Hace ahora cuarenta años que Carlos Saura (“Los golfos”, “La caza”, “Peppermint frappé”, “La prima Angélica”, “Mamá cumple cien años”…y podría seguir casi hasta el infinito con la lista de películas imprescindibles en la historia del cine español) decidió pasarse al género de los musicales. Una experiencia que comenzó junto a Antonio Gades con “Bodas de sangre”, un homenaje a Lorca, y que después se ha prolongado en experiencias por el flamenco, las sevillanas, el tango, el fado, la ópera, el folklore argentino y la jota aragonesa de sus orígenes.
Ahora, Carlos Saura, el
gran Saura –realizador, pintor, dibujante, fotógrafo…- de algunas de las mejores películas de nuestra
adolescencia (las que veíamos en los cineclubs, que incluían debate y la
incorporación de algo nuevo a nuestras vidas), a dos meses de cumplir 90 años se mete de lleno en la música
tradicional mexicana con un título – “El rey de todo el mundo”- que también
trae incorporados sonidos de infancia, que subían por los patios de vecinos
acompañando el aroma de los cocidos y la ropa lavada con lejía. Una película que llega a las pantallas
españolas el próximo viernes, 12 de noviembre de 2021.
Con fotografía de su amigo Vittorio Storaro y un
casting de bailarines -entre los que se encuentran Greta Elizondo, la primera
bailarina del ballet de México, e Isaac Hernández, primer bailarín del English
National Ballet-, cantantes y actores, “El rey de todo el mundo” cuenta
la historia de Manuel, un coreógrafo afamado, quien para su próximo espectáculo
musical pide ayuda a su ex esposa, Sara. En las pruebas, la joven Inés destaca
como una promesa en ascenso, aunque a sus espaldas se mueven un padre y la mafia
local. Durante los ensayos, y con las canciones mexicanas de fondo, se producen momentos de tensión y pasión entre
los bailarines.
Alguien ha escrito que, con los musicales, Saura está
haciendo siempre la misma película. Yo no llego tan lejos pero confieso que no
consigo meterme dentro de sus tramas, ni mucho menos emocionarme con las cosas
que emocionan a los protagonistas de estas experiencias que mezclan realidad y
ficción, y tienen mucha parte de documentales. Para empezar lo que hago es reconocer que no
me gustan los musicales, tampoco los de
Broadway; más aun, me resulta un género
incómodo -que habitualmente elige una historia muy floja porque lo que importa
no es el relato, sino la música y el baile- que me lleva a revolverme en la
butaca cuando los protagonistas se cantan lo que creo que deberían decirse
hablando, y a veces incluso susurrando.
Naturalmente, que yo no sea capaz de entender los
musicales, y que indirectamente esté confesando que no he conseguido
interesarme por “El rey de todo el mundo” (qué canción tan pegadiza!), no resta
un ápice de interés a la obra del gran artista que es Carlos Saura, materializada
en más de medio centenar de películas –largometrajes y documentales- además de
obras de teatro, libros publicados y varias exposiciones de fotografías y
dibujos. Que a mí no me interese “El rey de todo el mundo” no quiere decir que
Carlos Saura no pueda hacer el cine que le pide ahora el cuerpo, en este caso “un
musical que trata sobre la puesta en marcha de un musical que, efectivamente,
termina siendo un musical” que, si no fuera por eso, podría haber sido una
telenovela. Pero una telenovela firmada por Carlos Saura.
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