miércoles, 27 de abril de 2022

Los oligarcas rusos se suicidan

En su edición del pasado mes de abril, la revista estadounidense Newsweek se pregunta acerca de las inexplicables muertes de varios oligarcas rusos,  ocurridas en las últimas semanas, desde el inicio de la invasión de Ucrania y, lo más sorprendente, en circunstancias siempre parecidas.

Varios empresarios rusos del sector de la energía han aparecido recientemente muertos en sus residencias habituales; se trata de suficientes casos como para dudar de que puede tratarse de una simple e inquietante coincidencia, más allá de que se trata de personajes que, en algún momento, se has mostrado abiertamente contrarios a la invasión rusa de Ucrania.

Empezando por el último, Sergey Protosenya, de 55 años, apareció ahorcado el pasado 19 de abril en su domicilio de Lloret de Mar (Barcelona). Los cuerpos de su mujer, Natalia,  y su hija, María, con evidentes agresiones efectuadas con arma blanca, se encontraban también en el interior de la propiedad, donde la policía encontró un hacha y un cuchillo manchados de sangre.

Sergey Protosenya, era vicepresidente de la sociedad Novatek, una de las mayores compañías privadas de distribución de gas en Rusia, desde hace siete años. Graduado en Ingeniería Civil por la universidad de Moscú, su fortuna se estimaba en unos 440 millones de dólares. De origen ruso, residía habitualmente con su familia en Francia, a pesar de estar empadronados en el chalet que tenía como segunda residencia en Lloret de Mar, donde la familia solía pasar las vacaciones. Fue el hijo adolescente de la pareja quien, desde Francia, avisó de que intentaba contactar con el resto de la familia, sin obtener respuesta.

Novatek, la compañía en la que Protosenya ocupaba un alto cargo, ha emitido un seco comunicado en relación con el supuesto suicidio de su dirigente: “Desgraciadamente, en los medios se están produciendo especulaciones que no guardan ninguna relación con la realidad”.

La víspera, el 18 de abril, apareció el cuerpo sin vida de Vadislav Avayev, de 51 años, ex funcionario del Kremlin con Putin y antiguo vicepresidente de Gazxprombank, banco privado ruso controlado totalmente por la empresa pública Gazprom,  en el apartamento familiar en Moscú. El muerto llevaba un arma en la mano. Al parecer, también había matado a su mujer y a su hija. El comentario de portavoces oficiales ha sido que “parece tratarse de un suicidio precedido de un crimen pasional”.  

Igualmente parece tratarse de un suicidio, precedido del asesinato a cuchilladas de tres miembros más de la familia, en el caso de Vasily Melnikov, de 43 años. El cadáver del presidente de la farmacéutica Medstrom apareció el pasado 24 de marzo de 2022 en la lujosa residencia familiar de  Nijni Novgorod. Para los encargados de la investigación, el elemento desencadenante del asesinato de la mujer y dos hijos de Melkinov, y su posterior suicidio, hay que buscarlo en la situación económica en que se encontraba su empresa como consecuencia de las sanciones económicas impuestas a los medios financieros rusos por la comunidad internacional. Según el medio ucraniano Galvered « La empresa del multimillonario estaba al borde de la quiebra a causa de sanciones impuestas al país agresor (Rusia) tras su invasión generalizada de Ucrania”.  

Hay que reseñar otras dos muertes sospechosas, esta vez ocurridas  a finales del pasado mes de febrero. Mikhail Watford, de 67 años y nacido en 1955 cuando Ucrania era soviética, cuya fortuna procede de negocios con el petróleo y el gas rusos, apareció  ahorcado el 28 de febrero, en el garaje de su domicilio de Portnall Drive, Wentworth, en el  Reino Unido, donde residía desde el año 2000 junto a su mujer, estonia de nombre Jane. Según una reseña de 2015 del dominical Sunday Times, al trasladar su domicilio al Reino Unidos cambió su apellido, que anteriormente era Tolstosheya.

 También los oligarcas Alexander Tulyakov y Leonid Shulman aparecieron muertos a principios de 2022 en sus respectivos apartamentos, cerca de San Petersburgo. Ambos habían ocupado cargos dirigentes en la empresa pública rusa Gazprom, y en ambos casos todo coincidía en sugerir que se habían suicidado. Junto al cuerpo de Shulman apareció una nota manuscrita; a Tulyakov lo encontró su pareja, ahorcado en el garaje, según el diario The Mirror.

 

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