martes, 26 de marzo de 2013

Grandes esperanzas, un clásico con pocas novedades



En el marco de las conmemoraciones del 200 aniversario del nacimiento de Charles Dickens (1812), el realizador británico Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral, Harry Potter y el cáliz de fuego, La sonrisa de Mona Lisa), dirigió el año pasado Grandes Esperanzas (Great Expectations), basada en una de las novelas más conocidas de uno de los más célebres escritores ingleses, famoso por sus relatos de denuncia social, especialmente los centrados en personajes infantiles, pobres y huérfanos.

En este caso, se trata de la historia de Pip, un aprendiz de forjador, que improvisamente recibe una fortuna, legado de un benefactor anónimo y que, durante la mayor parte de su vida, Pip atribuye a la generosidad de Mis Havisham, una extraña anciana que vive recluida en su mansión desde que fue abandonada por su novio, allá en su juventud. Moviéndose en la sociedad londinense como un caballero, Pip usa su nueva posición para seducir a la hermosa Estella, una heredera a la que ama desde la niñez. Sin embargo, la terrible verdad detrás de su gran fortuna tendrá consecuencias devastadoras para todo lo que ama.

Tiene como principales protagonistas a Jeremy Irvine (Wahorse, The Railway Man), Ralph Fiennes (La lista de Schlinder, El paciente inglés, El jardinero fiel) y Helena Bonham  Carter (La novia cadáver, Charlie y la fábrica de chocolate y, muy recientemente, Los miserables), y llega a las pantallas españolas el 27 de marzo de 2013 como uno de los platos fuertes de las vacaciones de semana santa.

La novela de Dickens Las Grandes esperanzas ha conocido ya al menos una decena de adaptaciones, tanto en el teatro como en la gran y la pequeña pantalla. Me temo que ésta enésima versión, ambientada en el  Londres victoriano con sus lujosas residencias burguesas y sus lúgubres habitaciones donde malviven obreros, mendigos y prostitutas -en callejones siniestros propicios a apariciones de los diferentes jack destripadores de otros relatos de la época- ofrece pocos aspectos novedosos, incluso desde el punto de vista estilístico porque toda la narración peca de académica y la verdad es que tiene todo el aspecto de ser una película de encargo. Según la crítica británica, que sin duda es la que mejor conoce a sus clásicos, Nevell ha hecho un trabajo de calidad “aunque no ha conseguido hacer olvidar anteriores versiones de la novela de Dickens, tanto en el cine como en la televisión. No llega, por ejemplo, a estar a la altura de la primera (y la mejor) adaptación firmada por Dabvid Lean en 1946, con John  Mills y Alec Guinnes, o la mini serie más reciente de Brian Kirk, con Gillian Anderson y Ray Winstone”, y los tres actores protagonistas se han esforzado notablemente: Bonham Carter revisitando también por enésima vez ese personaje de mujer mitad excéntrica, mitad bruja, que se ha convertido en uno de sus papeles recurrentes.

 

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