. 

La justicia australiana utiliza muy raramente este tipo de sentencia; la anterior “gagging order”, según diversas fuentes, data de 1995 y tenía que ver con un asunto de espionaje.
En un comunicado que acompaña a la información, Julian Assange, fundador y presidente de Wikileaks, estima que  es « inconcebible bloquear el derecho público de saber y censurar los medios de comunicación, especialmente en los casos confirmados de corrupción internacional, que implican a políticos y filiales de un organismo público”.

A pesar de las anunciadas consecuencias jurídicas, Wikileaks ha decidido publicar el documento para defender la libertad de información: “El gobierno australiano no solo amordaza a la prensa, también venda los ojos del público australiano”, ha escrito Assange desde la Embajada de Ecuador en Londres, donde reside desde junio de 2012 para escapar a una demanda de extradición de Suecia, donde está acusado de violación por dos mujeres que habían consentido tener relaciones sexuales con él.


Viajo sola, la libertad tiene un precio



Ganadora del premio David de Donatello 2013 (galardones italianos equivalentes a los Goya) a la mejor actriz, la película Viajo sola de la realizadora Maria Sole Tognazzi (hija del inolvidable actor Ugo Tognazzi), es una originalidad en el panorama cinematográfico mundial que habitualmente fabrica historias de parejas: lo de siempre  es que chica conozca chico –en la guerra, en el trabajo, en la ciudad, en las vacaciones, incluso en un viaje- y a partir de ahí se escriban los 90 minutos que duran de media los largometrajes. 

Sin embargo, Viajo sola es la historia de mujer soltera, independiente y feliz de serlo. Irene  (Margherita Buy), es alta y guapa, tiene 40 años y no tiene ni compañero sentimental, ni hijos. Tiene, en cambio, un trabajo a primera vista divertido: es el “cliente misterioso” que vista de incógnito hoteles de lujo de todo el mundo, verificando que todo en ellos funciona perfectamente, desde la forma en que el botones se hace cargo del equipaje del cliente hasta la temperatura de la sopa. Andrea, su mejor amigo y antiguo amante (Stefano Accorsi) acude siempre a su lado cuando le necesita, pero hace años que renunció a otra cosa. 

La de Irene es una vida de libertad extrema, de vagabundo confort que tiene también una contrapartida de soledad y melancolía. Cuando Andrea deja de estar disponible, Irene se plantea por primera vez si su elección de vida ha sido acertada. En la duda, vence como siempre su libertad.

Película valiente, feminista  y tranquila, comedia entretenida con momentos divertidos y una actriz que borda el personaje.







miércoles, 30 de julio de 2014

Los gobiernos europeos han pagado 125 millones de dólares a Al Qaeda por sus rehenes




En un extenso artículo, publicado el 29 de julio de 2014 en el diario New York Times (NYT),  firmado en Bamako por el periodista http://www.nytimes.com/2014/07/30/world/africa/ransoming-citizens-europe-becomes-al-qaedas-patron.html?_r=0)

grupo islamista somalí creado en 2006 y  salido de la facción más dura de la Unión de Tribunales Islámicos, que milita por la instauración de la charia en el país)

El dinero que Al Qaeda cobra por los rehenes “representa una de las principales fuentes de financiación de la organización terrorista, que lo utiliza para reclutar adeptos y comprar armas”, señalan en el digital francés Rue 89 las periodistas Mathilde Goupil y  Camille Polloni, haciéndose eco de la investigación aparecida en el NYT: “De media, un rehén representaba 200.000 dólares en 2003 y hoy puede llegar a valer hasta 10 millones”.  

 “El secuestro de rehenes es un botín fácil, que podría describir como un comercio rentable y un preciado tesoro”, se lee en uno de los papeles encontrados en Mali, escrito por Nasser al-Wuhayshi, jefe de Al Qaeda en la península arábiga.

