lunes, 26 de mayo de 2014

Daniel Cohn-Bendit, despedida y cierre con promesa de volver



Daniel Cohn-Bendit, Dany para amigos y enemigos desde 1968, el militante de todos los colores -Dany el Rojo en aquella lejanísima primera juventud, Dany el Negro en sus años anarquistas-, ha cumplido la promesa que hizo cuando, como Dany el Verde, consiguió en las elecciones generales francesas de 2009 un inesperado 16% de votos con la candidatura de Europe Ecologie Les Verts (EELV), y ha escenificado su retirada de la política profesional no sin el sentido del humor que ha caracterizado algunas de sus actuaciones “históricas”.

Franco-alemán nacido en Francia de padres alemanes judíos y antinazis, recién cumplidos 69 años Dany deja el escaño de Bruselas como la superstar mediática que ha sido desde aquellas primeras imágenes, publicadas en el diario Le Monde el 28 de enero de 1968 cuando, desde la facultad de sociología de Nanterre, el joven pelirrojo hacía su entrada en la Historia al dirigirse al ministro de Juventud y Deportes de la época, François Missofe (llegado para inaugurar la piscina del centro), a propósito de un informe sobre la juventud, realizado por el ministerio: “¡400 páginas sobre la juventud y ni una palabra sobre sexualidad, señor ministro!”. El decano Pierre Grappin pidió que se le expulsara de territorio francés; su abogado, el “gaullista de izquierda” François Sarda, escribió al ministro explicando que se había producido un malentendido y éste acabó invitando a Dany a ir a hablar con él sobre los problemas de la juventud, poniendo fin al incidente.



Lo siguiente fue una manifestación multitudinaria el 20 de marzo en París contra la guerra de Vietnam, el nacimiento del “Movimiento 22 de marzo”, su participación en la manifestación organizada aquel 1º de mayo por la CGT (Confédératión Général du Travail), y la concentración de estudiantes el 3 de mayo en el patio de entrada a La Sorbona. El 6 de mayo se le sometió a un consejo de disciplina en la universidad y de ese día es la célebre foto de “Dany sonriendo insolentemente en las narices de los CRS” (Compagnies républicaines de sécurité) que dio la vuelta al mundo. Había empezado el “mayo francés” y había nacido un incansable activista político.

Para esta despedida de ahora, que lleva anexa una promesa de volver (“Si la elección de 2019 se celebra por sufragio universal, prometo presentar mi candidatura a la presidencia de la Comisión Europea”), los amigos ecologistas de Dany escenificaron el jueves 22 de mayo de 2014, con luz y taquígrafos y como último acto de la campaña europea de EELV, un juicio en el que le han condenado por “no asistencia a Europa en peligro”. El juez fue la ex candidata presidencial francesa Eva Joly, el fiscal el candidato verde a la presidencia europea Jose Bové y entre los testigos de cargo la recién dimitida ministra francesa de la Vivienda, Cécile Duflot, que a la hora de intervenir cambió de bando: “Si Europa avanza es gracias a militantes como él”. Después, cantaron juntos el Himno a la alegría en alemán, olvidando viejas rencillas.

Con ese mismo sentido del humor, cuando en 2010 se recuperó de la operación de un nódulo canceroso, decía: “A los 68 años seré uno de los de mayo del 68, un auténtico, consumado, hecho y derecho chico del 68”. Más tarde, anunciaba su retirada matizando: “Pero todo eso no es más que un sueño. El fantasma de un adiós. No me siento capaz de llevar a cabo una campaña europea que exige una agotadora presencia física e intelectual por todo el continente”.

En el libro interrogativo “¿Para suprimir los partidos políticos? Reflexiones de un apátrida sin partido” (Indigéne Editions, Francia; Ediciones La Catarata, España), un opúsculo de 40 páginas publicado en 2013, habla de la necesidad de que emerjan nuevas formas de actuación colectiva y la repetida desilusión que le ha causado su militancia partidista, especialmente la última porque ha comprobado que, en contra de sus deseos, “al final, Europe Ecologie-Les Verts se comporta como ‘un partido normal’, ansioso de poder y de figurar” en el reparto de la tarta gubernamental, aunque sea a costa de renegar de algunos principios como su tradicional oposición a la ratificación del Pacto presupuestario europeo.

Daniel Cohn-Bendit es ahora un interesante y muy simpático abuelo canoso, siempre provocador, que pone un digno punto y seguido a más de cuarenta años de compromiso político, y más de veinte de política “oficial”, iniciados cuando era un estudiante de sociología y prolongados en su paso por la enseñanza como educador en una guardería, el trabajo como empleado en la librería parisina Karl Marx, el exilio en Alemania cuando le prohibieron la entrada en Francia, su faceta de periodista en una revista ligada a los medios anarquistas franceses y, finalmente, la ruptura con el anarquismo, la participación en la campaña del cómico Coluche –fundador de los Restaurantes del Corazón, un lugar donde comen a diario miles de desheredados- para la presidencia francesa, la entrada en el Parlamento europeo con el grupo de los verdes alemanes y la fundación en 2009 del grupo Europe Ecologie-Les Verts. Lo siguiente es que se marcha a Brasil a realizar un documental sobre el mundial de fútbol para el canal franco-alemán ARTE.

Entre los libros de obligada lectura para la generación que vivimos en primera persona, y en distintos lugares del mundo, los acontecimientos de mayo del 68, están “El izquierdismo, remedio a la enfermedad senil del comunismo” y “Nosotros que amamos tanto la revolución”, firmados ambos por el pelirrojo europeo más célebre del siglo XX -el primero escrito a cuatro manos con su hermano Gabriel -, antes libertario y hoy defensor de una Europa federal, siempre culo de mal asiento y azote de los partidos “establecidos” y los políticos que se llaman de izquierda a quienes no reprocha que “sean socialdemócratas que llegan a componendas con la sociedad, los sindicatos y la patronal”, sino que funcionen “ con el disco duro de otro siglo”.



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