Marion
Cotillard en el papel de una heroína de tragedia casi griega, “como una
estrella del cine mudo”, el drama de la inmigración europea a Estados Unidos en
las primeras décadas del siglo XX…en imágenes que a la crítica internacional le
recordaron, cuando su presentación en el Festival de Cannes, las dos
huerfanitas del clásico de Griffith, El sueño de Ellis (The Inmigrant) es un
melodrama romántico con tuberculosis incluida firmado por James Gray (La
pequeña Odessa, La noche es nuestra, Two Lovers) y en cuyo reparto acompañan a
la actriz francesa Joaquin Fenix (Her, Gladiator) en el malo de la película, y
Jeremy Renner (El legado de Bourne, En tierra hostil) en el papel del redentor.
El sueño de Ellis se estrena en España el 27 de junio de 2014.
Ellis
es, naturalmente, la célebre isla que acogía a los migrantes llegados de todos
los rincones del planeta, dispuestos a poblar una tierra casi virgen llena de
promesas de un futuro mejor, en cuya fortaleza estuvo el servicio de
inmigración de Nueva York hasta 1954.
La
historia comienza en 1921 cuando llegan a Ellis Island dos hermanas polacas,
huyendo de su país y de la decapitación de sus padres, que presenciaron, con la
esperanza de encontrar esa vida soñada junto a unos tíos que viven en Brooklin.
Magda, la menor, parece haber contraído la “enfermedad” y es puesta en
cuarentena; Ewa (Cotillard), en su decisión de hacer todo lo posible para
evitar la expulsión de su hermana, acaba en manos de un proxeneta (Fenix, actor
fetiche de Gray) que exhibe a sus chicas en el espectáculo burlesco de un
garito cutre dirigido por una rusa, donde también se prostituyen: todo el
relato “parece salido de una de las grandes novelas del XIX… cuanto más se
rebaja, más se purifica Ewa, más se eleva…”.
Mezcla
de epopeya social (Dostoievski), ópera trágica (La Bohéme, de Puccini) y
realismo épico (Brecht, La ópera de cuatro peniques), la protagonista es una
mujer que no se rinde, una guerrera en el más amplio sentido. La película, que
es la primera en la que Gray se adentra en unos hechos históricos que no ha
vivido personalmente está, sin embargo, inspirada en la historia de su propia
familia: “En 1923 –ha contado- mis abuelos llegaron a Estados Unidos pasando
por Ellis Island; durante muchos años escuché anécdotas de su estancia allí y
el lugar me perseguía como una obsesión. Lo visité por primera vez en 1988,
antes de la restauración de la isla; todo permanecía intacto, como coagulado en
el tiempo: era impactante ver aquellos formularios, a medio rellenar, tirados
por el suelo, me pareció que aquel lugar guardaba todos los fantasmas de mi
familia”.
En
competición en el Festival de Cannes 2013, donde la crítica no la apreció
especialmente es, sin embargo, uno de esos relatos que gustan al espectador
medio, con tragedia y final moderadamente feliz. En el tiempo del que habla El
sueño de Ellis no se trataba de integración, sino de encontrar un espacio vital
en el que poder vivir con un mínimo de dignidad. Muy significativamente, la
película comienza con una imagen de la estatua de la Libertad vista de espaldas
– porque El sueño de Ellis es el revés del sueño americano- y termina con una
impresionante vista de la bahía de Nueva York.
El
sueño de Ellis (The Inmigrant) es una hermosa película muy bien interpretada,
con todos los componentes para convertirse en un “clásico”.
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