El jueves 3 de abril de 2014, Líbano –con más
de un millón de refugiados sirios, lo que supone la cuarta parte de su
población- se convirtió en el país que tiene la mayor densidad de desplazados
en todo el mundo, según el Alto Comisionado de naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR).
El
número de refugiados sirios en Líbano rebasó ese día la cifra de un millón: «la
mitad son niños», según un comunicado de ACNUR. La situación está afectando profundamente
a la economía libia, que lleva tres años padeciendo los fecetos de la guerra
civil en el país vecino.
Según
la ONU, en el interior de Siria se ha producido un desplazamiento de más de seis
millones y medio de personas; las que han huido del país ascienden ya a 2,6
millones, instaladas ahora mayoritariamente en los países vecinos, entre los
que Líbano se lleva la parte del león: “ACNUR lamenta este record desastroso,
agravado porque algunos recursos se agotan rápidamente”, dice el comunicado de
la agencia de Naciones Unidas.
La
organización humanitaria está contabilizando “2.500 nuevos refugiados cada día,
lo que equivale a más de una persona por minuto”. Antonio Guterres, ex ministro
socialista portugués y actual responsable de ACNUR, subraya que “Líbano acoge
la mayor concentración de refugiados de toda la historia reciente”, y denuncia
el enorme impacto que tiene en la economía del país: “están descendiendo el
comercio, el turismo y las inversiones, al tiempo que aumenta el gasto público”.
De
los 1.890 millones de dólares que la ONU había pedido a los países miembros
para destinarlos a ayudar a Líbano a soportar el peso de los refugiados sirios,
hasta el momento solo se han recogido 242 millones, lo que supone un 13% de las
ayudas prometidas. Según el Banco Mundial, la crisis siria ya le ha costado a
Líbano 2.500 millones de dólares en pérdida de actividad en 2013 y amenaza con
hacer que 170.000 libaneses rebasen el umbral de la pobreza, de aquí a finales
de 2014.
El
informe de la agencia onusiana asegura “muchos pueblos tienen ahora más
refugiados que libaneses”, lo que está sometiendo a una dura prueba a los
servicios básicos, desbordando los hospitales y las escuelas. ACNUR describe
como crítica la situación de muchos establecimientos educativos libaneses, a
los que solo acuden 100.000 niños “cuando hay más de 400.000 en edad escolar”.
Por otra parte, 80.000 refugiados precisan cuidados médicos y 650.000 están
recibiendo ayuda alimentaria mensual, para poder sobrevivir. Como testimonio
del estado de desesperación en que se encuentran muchos de estos refugiados, el
informe cita el caso de una mujer que, el 25 de marzo de 2014, intentó quemarse
«a lo bonzo» delante de sus cuatro hijos, frente a un centro de la ONU en
Trípoli, porque llevaba tres días esperando que le proporcionaran alimentos.
Por
otra parte, un informe del Observatorio Sirio de derechos Humanos (OSDH), que
tiene su sede en el Reino Unido, habla de más “150.000 personas muertas l,
millones de desarraigados y un país devastado moral, económica y políticamente:
en tres años de guerra civil, el drama humanitario y las consecuencias del
conflicto han convertido a Siria en un campo de ruinas”. Según los satos del
OSDH, que se apoya en “una amplia red de militantes y fuentes médicas y
militares”, las personas que han muerto en la guerra civil siria son, hasta la
fecha, 150.344, de las que 51.212 eran civiles y 7.985 niños. El conflicto ha
causado la muerte también de 37.781 combatientes de la oposición, entre los que
se encuentran yihadistas del Frente al-Nosra y de Daech (el Estado islámico en
Irak y en Levante, EIIL) y 58.480 miembros de las fuerzas leales a Bachar
el-Assad.
El
OSDH habla también de 17.000 desaparecidos y “decenas de miles” de detenidos en
las cárceles del régimen; otras organizaciones no gubernamentales han hablado
de torturas y ejecuciones sumarias en las prisiones. En el mismo período de
tiempo, y según datos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR),
más de medio millón de personas han resultado heridas.
El
número de niños afectados por la guerra se ha duplicado en los últimos meses,
alcanzado ya la cifra de cinco millones y medios de los que, según un informe
de Unicef publicado el 11 de marzo de 2014, un millón se encuentran en zonas asediadas
o inaccesibles. Y, según un estudio de la red Euro-mediterránea de Derechos
Humanos (de noviembre de 2013), muchas mujeres “han sido violadas en las
cárceles, utilizadas como escudos humanos y secuestradas, para presionar y
humillar a sus familias”.
Un
artículo publicado en el digital francés Aufaitmaroc.fr, más de nueve millones
de sirios se han visto obligados a escapar del país, “lo que constituye la
mayor población de desplazados del mundo”, refugiándose en Líbano, Jordania,
Turquía, Irak y Egipto. Otros seis millones y medio se han desplazado por el
interior de Siria.
Según
un informe del Programa Alimentario Mundial, del 10 de marzo de 2014, medio
millón de sirios que viven en zonas inaccesibles no reciben la ayuda que
necesitan.
El
PIB del país ha caído un 45% y la moneda ha perdido el 80% de su valor. Según
el primer ministro sirio, Wael al-Halaqi, el coste de los daños materiales
producidos por la guerra se eleva en este momento a treinta y un mil millones
de dólares.
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