Las
autoridades iraníes retienen desde el mes de octubre de 2013 el pasaporte del
realizador Mohammad Rasoulof, quien actualmente vive en Alemania y es autor de
la película Les Manuscrits ne brûlent pas (Los manuscritos no queman).
Rasoulof
viajó a su país de origen con la intención de permanecer solo unos días y, para
su sorpresa, la policía le ha quitado el pasaporte y le ha prohibido salir del
país, según cuenta Pierre Haski en el digital francés Rue 89.
La
película, en cuyos créditos aparece únicamente el nombre del realizador, fue
presentada en mayo de 2013 en la sección Un certain regard, del Festival
de Cannes, y, según Haski, es “el equivalente para Irán de lo que fue La
confesión, de Costa-Gavras, para el estalinismo, o La Vida de los otros, de
Florian von Donnersmarck, para la extinta RDA: la película más directa, la más
contundente nunca realizada sobre el régimen de terror de los mulás”.
Los
manuscritos no queman ha sido presentada el 11 de noviembre en el Foro de las Imágenes de la ciudad de
París por cuatro actores iraníes, “únicamente identificados por su nombre de
pila: el resto del equipo –actores, técnicos, etc.- es anónimo, especialmente
quienes participaron en el rodaje clandestino en Irán”. Está basada en una
historia real de los años 1990, cuando un autobús cargado de escritores iraníes
que iban a Armenia tuvo un accidente en las montañas del norte del país; los
rumores apuntaron a la intencionalidad del suceso “destinado a borrar una parte
considerable de la intelectualidad contestataria”, lo que no fue el caso. En la
narración reconstruida por Mohammad Rasoulof se explica que, tras el fracaso
del accidente, la policía iraní intentó eliminar, uno tras otro, a los 21
escritores que hacían el viaje.
Rasoulof,
de 40 años, quien vive con su familia en Alemania, en 2010 estuvo encarcelado
en Irán junto a otro conocido realizador, Jafar Panahi. Es autor de media
docena de películas, entre ellas La parábola y Au revoir.
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