lunes, 1 de abril de 2013

Efectos secundarios: la industria farmacéutica al desnudo



Jon Banks es un ambicioso psiquiatra. Cuando receta un medicamento nuevo contra la depresión a su joven paciente, Emilie, empieza un proceso de efectos secundarios del fármaco que amenaza con cargarse la reputación, e incluso alterar  la vida de todos los implicados…

Dirigida por Steven Soderbergh (realizador de culto en películas como Sexo, mentiras y cintas de vídeo o Erin Brokovich, de exitazos de taquilla como Ocean’s Eleven y ganador de un Oscar por Traffic) y protagonizada por Jude Law ( el guapo de ojos azules de “Contagio” y “Sherlock Holmes”), Rooney Mara (la increíble hacker de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres), Catherine Zeta-Jones (La trama, Un buen partido) y Channing Tatum (Magic Mike,), Efectos secundarios es un thriller psicológico sobre la perversión de la industria farmacéutica que se estrena en los cines españoles el 5 de abril de 2013. Una película que, según Soderbergh surgió como un reemplazo “porque se suspendió la versión que estábamos haciendo de The Man From U.N.C.L.E. (El agente de Cipol).

El interesado mundo de la farmacología funciona en esta película como una caja de sorpresas que, en su interior, esconde no solo una historia de intriga sino “una serie de cosas que están en intersección: la conducta humana y la ley, la psicopatía y los medicamentos”, todo junto e incluso revuelto, representado en la película por una paciente psiquiátrica suicida, su novio ex convicto de guante blanco, el psiquiatra actual de la chica y la ex psiquiatra, “una gélida Cleopatra interpretada por Catherine Zeta-Jones”. Una historia donde los personajes pueden no ser lo que parecían al principio, sus intenciones pueden esconder otras menos manifiestas, sus gestos pueden interpretarse de diferentes maneras… Caja de sorpresas, muñeca rusa, caballo de Troya… Se han usado todas las metáforas.

Un casi clásico thriller freudiano con sus dosis de chantaje, asesinato, negocios sucios y unas gotas de amor lésbico, que es a la vez “un drama médico, un drama judicial, un drama carcelario y un misterioso asesinato” (The Independent), en el sentido de que se conoce al asesino pero se ignoran sus motivos, y que plantea  claramente la relación de dependencia existente entre el ser humano y los medicamentos, “un fenómeno nada sorprendente en un mundo volcado ansiosamente en la búsqueda del éxito, donde todo va cada vez más rápido  y donde siempre parece existir una píldora para la mayoría de los males físicos y psicológicos” (Panorama).

Ante las reiteradas comparaciones con algunos de los mejores filmes firmados por el maestro del género, Soderbergh replica que el modelo de Efectos secundarios no fue tanto Hitchcock como Atracción fatal, “la quintaesencia del thriller de los años 1990: Es más, pensando en voz alta, y a riesgo de equivocarme, puedo decir que esa referencia sí puede ayudar a una especie, si se quiere, de círculo en mi carrera. Me explico: creo que los ’80 fueron una década espantosa para el cine norteamericano, con algunas excepciones que se dieron, en su mayoría dentro del cine independiente… Algo que siempre rescaté de ese torbellino, fueron los thrillers psicológicos. Nunca entendí por qué dejaron de hacerse…”.

Para sorpresa de ese Hollywood que le ha mimado durante veinte años, al presentar la película en el Festival de Berlín 2013 Soderbergh anunció que éste es su último trabajo cinematográfico, que a los 50 años se retira de una industria que le ha premiado y pagado muy bien, porque ya no entiende su trabajo y le parece que ha perdido toda relevancia cultural: “Creo – ha dicho al suplemento cultural Radar del diario argentino Pagina 12- que lo que ha cambiado es la razón por la que la gente va al cine en Estados Unidos. Es un efecto residual del 11-S. Pero nada de esto implica creerme superior o más inteligente que el público hoy. Hoy se buscan escapismos, yo intento buscar otra cosa. Un escapismo no es el demonio, eso seguro. Pero la repetición hace difícil de tolerar cualquier cosa. Esa es la relación que hoy en Estados Unidos se tiene con la cultura…”. Para el futuro inmediato tiene pensado pasar horas en su estudio de pintura en Manhattan y también planea “una obra teatral para el otoño “.


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