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Niñas afganas, foto ACNUR |
El pasado
viernes, 12 de noviembre de 2021, la directora ejecutiva de Unicef Fondo de Naciones Unidas para la Infancia ,
Henrietta Fore, ha denunciado que bebés de 20 días de edad están siendo
entregadas en matrimonio en Afganistán. A causa de la sequía y el hambre
consecuente, el organismo internacional ha detectado un aumento un
aumento generalizado del riesgo de casamientos forzados para las niñas y
jóvenes menores del país.
Unicef
ha contabilizado los casos de 161 niñas –entre ellas bebés- vendidas en matrimonio en el espacio de cuatro
meses. “Incluso antes de la reciente inestabilidad política,
los socios de Unicef habían registrado, en 2018 y 2019, 183 matrimonios infantiles
y diez casos de venta de niños y niñas en, de entre seis meses y
diecisiete años, tan solo en las provincias de Herat y Baghdis. ", ha
dicho Henrietta Fore.
Los datos de
Unicef confirman que una cuarta parte de
las mujeres afganas de entre 15 y 49 años se han casado siendo todavía menores
de edad, y que en muchos casos los matrimonios “forzosos” los arreglan los
padres para paliar situaciones económicas al límite: “El año pasado, casi la
mitad de la población de Afganistán era tan pobre que carecía de nutrición
básica y de agua potable”.
Con la llegada
de los talibanes al poder, el pasado 15 de agosto de 2021, la situación se ha
agravado ya que las niñas, al no poder acudir a la escuela por decisión del
gobierno de loa talibanes, se han convertido en una carga más en la familia,
que intenta superarlo poniéndolas a trabajar o concertando un matrimonio. La
ejecutiva de Unicef ha recordado que un matrimonio infantil "puede
conducir a una vida de sufrimiento", porque las niñas que se casan antes
de la mayoría de edad "tienen menos probabilidades de permanecer en la
escuela y más probabilidades de sufrir violencia doméstica, discriminación,
abuso y acabar teniendo una mala salud mental".
El semanario
francés L’Express cuenta en su última edición el caso de las hermanas Farishteh, de seis años, y Shokriya, de un año y medio -residentes con
sus padres en el campo de refugiados de Qala-i-Naw, capital de la provincia de
Badghis, una de las más pobres del país, donde se han refugiado a causa de la
sequía-, que acaban de ser vendidas a las familias de sus futuros maridos,
también menores, por 3.350 dólares la mayor y 2.800 dólares la pequeña. Los
compradores han dado un anticipo y seguirán pagando durante meses, quizás incluso
años, hasta completar las cantidades estipuladas: en el momento en que eso
ocurra las niñas deberán despedirse de sus padres para pasar a depender de las
familias de sus maridos, como acaban de hacer Siana, de nueve años, y Edi Gul,
de seis, hijas de Mohammad Assan, desplaazado en otro campo de Qala-i-Naw: “No
hemos vuelto a verlas –se lamenta el hombre- No queríamos hacerlo pero tenemos
que alimentar a los otros hijos”. Por lo visto no ha sido suficiente, los
periodistas de L’Express han sabido que Assan está en negociaciones para vender
a otra hija de cuatro años.
Con el gobierno “democrático”
de los últimos diez años, en Afganistán la edad legal para que las niñas
pudieran contraer matrimonio era de 16 años. Según un informe de Unicef de 2018
“el 42% de las familias afganas tienen una hija que se ha casado antes cumplir
esa edad. En primer lugar por razones económicas, porque con frecuencia el
matrimonio es la manera de garantizar la supervivencia de una familia”; y
también porque comprar una niña cuesta menos que casarse con una mujer adulta. .
“Está en juego
el futuro de una generación”, ha dicho la directora ejecutiva de Unicef,
instando a los líderes religiosos talibanes a que terminen con los contratos
matrimoniales (Nekah) con menores, abriendo las escuelas para niñas de primaria
y secundaria “y permitiendo que todas las maestras reanuden su trabajo”.
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