viernes, 16 de mayo de 2014

El máximo común divisor




Como cada vez que se acerca una elección se me revuelven las tripas pensando en lo que podría haber sido y, a este paso, no será nunca. Una vez más, la izquierda atomizada es incapaz de hacer una alianza –aunque sea temporal- y presentar un frente unido a la derecha ultraliberal, recalcitrante e insensible a los problemas de los trabajadores, los parados, las clases populares, la clase media, los jubilados que para su mala suerte ahorra tienen más expectativas de vida, los jóvenes que para su desgracia han nacido en su tiempo sin futuro…

De nuevo ha funcionado el mayor común divisor de la izquierda, de todas las izquierdas: su incapacidad para mirar más allá del propio ombligo, su defensa a ultranza de las cada vez más exiguas poltronas que ocupan (lo que, no nos engañemos, significa, lo mismo que para la derecha, poder –aunque en su caso no sea mucho y cada vez genere menos erótica-, y un sueldo seguro).

El día 25 nos vamos a enfrentar otra vez a esa situación –no por conocida menos dolorosa- de ver como se ha desperdigado el voto de la izquierda. Solo se me ocurre recurrir al tópico: los que no aprenden de sus errores están condenados a repetirlos. ¿Nos hemos vuelto masoquistas?

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