Si,
pongamos por caso, usted se encuentra de vacaciones en París y está en disposición
de gastarse lo que no está escrito en un almuerzo con vistas al Sacré-Cœur
pero, por lo que sea (una noche de amor de las que dejan huella, por ejemplo),
se ha levantado con ojeras y cara de acelga, mejor que deje para otro momento
el piscolabis que se había prometido en el restaurante Georges del Centro
Pompidou (distrito 4, también conocido como Beaubourg). En Georges, las mesas
no se adjudican por orden de llegada sino de acuerdo con el físico de los
clientes, según un artículo publicado el 6 de noviembre de 2013 en el semanario
francés Le Canard Enchainé.
El
testimonio de unas antiguas camareras del muy chic establecimiento situado en
la sexta planta del Museo Nacional de Arte Moderno confirma que el personal ha
recibido la consigna de colocar a los clientes “feos” al fondo de la sala y
dejar las mesas de delante para los “guapos”.
Salvo…salvo
que el feo sea una estrella del cine, la canción, los negocios o la política:
en ese caso, el maitre y su ejército de camareros deben hacer abstracción de
sus reglas estéticas y buscarles la mejor mesa, la que mejor se ve al entrar.
En el artículo del Canard Enchainé,
titulado “Los guapos delante, los feos detrás”, dos ex camareras del
restaurante Georges, cuentan cómo se “selecciona”: los feos “son
imperativamente colocados en los rincones, donde se les vea lo menos posible”.
Por lo visto, a veces es el propio dueño del local, Gilbert Costes, quien acude
a echar un vistazo y recuerda la consigna: “repite machaconamente los
principios de la casa, de los que se siente muy orgulloso porque es quien lo ha
inventado”.
Cuando
la publicación se ha dirigido a uno de los responsables del restaurante, no lo
ha desmentido aunque ha contestado con un brindis al sol: “Resulta complicado
contestar a eso”. Ante las preguntas del diario Le Parisien, que ha
retomado la información, la dirección del Grupo Costes se ha negado a hacer
ningún comentario.
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