Niños desnutridos, foto Unicef, Danny Wilcox Frazier
Por quinto año consecutivo se alcanzará un máximo histórico de menores de
5 años desnutridos. Aunque para la agencia de la ONU sigue siendo un requisito
salvar las vidas de los más gravemente afectados por la falta de alimentos,
ahora también aboga por centrarse en aumentar las medidas de prevención de la
desnutrición, informa el boletín diario de noticias de la ONU.
Durante este
año de 2022, unos 6,3 millones de niños de entre 6 y 59 meses padecerán una
forma de malnutrición, potencialmente mortal, que provoca una delgadez y
debilidad extremas, en seis países del Sahel.
Una situación que pondrá en peligro la vida de al
menos 900.000 niños, advierte un grupo de trabajo sobre nutrición de África
Occidental y Central –que reúne a varias agencias de Naciones Unidas, entre
ellas Unicef, y organizaciones no gubernamentales específicas-, que pide a los donantes que aumenten
urgentemente su apoyo en respuesta a las necesidades nutricionales inmediatas
de los niños afectados
Marie-Pierre Poirier, directora regional del Fondo de
la Onu para la infancia en esa zona del continente africano, destaca que "a medida que los
conflictos, la inseguridad, la crisis socioeconómica y los fenómenos climáticos
extremos recurrentes en la región siguen deteriorando y agravando la nutrición
de los niños, tenemos que recurrir a un " funcionamiento inusual "
para abordar sus necesidades de manera sostenible".
Esta funcionaria ha explicado que, aunque el acceso al
tratamiento de los menores sigue siendo un imperativo para salvar las vidas de
los niños más gravemente afectados, se ha de cambiar el criterio y centrarse en aumentar las actuaciones de
prevención de la desnutrición, especialmente en los lugares más afectados:“Ha
llegado el momento de tratar con decisión y urgencia las causas profundas de la
malnutrición infantil en la región. Las repetidas crisis durante la última
década nos obligan a redoblar los esfuerzos y a aprovechar las oportunidades
para replantear (el tema de) la nutrición con los Gobiernos y con el apoyo
esencial de los donantes, de manera que, entre todos consigamos situar a la
región en la dirección correcta para la protección de todos los niños contra la
malnutrición".
Para lograrlo, Poirier señala que es necesario un
enfoque multisectorial que aborde las múltiples vulnerabilidades subyacentes, como
la inseguridad alimentaria, las prácticas inadecuadas de alimentación y cuidado
de los bebés y los niños pequeños, la nutrición materna incorrecta, la alta
incidencia de las enfermedades infantiles, el acceso inapropiado al agua. el saneamiento y los servicios de salud, el
género y otras normas sociales; todo ello interviniendo en un terreno marcado
por la pobreza generalizada.
Poirier considera que “para romper el ciclo intergeneracional de la malnutrición es imprescindible
centrarse en las adolescentes”, para lo cual es necesario contar con los
recursos económicos que garanticen una respuesta eficaz y oportuna.
Para solucionar los problemas económicos de forma
sostenible se necesitan inversiones flexibles y a largo plazo en materia de
alimentación, lo que debería implicar un aumento de las inversiones nacionales
por parte de los gobiernos. Sin embargo, la coyuntura actual se ha visto
complicada causa de la guerra en Ucrania, según Mamadou Diop, representante para Africa occidental y Central
de la organización no gubernamental Acción contra el hambre: “La crisis
ucraniana está provocando una inflación de los precios de los alimentos,
aumentando la presión sobre las poblaciones ya fuertemente impactadas por las
crisis: si no actuamos ahora en todos los puntos conflictivos nos acercamos a
una grave inseguridad alimentaria y nutricional",
En los últimos tres años, el aumento de los ataques
armados contra comunidades, escuelas, centros de salud y otras instituciones e
infraestructuras públicas, ha interrumpido el acceso a los medios de
subsistencia y a los servicios básicos, como la educación y la atención
sanitaria.
La inseguridad y los fenómenos climáticos adversos
agravan aún más una situación ya frágil y precaria, provocando desplazamientos
masivos de población. A finales de 2021 había más de 2,5 millones de
desplazados internos en el Sahel Central.
Además, la pandemia de Covid-19 continúa teniendo
efectos adversos en las formas de vida de las familias, así como en los
sistemas alimentarios, sanitarios, educativos y de protección social).
Por si todos elementos citados fueran pocos, las
estimaciones de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura advierten que la crisis en Ucrania podría provocar una reducción prolongada de las exportaciones
de alimentos y aumentar el número de personas desnutridas en el
África subsahariana.
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