domingo, 31 de marzo de 2013

El sentido de un final, sobre el tiempo, el suicidio y la memoria



Después de la ruptura se acostó conmigo”. Una manera un tanto original de enfocar la existencia y dar comienzo a una historia que discurre por los recovecos de la memoria, desde los años 1960 hasta nuestros días, y que nos habla de un hombre tranquilo, en el buen sentido, que siempre se ha empeñado en aceptar las cosas como venían, adecuándose a ellas lo que no es igual a resignarse, pero resistiéndose a dar el paso siguiente, el que podría sacarle de la comodidad adquirida. Es la evocación de los años de estudiante, el primer amor, la pandilla de amigos y la posterior separación cuando cada cual emprende su propio camino, separado y al margen del resto. Y son los recuerdos y la memoria selectiva quienes dictan el relato.

Lúcido, tierno, melancólico, El sentido de un final es un largo e inteligente ejercicio de reflexión sobre el tiempo, la historia -“la Historia son los sueños de los vencedores (…) para unos, los demás ven en ella los recuerdos de los supervivientes” - y la memoria –“Lo que finalmente permanece en la memoria lo no es siempre lo que uno ha presenciado”- que lleva al lector a acompañar al autor en la búsqueda de respuestas a un  puñado de preguntas existenciales sobre la condición humana, el derecho de las personas a decidir sobre su vida lo mismo que deciden sobre su cuerpo, qué versiones de la realidad elegimos a la hora de recordar o, lo que es igual, hasta qué punto dejamos que nos traicione la memoria y nos fabrique recuerdos que no son más que mentiras y “actúan como paliativos”, qué es la responsabilidad, y donde se ubica la línea que separa realidad y ficción y que, finalmente, acaba dando sentido a una vida.

A raíz de la recepción del correo de un abogado, quien le comunica que una mujer que conoció en su juventud y con la que únicamente habló una noche le ha dejado en herencia 500 libras y el diario de un compañero de aquellos años, que acabó suicidándose después , el relato El sentido de un final, del británico Julian Barnes, nos sitúa frente a una enigmática historia de reflexión sobre el amor y el tiempo protagonizada por un hombre sexagenario enfrentado a sus recuerdos y a sus sentimientos “como una sonata de otoño en la que, más melancólico que nunca, Barnes destila su desconcierto con el estremecimiento de una prosa chejoviana” (André Clavel, L’Express).

Galardonada con el más prestigioso de los premios literarios ingleses, el Man Booker Prize en 2011, El sentido de un final es también una historia de amores - porque el amor es siempre plural-, divertida y sutil como son los sentimientos amorosos, que empieza como una novela policíaca –planteando un enigma que no se va a resolver hasta el final destapando una verdad totalmente inesperada- y continúa prácticamente como un tratado de filosofía en el que van apareciendo las preguntas –algo como “a la búsqueda y el encuentro del tiempo perdido”- y algunas de las respuestas. Una historia escrita por un escritor que envejece (Barnes tiene 67 años) quien confiesa que envejecer también tiene sus ventajas: “Y gracias a la experiencia uno comprende hasta qué punto la vida se toma a veces su tiempo para llevar a cabo la revancha (…) Cuando Tony (el protagonista de la novela) canta por primera vez Time I On My Side (El tiempo está de mi parte) siente que al final las cosas le irán bien. Mas tarde se da cuenta de que el tiempo no siempre está del lado de la gente, y que puede llegar a ser tanto tu amigo como tu enemigo”.

Julian Barnes (Leicester, 1946), trabajó como lexicógrafo, crítico cinematográfico y editor literario antes de dedicarse únicamente a la creación literaria. Es autor de más de una treintena de libros, algunos de ellos firmados con el pseudónimo Dan Kavanagh; entre otros Una historia del mundo en diez capítulos y medio (Premio Fémina 1997 a la mejor novela extranjera publicada en Francia), Inglaterra, Inglatera, La mesa limón, Arthur & George, El perfeccionista en la cocina y el libro de memorias Nada que temer, todas ellas traducidas al castellano.

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