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Escolares japonesas, foto Stephanie Hau, Unsplash |
Este viernes, 1
de abril de 2022 desaparece la obligación de que las alumnas de las escuelas japonesas de
Tokio tengan que llevar los cabellos de color negro y las bragas blancas.
A pesar de lo
absurdas que pudieran parecer esas normas, el final de la obligación de que, en
caso de no ser su color natural, las niñas tuvieran que teñirse los cabellos de
negro, y la posibilidad de que puedan llevar ropa interior de colores, supone un
gran paso en la rigidez de las escuelas japonesas, especialistas en imponer
reglas restrictivas de la libertad de las alumnas, y sus familias.
Desde la década de
1970, los establecimientos escolares japoneses se han venido rigiendo por una
serie de normas muy estrictas, llamadas buraku kosoku. Las repetidas
quejas de padres y alumnas, que llevan muchos años produciéndose, han
conseguido que en el pasado mes de marzo el Consejo de Educación de Tokio
decidiera dejar sin efecto, a partir del 1 de abril, una parte de esas reglas, medida que afecta a
cerca de doscientos institutos públicos de la capital japonesa.
La información,
publicada en el mensual gratuito de Montreal Vice (https://www.vice.com/en/article/akv8b8/japan-schools-drop-hair-underwear-colors-rules),
incluye unas declaraciones de una adolescente llamada Chise Ida, recién
diplomada en la Tokyo Metropolitan Kokusai Hogh School: “Es formidable que por
fin nos estemos poniendo al día con nuestra época”, piensa la joven.
Ahora, además de suprimir las
restricciones que existúan sobre el color del pelo y de la ropa interior, las
escuelas han ampliado también la longitud de los cabellos de sus alumnas. Siguen,
sin embargo, en vigor otras normas como la prohibición de llevarlos sujetos en « cola
de caballo », por considerar que la vista de la nuca femenina es demasiado
excitante para los adolescentes del género masculino, y la relativa a la
longitud de la falda del uniforme escolar.
Las protestas
contra las buraku kosoku se han multiplicado en los últimos años.
En 2017, una alumna de un instituto del sur de la prefectura de Osaka denuncio
a su escuela acusándola de haberle causado un estrés mental. La chica había
dejado de teñirse el pelo –que tenía castaño- de negro y, tras una verificación llevada a
cabo por la administración del centro sobre el tono de sus raíces, fue
expulsada de la escuela Tras el aumento de las protestas, el Consejo de
Educación de Tokyo pidió a las escuelas que comprobaran si las reglas eran
realmente necesarias y, tras la celebración de consultas y asambleas, llegaron
a la conclusión de que había llegado el momento de empezar a abrir la mano,
cosa que por otra parte ya llevan tiempo haciendo las escuelas –menos vigiladas
por las autoridades- de muchos pueblos y ciudades pequeñas de Japón.
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