Hubo un momento, hace algunos
meses, que confundí una publicidad de esta película francesa con la realidad, y
creí que realmente algún emprendedor de última generación había creado una
empresa para facilitar coartadas a maridos adúlteros, traficantes de todo
pelaje y ministros que blanquean capitales con la excusa de ir de vacaciones al
Caribe. Creí que era cierto porque me parecía plausible (en la segunda
definición que da la Real Academia, es decir lo que es aceptable, válido o
creíble). Y, además, añado que no descarto que en algún lugar exista algo
parecido y sea un negocio redondo.
Pero volvamos a la película
“Alibi.com, Agencia de engaños”, una comedieta para tardes aburridas de verano -quizá
sirva también para domingos tristes de otoño-, un tema coral menos divertido de
lo que pareciera anunciar el título.
Un joven de nombre Greg ha creado
una empresa llamada Alibi.com que crea todo tipo de coartadas. Con su socio
Augustin y su empleado Medhi, elaboran estratagemas y puestas en escena para
cubrir a sus clientes en situaciones que quieren que permanezcan secretas. La
vida de Greg se complica cuando conoce a Flo, una chica que detesta a los
hombres que mienten, y a la que esconde su actividad, como no podía ser de otra
manera. Cuando le presenta a sus padres se añade un nuevo elemento al vodevil
que en todo momento intenta ser amable para molestar lo menos posible y captar
a un público potencialmente amplio, que solo busque matar dos horas de la
manera más divertida posible.
Lo que pasa es que, incluso
presentado como gag, el maltrato a los animales no tiene nada de divertido, ni
siquiera cuando se trata de esconder un adulterio o una situación equívoca.
Ningún motivo justifica las bromas de mal gusto con caniches, gatos o poneys. Y
no digamos las bromas con los migrantes.
El realizador de esta película,
Philippe Lacheau (“Babysitting”, las dos entregas), que ha trabajado como actor
en sus producciones y en alguna otra, no se priva de nada, ni siquiera de poner
en ridículo a sus actores; en este caso Elodie Fontan, Julien Arruti, Tarek
Boudali, Nathalie Baye y Boudon, parece ser que habituales en los trabajos del
director, que saltan de una a otra situación cada vez más absurda, sin ritmo,
sin atractivo y sin ofrecer finalmente ni un gramo de originalidad,
Y resulta que la película es
exactamente lo que promete su título: un divertimento del coro de amiguetes que
transitan por su historia. Pero, en todas partes cuecen habas y no es
privilegio de un realizador francés hacer pasar un bodrio por algo soportable;
aquí tenemos unos cuantos representantes de este género a caballo entre la
comedia vacía y la nada.
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