Memoria
de mis putas tristes, película que se estrena en España el 17 de enero de 2014,
dirigida por el octogenario (84) realizador danés Henning Carlsen (quien en
1968 sucedió a Carl Theodor Dreyer en la dirección del Dagmar Theatret de
Copenhague) y basada en una novela escrita en 2004 por el también octogenario
(86) Gabriel García Márquez, prometía mucho más a juzgar por el título; pero ya
sabemos que el colombiano, además de un escritor enorme, es un maestro a la
hora de encontrar títulos para sus obras.
¿Por
qué insisto en la edad de los dos creadores? Porque seguramente habrá que
llegar a sus años, y naturalmente ser hombre, para imaginar que otro de su
especie, en este caso un periodista retirado desde mucho tiempo atrás, decida
“regalarse” una virgen de 14 años para celebrar su 90 cumpleaños, a sabiendas
de que se trata de pederastia y violación, y de que… ni con un frasco entero de
viagra. No es moralina, que no es mi estilo, pero me afecta muy negativamente
que, con la excusa del arte, se promocionen conductas de abuso de poder, compra
de sexo, perversión de menores… y alguna otra más. No estoy escandalizada,
estoy decepcionada.
Esta
historia no es amoral, lo que justificaría su existencia; es profundamente
inmoral, se mire como se mire y no se justifica ni siquiera por la
interpretación de sus protagonistas porque da espanto imaginar a la adolescente
manoseada por Emilio Echevarría y Geraldine Chaplin está más histriónica que
nunca; además, nadie que se llame Rosa Cabarcas puede expresarse en un
castellano tan espantoso.
La
película, que hace la número 23 de las realizadas por Carlsen, quien escribió
el guión junto con otro grande del cine, Jean-Claude Carrière, el guionista
preferido de Buñuel y también su biógrafo, y a quien hay que reconocer la
belleza plástica de muchas escenas, vio interrumpido el rodaje por
intervención de la Coalición mexicana contra el comercio de mujeres, y tuvo que
terminarse en secreto.
De
todas maneras, lo que ocurre con la adaptación al cine de las novelas de García
Márquez es como una maldición porque al parecer no ha nacido todavía el
director capaz de traducir en imágenes toda la magia que destilan las palabras
de sus libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario