Una odisea del
siglo XX contada por el protagonista de casi todo
Auténtico fenómeno literario, bestseller
internacional escrito por el sueco Jonas Jonasson con más de seis millones de
ejemplares vendidos en más de treinta lenguas, El abuelo que saltó por la
ventana y se largó (El viejo que no quería celebrar su aniversario) llega a la
gran pantalla en una divertida película de humor absurdo, naturaleza sublime y
actores “naturales (como siempre en las películas nórdicas), con la pretensión
de demostrar que nunca es demasiado tarde para recomenzar de cero.
La película es una joya rara, el realizador,
Felix Herngren, un cineasta muy respetado en Suecia, el abuelo es un genial
Robert Gustafsson, en el papel de Allan Karllson, un tipo desfasado, que sin
querer ha tenido enorme influencia en todas las grandes decisiones (políticas,
militares, científicas…) del siglo XX, lo que vamos conociendo en sucesivas secuencias
en flashback sobre su niñez, juventud y madurez, desde que los soldados del zar
fusilaron a su utópico padre por plantar una tienda en la Plaza Roja de Moscú
–donde fundó una república independiente-, hasta que huérfano también de madre
fue internado en un hospital psiquiátrico debido a su pasión por la pólvora y
donde un genio de la medicina lombrosiana le castró, para extirpar los genes
anarquistas, y hasta que esa misma pasión le llevó a compartir mesa y polka con
Stalin y de allí al gulag (de donde se fuga con el hermano gemelo de Einstein),
a ayudar en la invención de la bomba atómica, a tratarse con presidentes
americanos y espías rusos, a combatir en la Ciudad Universitaria de Madrid
junto a Durruti y a bailar unas sevillanas con Franco, quien le regala la
pistola que Karllson cambia por un permiso de trabajo en Estados Unidos; y
entonces le vemos subido en el célebre andamio de una de las fotografías más
famosas del siglo pasado… Genial, realmente genial.
Pero todo eso es el pasado. El presente es
que, el anciano especialista en petardos y otros ingenios explosivos, escapa de
la residencia -donde le encerraron por explotar un zorro que había matado a su
gato- el día en que cumple cien años dejando con dos palmos de narices a los
celadores, compañeros y escasos familiares, para iniciar una fuga rocambolesca
junto a un estafador de poca monta, un vendedor de perritos calientes, una
maleta repleta de billetes, una pelirroja ecologista y un elefante, y seguir
adelante con la maravillosa aventura que ha sido siempre su vida.
Atreverse a rodar una novela de éxito es
siempre correr el riesgo de decepcionar a los amantes del libro. No es mi caso.
A mí me ha seducido esta iconoclasta mezcla de momentos históricos, historias
personales y encuentros intensos, bastante irregular en la narración pero muy
divertida que se estrena en las salas españolas el 11 de julio de 2014.
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