Tercera entrega de la versión cinematográfica de la saga
creada por el escritor danés Jussi Adler-Olsen, después de “Profanación” y
“Misericordia”. El mejor de los tres libros según la crítica literaria
internacional, la peor de las tres películas en mi opinión.
Una botella lanzada al mar en Escocia, recogida y olvidada
en una comisaría de policía. En el interior, un grito de ayuda escrito con
sangre y en danés. Cuando el mensaje llega al Departamento Q, responsable de
casos sin resolver, han pasado 8 años desde que fue escrito. El impredecible
inspector Carl Mørck, un ateo depresivo que no ha superado la separación de su
mujer, su ayudante Assad, un árabe practicante en el frío nórdico y muy
vitalista, y la secretaria Rose, se encargan de ir desenmarañando la madeja de
la terrorífica historia de un secuestrado de niños, a pesar de que
prácticamente no existen huellas del caso.
Detrás de la saga cinematográfica del Departamento Q
están el productor Lars von Trier y el guionista Nikolaj Arcel que se ha hecho
de oro con sus adaptaciones de otro best-seller llegado del frío, la saga
“Millenium”. Con una ambientación que es claramente la continuación de las dos
primeras, e idéntico tratamiento del desarrollo, combinación de flas-back y
presente el noruego Hans Petter Molland (“UN chic type”, “The beautiful
country) se estrena en la dirección de los dos policías que forman el
Departamento Q (el de los casos abiertos, o cerrados en falso), el taciturno y
depresivo Morck (Nikolaj Lie Kaas, “A second chance”) y el sirio Assad (Fares
Fares, “Enfant 44”).
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