El estado francés es el que más dinero ha gastado – 58 millones de dólares- en rescatar a sus rehenes, un tercio de las 53 personas oficialmente secuestradas por Al Qaeda en los últimos cinco años. Aunque Vincent Floreani, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha repetido al periodista del NYT la postura oficial, que consiste en asegurar que  “las autoridades francesas no pagan rescates”, el artículo detalla las sumas desembolsadas en dos operaciones llevadas a cabo en el desierto del Sahara al norte de Niger, en 2011 y 2013, y una tercera en Yemen en 2011.  Al parecer, en los dos primeros casos el dinero salió de la empresa Areva, el gigante de la energía nuclear francesa, pese a que sus directivos lo han desmentido.




El oro del tiempo, sobre un amor casi eterno





Según el realizador Xavier Bermúdez, El oro del tiempo (O ouro do tempo, inquietante película rodada íntegramente en Galicia y en gallego) tiene que gustar a los mismos espectadores que disfrutan con las obras de Buñuel, Manoel de Oliveira o François Ozon: o, lo que es igual, un público culto, al menos moderadamente intelectual y reflexivo que disfruta con una cierta vanguardia artística. 

A partir de la historia real del médico francés Raymond Martinot, quien a finales de los años 1980 decidió criogenizar a su esposa muerta Monique, esperando que algún día la ciencia encontrara remedio a la enfermedad que acabó con ella para volverla a la vida, Bermúdez, director y guionista, cuenta una pasión/obsesión amorosa que, a diferencia de las que vivimos habitualmente, en lugar de desgastarse se mantiene –crece e incluso cambia de aspecto-en el tiempo. La criogenización, según el diccionario, consiste en “congelar a un ser vivo y mantenerlo de este modo con el propósito de lograr su conservación en espera de una futura reanimación”; los tribunales resolvieron el caso prohibiendo al doctor Martinot seguir adelante y prohibiendo la criogenización en Francia. 

El actor Ernesto Chao, un hombre “de teatro”,  interpreta al doctor recluido en un pueblo gallego con la única compañía de una eficiente joven, que lo mismo es enfermera, masajista o criada para todo (Nerea Barros), y el cadáver criogenizado de la mujer con la que un día de treinta años antes se casó, tuvo un hijo y falleció a los 28, dejándole un vacío y una soledad imposibles de aguantar. Por eso, la difunta no solo está “de cuerpo presente” –joven y atractiva- en el sótano acondicionado de la casa aislada, sino que está presente también en muchos de los gestos del médico, ya jubilado, aunque sigue recibiendo esporádicos pacientes: en las flores de un invernadero que corta cada día y coloca sobre la caja precintada donde el cuerpo de la amada espera, como la bella durmiente, la resurrección anunciada; en la canción que tararea la enfermera, en los vídeos que guarda en su alcoba, junto al televisor, grabados cuando la ausente (Marta Larralde) estaba llena de vida y le ofrecía momentos eróticos inolvidables. Incluso en los recuerdos que repasa el hijo (Manolo Cortés) que aparece en vacaciones e insinúa un pasado político (¿libertario, comunista?) de su progenitor, en la fugaz presencia de unos nietos prácticamente ignorados que le acompañan el día que decide acabar con una espera que ha empezado a demostrarse inútil…

Sin entrar para nada a contemplar los aspectos legales (por lo visto, la criogenización solo es lícita en el Reino Unido y Estados Unidos; a este respecto recuerdo que siempre he oído y leído que, en algún lugar, Walt Disney espera congelado el beso de la princesa –el progreso de la ciencia- que le devuelva a la vida), ni plantear tampoco las reales posibilidades científicas de un empeño así, los personajes de esta historia diferente se centran, la mayor parte del tiempo a base de miradas, en lo que les sucede por dentro, en la forma en que sienten y viven:  el doctor ese amor que ha resistido el paso del tiempo, quizá justamente por la ausencia que representa, y los encontrados sentimientos que le provoca la presencia constante de su ayudante, y ésta la observación de la creciente dependencia del hombre que envejece día a día a su lado. Unos parámetros que cambian bruscamente el día que la chica cae enferma y el doctor la cuida.

El esperado final no resta un ápice de interés a esta película de emociones que plantea unos cuantos problemas irresolubles, como las siempre complicadas relaciones entre el amor, la juventud, el paso del tiempo y su aceptación. Xavier Bermúdez no ha intentado dar recetas, por otra parte imposibles.