martes, 5 de marzo de 2013

Las flores de la guerra, película de amor, guerra y propaganda



El 13 de diciembre de 1937, la ciudad china de Nanking cae en manos de las tropas invasoras japonesas. Entre los escombros, un estadounidense alcohólico se abre camino para llegar hasta  un convento, conocido en la zona como Winchester Cathedral, donde le esperan para enterrar al sacerdote recientemente fallecido. Solo que cuando consigue llegar el cuerpo del cura ha desaparecido, pulverizado en una explosión, y lo que encuentra es un grupo de colegialas preadolescentes despavoridas.

Adaptación de la novela Las 13 mujeres de Nanking, escrita por Yan Geling, Las flores de las guerra, que presume de ser una de las películas más caras de la cinematografía china actual, es un drama de guerra muy convencional realizado por Zhang Yimou e interpretada por Christian Bale y dos estrellas locales, Xinyi Zhang y Tiangyuan Huang. Se estrena en España el 8 de marzo de 2013.

Después de que un escuadrón de soldados chinos arriesguen, y pierdan, la vida para defender a las colegialas, la llegada de un batallón japonés representa un peligro doble para las niñas: algunas morirán intentando escapar y otras irán destinadas al entretenimiento de la tropa invasora… La intervención de un grupo de prostitutas, refugiadas de última hora en el convento, cambiará el destino que les esperaba.
Película de “propaganda histórico-heroica” (Abus de cinema.com), Las flores de la guerra es una especie de parábola en la que “las malas” no lo son tanto y se sacrifican por “las buenas”; pero no solamente ellas: en los intento para evitar que las niñas acaben violadas y masacradas por los “sádicos y gélidos soldados japoneses” participan todos los personajes que desfilan por la pantalla: desde el americano arribista que en principio iba únicamente a efectuar un trabajo de maquillador de muertos, cobrar y marcharse, hasta una especie de monaguillo –huérfano recogido por el sacerdote fallecido- única compañía que les queda a las colegialas, pasando por las generosas y sentimentales prostitutas y el padre de una de las niñas que se convierte en traidor para salvarla.

El director –quien asegura que incluso en los peores lugares puede encontrarse alguna clase de belleza- se recrea en las múltiples escenas de combates y torturas, todas plagadas de heridos y muertes particularmente violentas, magnifica los personajes femeninos y transforma el todo en secuencias llenas de colores, un efecto que producen a medias los vitrales de la catedral y las explosiones.

La historia mezcla guerra, heroísmo y amor, canta las glorias de la nación China y muestra detalladamente como los soldados japoneses se recrean en las escenas de muerte y violación. Para narrarlo, el más célebre de los realizadores chinos ha confeccionado un guión al estilo del Hollywood más clásico, con unos decorados de fábula, en el sentido más literal, e incluso un actor con categoría de estrella internacional; con todo ello aspiraba a conseguir el Oscar que no ha logrado porque, no sé lo que habrán pensado los chinos pero fuera de su país esta película ha dejado más bien fríos a los espectadores mientras los críticos – recordando anteriores logros de Zhan, como Héroe o Sorgo Rojo- han considerado el guión “artificial y poco convincente” y el mensaje “pura propaganda: Si la Warner Bross hubiera producido una película con este guión en 1942 habría conseguido una propaganda anti-japonesa eficaz, y de paso un drama absorbente. Hoy todo esto parece una bobada”, ha sentenciado el semanario Hollywood Reporter. “La película se apoya en el nacionalismo y está saturada de una fiebre patriótica típica de la visión que el cine chino tiene de los períodos emotivos de su historia nacional”, sentencia un comentario de la agencia británica Reuters.

 

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