“Entre todos los cineastas españoles, solo
Pedro Almodóvar ha estado en Cannes más veces que Jaime Rosales . Casi todas
sus películas han participado en el
festival. La sección Una Cierta Mirada acogió La soledad (2007) y Hermosa juventud (2014), mientras que en la
Quincena de Realizadores se presentaron Las
horas del día (2003), Sueño
y silencio (2012) y ahora ha vuelto con Petra, una absorbente tragedia
griega…” (El Periódico)
También
ha pasado por la sección Perlas del Festival de San Sebastián 2018, pero estar
invitada a los festivales no convierte a una película en necesariamente buena,
aunque es cierto que ayuda para su distribución y, fundamental, para
atraer espectadores.
Petra (Bárbara Lennie), joven pintora, ha crecido sin saber quien su padre. A la
muerte de su madre, y con la pieta que le proporciona una amiga de la difunta,
conoce a Jaume (Joan Botey, un debutante en la gran pantalla de 77 años), un
artista plástico bastante famoso, narcisista y despiadado que disfruta
humillando a las personas que conviven con él; a Marisa, la esposa del “genio”, ambos
adoradores del dinero, y a Lucas, el hijo de la pareja, al que el padre
desprecia porque no sigue sus pasos, y la madre disculpa. No parece haber mucho
feeling, y desde luego ningún amor, en esa familia descoyuntada que
habita un lugar paradisiaco del Ampurdà catalán. La llegada de Petra, en
calidad de becaria para estudiar con el artista, hace aflorar los secretos
familiares, saca a los cadáveres de los armarios y desencadena una violencia,
no por esperada menos traumática.
Cada época tiene sus tics, y en esta parece que
está imponiéndose la vuelta al melodrama (que, leo, fue el primer título que su
autor pensó para “Petra”) , después de haber transitado el minimalismo, la
incomunicación y algunas de las variadas reflexiones sobre la condición humana.
Están muy de moda, en la literatura como en el cine, las historias de jóvenes que deciden buscar a
los progenitores que no conocieron, o que les abandonaron en la infancia. Yo no
he visto “La enfermedad del domingo”, pero sé que en esa película de este año
dirigida por Ramón Salazar, la misma Bárbara Lennie está buscando a su madre.
Sería deseable que a esta actriz no la encasillaran en personajes así, que
empiezan a pasarse de “reales” (mi experiencia me dice que siguen siendo
mayoría quienes, abandonados o adoptados, han asumido que los padres son
quienes te cuidan y ayudan a crecer, y no sienten esa necesidad imperiosa de
recorrer el mundo y sus paisajes en busca de alguien que no te quiso).
Con mucho de folletín y el deseo palpitante de
estar haciendo “cine de autor”, esta “Petra” de Jaime Rosales –que lleva ese
nombre porque a su madre le gustaban “las cosas antiguas”- no es tanto una
reflexión sobre el arte sino una diatriba entre ética y estética, cuando la
ética está desaconsejada, la estética es discutible, como siempre, y el
verdadero objetivo es el vil metal y los privilegios que proporciona a una
burguesía muy asentada que no es capaz de ver llegar la tragedia, muy clásica por
cierto, motivada por las relacione de poder intrínsecas de la familia, que sí
que son tan antiguas como el mundo.
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