“François
Ozon es uno de los pocos cineastas actuales -el único quizá- que, de película
en película, destila la idea desconcertante de que sus imágenes mienten. O, en
todo caso, de que pueden engañar. Y le toca al espectador salir de la pasividad
que normalmente exige el cine para descifrarlas (…) Con Ozon tenemos casi
siempre dos películas por el precio de una: la que exhibe (…) y la que teje a
la chita callando, la que esconde como un palimpsesto…”
(Pierre Murat, Télérama)
El mito eterno de los gemelos es,
al menos desde la mitología romana, fuente inagotable de sugerencias para todo tipo
de creadores. En “El amante doble”, película inspirada libremente en la novela
corta "Vidas gemelas", de Joyce Carol Oates aunque firmada con el
seudónimo de Rosamond Smith, estamos ante un thriller erótico, que es también
una película doble: las peripecias de Chloé, una exmodelo (Marina Vatch, “Joven
y bonita”) cuya frágil personalidad le lleva a comenzar un tratamiento con un
terapeuta (Jérémie Renier, “Amantes criminales”) del que terminará
enamorándose. Cuando comienzan a vivir juntos, Cholé descubre que su amante le
ha ocultado una parte de su identidad.
Para no salirse del género,
François Ozon (“El tiempo que queda”, “En la casa”, “Joven y bonita”) ha hecho
en su largometraje número diecisiete una historia de dualidades, deseos y
engaños, en una mezcla maestra de realidad y fantasía que la crítica aplaudió
en el último Festival de Cannes
(periodistas-es.com/cannes-2017-francois-ozon-fatih-akin-del-thriller-erotico-al-politico-86416).
Thriller, pero thriller sofisticado
y elegante, -“cerebral y erótico”- muy personal en la magistral puesta en
escena de las diferentes personalidades de sus protagonistas, tan parecidas que
hasta llegan a identificarse, como esa imagen de la joven desdoblada en una
sucesión de espejos que indican su ingreso en el psicoanálisis (y que, como ha
señalado muy bien la crítica en Culturebox, el digital diario del canal
internacional France 24, es un eco “del mítico plano de ‘La dama de Shanghai’,
en el que Orson Welles baila en una fiesta llevando en sus brazos a Rita
Hayworth). La heroína se debate entre esos dos amantes, tan iguales entre sí,
tan seductores como detestables por momentos.
Psicoanálisis, terapia que en este
caso se resuelve de manera un tanto anómala, y poco científica, mediante la
participación de lo extraordinario en la vida ordinaria de sus personajes,
perseverando en el misterio y apuntando diversas soluciones, siempre
relacionadas con las leyendas de los gemelos, la suplantación de uno por otro
(tantas historias de exámenes en la memoria y cuanta leyenda urbana en torno al
tema…) y hasta la apropiación de uno por otro (evidencia clínica que puede
llegar hasta una suerte de “canibalismo”, producto de la propia naturaleza sin
ninguna intervención de la voluntad, cuando un gemelo engulle al otro en el
seno materno y afianza su personalidad con los genes de ambos).
Sin necesidad de guía alguna, el
propio espectador encontrará en “El amante doble” referencias (¿homenajes) de
Alfred Hitchcock, de Fritz Lang, de Brian de Palma y hasta de Roman Polanski y
Buñuel (el plano de un ojo sobre un sexo femenino).
Ozon ha modificado el final del
relato de Joyce Carol Oates y aquí es donde la crítica ha entrado a matar,
acusándole de debilidad.
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