El
viernes 9 de mayo de 2014, Amnistía Internacional (AI) ha asegurado que los
responsables de seguridad de Nigeria sabía de antemano que los terroristas
islamistas de la secta Boko Haram pensaban atacar un internado de niñas en el
norte del país y no hicieron nada para impedir la agresión que se saldó con el
secuestro de unas 300 adolescentes el 14 de abril, de las que más de 260
continúan en manos de sus raptores quienes, por otra parte y después de
asegurar en un vídeo que se ha visto en todo el mundo que el Islam considera a
las mujeres seres inferiores, han amenazado con vender a las niñas como
esclavas sexuales o casarlas a la fuerza.
Resulta
muy difícil de tragar que en pleno siglo XXI y con todas las innovaciones
tecnológicas en materia de armamento y logística, casi trescientas niñas, como
si fueran invisibles, lleven un mes secuestradas en algún lugar de ninguna
parte entre Nigeria y Camerún, sin que hasta el momento se haya producido una
respuesta, no solo nacional sino sobre todo internacional. Los países
occidentales, tan dados a intervenir en situaciones conflictivas de otros
lugares cuando peligran sus intereses estratégicos o económicos, abandonan a su
suerte a varios cientos de adolescentes, sabiendo que se encuentran en manos de
hombres sin escrúpulos que, con la coartada de una religión manipulada, pueden
abusar de ellas, esclavizarlas, violarlas e incluso matarlas. Y seguramente lo
están haciendo.
AI,
organización humanitaria de defensa de los derechos fundamentales y denuncia de
las exacciones que a diario se cometen en todos los países del planeta, asegura
haber efectuado entrevistas con « múltiples fuentes creíbles” y asegura
que las fuerzas armadas nigerianas supieron, con cuatro horas de antelación,
que las guerrillas de Boko Haram planeaban el ataque al internado de la escuela
secundaria de Chibok. Amnistía asegura que lo que impidió que el ejército
nigeriano actuara en el momento fue su incapacidad para reunir a las tropas a
tiempo y el temor a enfrentarse con los rebeldes, mucho mejor equipados.
«El
secuestro se podía haber evitado », ha manifestado la portavoz de AI
Susanna Flood. En la noche del 14 de abril, y mientras dormían en el internado,
fueron secuestradas 300 adolescentes nigerianas, 53 de las cuales consiguieron
escapar escondiéndose en el edificio o saltando de los camiones en marcha.
Altos responsables de las fuerzas armadas nigerianas han declarado a AI que
estaban al corriente de que iba a producirse el ataque de Chibok, porque les
habían alertado las patrullas civiles del pueblo vecino de Gagilam.
Después
del rapto de las niñas, los extremistas de Boko Haram, que no esconden su
intención de implantar la “ley islámica” en la zona nordeste de Nigeria, bajo
su influencia, han continuado atacando objetivos: en los primeros días de mayo
bombardearon el puente que unía la ciudad de Gamboru con Maiduguri, capital del
estado de Borno y sede de la ofensiva militar nigeriana contra las guerrillas
islámicas. El ataque arrojó un saldo de entre 100 y 300 muertos, según las
fuentes. Al mismo tiempo se llevó a cabo un nuevo secuestro de otras ocho
adolescentes.
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