Zeinab Sekaanvand |
Era una adolescente sometida a vejaciones y violación cuando, a los 15
años, mató al hombre con quien le habían forzado a casarse. Zeinab Sekaanvand,
iraní de 24 años, ha muerto ahorcada el 2 de octubre de 2018, en la prisión de Urmía, provincia de
Azerbaiyán Occidental (Irán), después de pasar cuatro años
encerrada y de denunciar que también sus carceleros la torturaban y violaban.
Detenida en 2012 y acusada de homicidio en 2014, la joven, encerrada
desde la infancia en un círculo vicioso de brutalidad y abusos sexuales, confesó haber matado a su marido ante la
policía, añadiendo que la agredía verba y físicamente, pero se desdijo ante el juez, declarando que
el asesino era su cuñado, quien también abusó sexualmente de ella en varias
ocasiones.
Para Philip Luther, responsable de la organización humanitaria Amnesty
International (AI), “el hecho de que su condena a muerta fuera la consecuencia
de un juicio manifiestamente injusto hace su ejecución aun más escandalosa” (…)
es una demostración del desprecio que las autoridades iraníes sienten por lo
derechos de las mujeres y los menores”.
Zeinab sería, según las cifras conocidas de uno de los países más
cerrados del mundo, la quinta persona ejecutada desde el comienzo del año que
era menor en el momento en que se produjeron los hechos que le imputaban. Actualmente,
según Mansoureh Mills, investigadora de
AI, hay al menos 88 personas condenadas a muerte por delitos cometidos cuando
tenían menos de 18 años.
Nacida en el noroeste de Irán en una familia kurda iraní muy
conservadora, Sekaanvand tenía 15
años cuando se escapó de su casa para casarse con un hombre llamado Hossein
Sarmadi. Había dicho que veía en el matrimonio la única oportunidad de tener
una vida mejor. Pero su esposo era un hombre violento y pronto aparecieron los
insultos y las agresiones físicas en su relación. Sekaanvand pidió el divorcio
en más de una ocasión, pero su esposo se lo denegó. Intentó volver a casa de sus padres, pero la
habían repudiado por escaparse. Todavía menor, continuó sometida a los abusos
de su esposo y su cuñado. Una vez detenida, y sin acceso a un abogado, confesó
que su cuñado le dijo que si confesaba el crimen la indultaría.
En
Irán, la discriminación contra mujeres y niñas
está profundamente arraigada en el sistema de justicia, lo que a menudo les impide
divorciarse, incluso aunque sean víctimas de violencia en el ámbito familiar.
La legislación permite que, en casos como el de Sekaanvand, la familia de la
víctima pueda indultarla a cambio de una indemnización.
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