domingo, 8 de junio de 2014

Elecciones a la carta en Siria



Un chiste que ha estado circulando por el aire en las últimas semanas de mayo 2014, y que han reproducido algunos conocidos programas de la televisión internacional (occidental, por supuesto), es el que dice: “Confirmado, Bachar al-Assad es el próximo presidente de Siria; ahora ya se pueden abrir los colegios electorales”.

Siguiendo la orden, el martes 3 de junio de 2014 se abrieron los colegios electorales en las regiones controladas (el 40% del territorio) por el muy autoritario régimen, oficialmente republicano de un país arruinado por tres años de guerra, más de 160.000 muertos y alrededor de seis millones de personas, el 30% de la población, desarraigadas (desplazadas, huídas, refugiadas…), para que los sirios pudieran votar y confirmar en su puesto a Bachar al-Assad, 48 años, quien como en las obsoletas monarquías heredó el poder de su padre, fallecido en 2000 después de más de treinta años en la poltrona.

Igual que en las mejores dictaduras, el autoritario presidente de Siria ha conseguido oficialmente “el 88,7%” de los votos de sus ciudadanos, justo cuando el país se adentra en el paisaje apocalíptico del cuarto año de una sangrienta guerra civil que ya está afectando a todo Oriente Medio. Casi el 90% de los sufragios frente a dos opositores “auténticos desconocidos, tanto en el interior como internacionalmente” (Le Monde) –el ex ministro Hasan Abdullah Al Nuri (4,3% de sufragios) y el diputado de izquierda Maher Abdel Hafez Hayar (3,2%)- figurones aupados a última hora por el régimen para dar credibilidad y aires de trasparencia a unos comicios celebrados bajo la estrecha vigilancia de soldados y policías en las calles. Se habían presentado otras veinticuatro candidaturas, que fueron rechazadas.

Según la versión oficial, ha sido la primera elección democrática que se ha celebrado en el país; en realidad, se trataba únicamente de conocer el porcentaje que iba a obtener el presidente para acceder a su tercer mandato.

Mientras tanto, la oposición siria es cada vez más una galaxia de personalidades, grupos y grupúsculos con la mayoría de sus “líderes” en el exilio europeo e incapaces de ponerse de acuerdo, ni siquiera sobre mínimos, y el agravante de un yihadismo sobrevenido que hace la guerra por su cuenta y al que, para mayor preocupación de muchos dirigentes occidentales, se están sumando en los últimos meses jóvenes árabes (mayoritariamente hombres, pero también alguna mujer) procedentes de la segunda generación de la emigración económica, ciudadanos de hecho y de derecho de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania...que llegan a Siria tras tortuosos viajes que pasan por Turquía o Jordania para incorporarse a las filas de los aspirantes a “mártires”

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