“-¿Qué
es la ciencia?
-La
ciencia es un hombre solo que se alegra cuando cree que está a punto de
encontrar lo que buscaba” (Alexander von Humboldt)
Midiendo el mundo (Die
vermessung der welt, más exactamente La medición del mundo), la novela
alemana publicada en 2005 que inmediatamente se convirtió en un best-seller
mundial y situó en el parnaso a su autor, Kehlmann Marius Meller, nos llega
ahora convertida en una película en la que se cruzan los destinos y las vidas
de dos grandes científicos alemanes que vivieron a caballo de los siglos XVIII
y XIX: Alexander von Humbol y Carl Friedrich Gauss.
A Humboldt, naturalista, geógrafo y
explorador, la humanidad le debe -entre otras muchas cosas- la invención de
instrumentos sofisticados para medir fenómenos naturales, la observación de
distintas sociedades desde un punto de vista antropológico y lingüístico, la
clasificación de las especies animales y vegetales (más de 6.000 plantas) , las
definiciones de principio de causalidad y principio de geografía general,
estableciendo relaciones e interacciones entre los fenómenos humanos y los
geológicos, meteorológicos, biológicos o físicos, así como haber sentado las
bases de la geofísica y la sismología, además de ser el primer europeo en
alcanzar la cima del Chimborazo y en encontrar el paso entre los ríos Orinoco y
Amazonas, sin olvidar que es suya la frase de que “para comprender algo hay que
medirlo”; en cuanto a Gauss, matemático, astrónomo y físico, profesor
universitario apodado “el príncipe de las matemáticas”, su importancia en ese
terreno ha perdurado al paso de los siglos y sigue considerado como uno de los
mayores matemáticos de todos los tiempos: finalizó varios de los enunciados
formulados por los matemáticos de la Grecia clásica griegos y es el padre de un
teorema cuyo nombre comparte con el francés Pierre-Laurent Wanzel (Teorema de
Gauss-Wanzel que caracteriza casi todos los polígonos que pueden construirse
solamente con una regla y un compás). Humboldt procede de la alta burguesía
prusiana, su padre es amigo del monarca; Gauss, hijo de una lavandera, consigue
una beca real para poder estudiar en la Universidad.
Midiendo el mundo es a la vez una
historia de aventuras (mejor, de aventureros), una sátira sobre la sociedad
burguesa de la Europa que se adentra en el Siglo de las Luces y un recordatorio
de que nunca en la historia ha resultado fácil ser pionero en ningún terreno,
mucho menos en el científico donde las soluciones a los enigmas y problemas
tienen la costumbre de chocar directamente con las creencias religiosas e
ideológicas (sin ir más lejos, y por poner un ejemplo de ahora mismo, y muy
familiar, recordemos que en el actual plan de estudios español la asignatura de
ciencias explica a los alumnos que el mundo tardó siglos en crearse, al tiempo
que los que asisten a clases de doctrina católica aprenden que lo hizo dios en
7 días).
Midiendo el mundo, realizada en
2012 por Detlev Buck (muy aplaudido en Cannes 2013 por Les enragées, retrato de
la juventud suburbial berlinesa, La cinta blanca, Libres como el viento), e
interpretada en los principales papeles por Abraham Albrecht Schuch (Lila Lila,
Gemelos) como Humboldt, y Florian David Fitz (Las amistades invisibles,
Vincent, sus amigos y el mar) como Gauss, es una película suntuosa, con
paisajes magníficos, pájaros fabulosos, algunas tribus indígenas, unos cuantos
españoles, entre esclavistas y jesuitas, y un trabajo histórico que seguramente
no tiene gran cosa de documento real, bien que se atenga al principio elemental
de adjudicar a cada cual sus logros.
Para algunos críticos alemanes, la
adaptación que el austriaco Detlev Buck ha hecho del libro es un “fracaso,
porque no lo ha entendido” (para interesados, la novela está publicada en
España por Maeva y se ha reeditado con motivo del estreno de la película).
Además consideran que los dos actores –procedentes de distintas escuelas, uno
del teatro y el otro de la sitcom televisiva- no encajan bien e incluso hay
momentos que rozan el ridículo (“El film es una sucesión de imágenes, pero no
es una película, podría ser un reportaje Geo”); aunque no olvidemos que todas
las críticas se efectúan comparando la obra literaria y le fílmica, y no estoy
segura de que eso sea un acierto.
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