martes, 29 de abril de 2014

No se aceptan devoluciones, melodrama mexicano con niña



Una telenovela que se hace muy larga

El 30 de abril de 2014 se llega a los cines españoles No se aceptan devoluciones del mexicano Eugenio Derbez, con el éxito de taquilla asegurado de antemano ya que viene avalada por el conseguido en Estados Unidos donde se ha convertido en la película “latina” (signifique lo que signifique el adjetivo latino) más taquillera de la historia.

Y es que. con evidentes remembranzas de La vida es bella (en el fondo) y Big (en la forma, una vez despojada del exceso de almíbar hollywwodiense), y algunas otras películas que ya habían puesto antes de manifiesto que “el tiempo” de los niños no es el mismo que el de los adultos, y un montón de tics heredados de los cómicos tipo Cantinflas (una gloria del cine mexicano que ya solo pueden recordar los más antiguos del lugar), No se aceptan devoluciones es, en el fondo y en la forma, una telenovela, género que aprecian especialmente mexicanos, venezolanos, colombianos… sin duda, “latinos” todos ellos.

Melodrama casi clásico, tragicomedia netamente partida por la mitad – primera mitad comedia, segunda parte drama- es una historia capaz de conquistar a un público especialmente sensible a las odiseas infantiles y de lágrima fácil.

Valentín, un chulo de playa, de la de Acapulco por más señas, tiene “miedo al compromiso” (un tema recurrente en las teleseries), lo que justifica que pase cada noche con una mujer distinta pese al terrible look que exhibe: una cara en la que se están reflejados los más de cincuenta años reales del actor (Eugenio Derbez, también realizador, guionista y productor), un pelo pringoso y unos insoportables bañadores mínimos. Así siempre hasta que un día aparece una guapa rubia estadounidense disfrazada de hippie quien le pone en brazos un bebé que asegura es suyo, le pide diez dólares para pagar el taxi y desaparece como había venido. Naturalmente, después de un primer momento de rechazo, la irrupción de la niña Maggie en la vida de Valentín supone un cambio radical a mejor, como no podía ser de otra manera, y ambos pasan unos años en Los Angeles donde él encuentra trabajo como especialista en la industria del cine y la pequeña hace novillos cada vez que le acompaña a los rodajes (que son muchas, porque el tipo no consigue aprender inglés y la niña es su intérprete). Hasta que un día reaparece la hippie vestida de ejecutiva, y con amante de falta entallada, y pone en peligro la caótica y divertida vida que llevaban Valentín y Maggie.

La película pretende transmitir al espectador varios temas para la reflexión: en primer lugar, y según las etapas vitales del protagonista, el miedo (miedo a lo desconocido, al mar, a saltar al vacío, hasta llegar al manoseado miedo al compromiso); después, el asunto de las relaciones de pareja y los problemas de los hijos de padres separados (por el espacio, el tiempo o el divorcio). Como en las telenovelas más apreciadas, durante media película flota en el aire la existencia de un misterio, una verdad oculta, que no se desvelará hasta que esté a punto de aparecer el The End.

Justo es reconocer que a lo largo de la narración hay momentos que funcionan bien y que la niña Loreto Peralta resulta bastante convincente en su papel de alguien que tiene una vida totalmente diferente del resto de su edad, en la que intercambia papeles con el adulto: con frecuencia la responsable, la realista, el padre es ella.

En cuanto al factótum de esta película, Eugenio Derbez, tiene 54 años, un pasado de estrella en la televisión mexicana y de actor en producciones de habla hispana, o estadounidense en las que aparece un trabajador inmigrante (Sangre de mi sangre, La misma luna, Jack y Jill), asegura que le ha costado doce años conseguir hacer su primera película, que el rechazo fue lo que le animó “a darme trabajo a mí mismo”, pero que ahora se va a ver compensado porque el éxito conseguido le va a abrir la puerta del “mercado latino”: "Es como que Hollywood empezó a darse cuenta de que hay un mercado que está descuidado, y ciertas películas que conectan con ellos. Yo, que llevo más de 20 años trabajando para ese público, lo conozco muy bien, y eso puede ayudar".





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